Ningún libro sobre ocultismo estaría completo sin echarle un vistazo al tema de los vampiros.
Quizá pensemos: Un momentito. Los vampiros no son reales. Se trata de pura fantasía, ¿no es cierto?
Pues, sí. y no.
Si nos referimos a vampiros que tienen la capacidad de convertirse en murciélagos, que poseen colmillos para chupar la sangre de sus víctimas, y a los que solo se les puede dar muerte atravesándoles una estaca en el corazón, es verdad, los vampiros no son más que una fantasía. Sin embargo, a veces resulta fácil desdibujar la línea divisoria entre la ficción y la realidad. Quizá no existan vampiros, pero hay personas que se creen vampiros. Y es posible que generen tantos problemas y que estén tan perdidos como si de verdad fueran «hijos de la noche».
El periódico Los Angeles Times publicó recientemente una historia tomada de Associated Press:
DALLAS—Cuatro adolescentes que aseveraban ser vampiros crearon un gran alboroto inducidos por las drogas, y destrozaron docenas de automóviles y casas. Pintaron comentarios racistas con aerosol e incendiaron una iglesia, señaló la policía.
Fascinados por el ocultismo, el jueves los adolescentes fumaron marihuana mezclada con metanfetamina antes de salir de juerga por un tranquilo vecindario de clase media, causando daños que ascendieron a unos 300.000 dólares, acotaron los oficiales.
El fuego destruyó la oficina y el salón parroquial de la iglesia luterana Bethany. Y sus muros externos fueron pintados con mensajes satánicos garabateados en color rosa y blanco.
El artículo añade:
Según información del periódico Dallas Morning News, un adolescente les comunicó a los detectives que él y los demás eran vampiros. Los muchachos tenían marcas en los brazos causadas por chuparse la sangre los unos a los otros, informó el periódico1.
Solo una semana antes otra historia aparecida en el Times incluyó un relato aun más perturbador. Un muchacho de diecisiete años fue condenado a morir en la silla eléctrica en Florida después de que fuera declarado culpable de asesinar a un matrimonio de mediana edad utilizando una palanca. Rodrick Justin Ferrell admitió haber cometido los homicidios, y afirmó que mató al matrimonio porque él era un vampiro.
Al dictar la pena de muerte, el juez de circuito de Lake County, Jerry T. Lockett, manifestó que el caso es prueba de que existe «genuina maldad en el mundo». Aparentemente Ferrel era el líder de un grupo de adolescentes que participaban en orgías y bebían sangre porque se consideraban vampiros. Supuestamente, la hija del matrimonio asesinado quería huir de su casa con el grupo, y les había pedido que la ayudaran a hurtar el automóvil de sus padres. Ella no fue acusada de los homicidios2.
Considerando estas cosas, ¿existen los vampiros?
No en el sentido tradicional. Pero sí existen en la mente y en el cuerpo de aquellos cuya obsesión por el lado oscuro de lo sobrenatural se ha apoderado de su vida.
J. Gordon Melton, una autoridad en cuestiones de vampiros, que escribió The Vampire Book [El libro de los vampiros], me dijo que el interés por los vampiros llegó a su punto más bajo en 1983. Pero desde entonces ha habido un tremendo resurgimiento del tema. Los libros de gran éxito de venta escritos por Anne Rice contribuyeron mucho a incrementar ese interés. Sus novelas vampíricas son misteriosas, melancólicas, románticas y muy sensuales. Han preparado el camino para varios libros dirigidos a adolescentes que glorifican a los vampiros. Autores actuales de la talla de Stephenie Meyer, Annette Curtis Klause y Darren Shan describen a los vampiros de maneras que resultan sumamente seductoras y atractivas para los adolescentes, en particular para los que se sienten aislados por sus pares y se sienten atraídos por el romanticismo de tales historias.
En los últimos años los clubes de orientación vampírica han surgido en las ciudades más grandes de los Estados Unidos; muchos de ellos se esmeran en captar a muchachos homosexuales. También algunas jovencitas adolescentes se disfrazan y realizan fiestas o eventos en los que fingen ser vampiros. Es posible ver a este tipo de chicos vestidos con capas y colmillos falsos. Incluso algunos hasta se han limado los dientes para adquirir un aspecto más real.
Solo se trata de diversión, ¿no es cierto? ¿Qué tiene de malo?
En un principio no parece haber ningún problema.
Sin embargo las complicaciones se presentan cuando un grupo selecto de muchachos queda atrapado en estos «juegos vampíricos», y es absorbido por la fantasía a tal punto que le resulta difícil darse cuenta dónde termina la realidad y dónde empieza la ficción.
Incluso algunos amigos actores que tengo me cuentan que a veces se meten tanto en un papel que empiezan a pensar y actuar como el personaje que interpretan. Si eso es así en el caso de actores avezados y experimentados, imagínense el modo en que la interpretación de ciertos personajes puede afectar a aquellos adolescentes impresionables que aún están en la búsqueda de su propia identidad.
Joan Hake Robie, que ha dedicado años a la investigación de los peligros de los juegos de fantasía y de roles, expresa que las «fantasías compartidas» resultan particularmente peligrosas: «Las personas que se sienten ineptas, que están aburridas o alienadas de la sociedad pueden llegar a trasladarse a una posición en la que […] las realidades alternativas resultan mucho más emocionantes y satisfactorias que la vida real»3.Añade que eso puede dar como resultado «retraimiento de la sociedad, paranoia y hostilidad reprimida o explícita».
Recordemos la manera en que David Berkowitz, el Hijo de Sam del capítulo cuatro, se involucró en el satanismo. Él era una persona solitaria, un paria que no encajaba en ningún lado, hasta que sus pares satanistas lo recibieron en su círculo.
Variantes de esta historia se repiten una y otra vez en cada aspecto de experiencia y práctica ocultista.
Esto resulta particularmente cierto en el vampirismo. Un elevado porcentaje de los que se involucran en fantasías vampíricas son niños que han padecido malos tratos y adolescentes que se identifican estrechamente con las víctimas de ataques vampíricos fantasiosos: jóvenes solitarios y alienados que sencillamente buscan un amigo que se interese por ellos o que desean tener algo de poder en su vida. Lamentablemente, eso muchas veces los lleva a meterse en el ocultismo.
Algunos expertos opinan que las historias de vampiros se generaron en la Edad Media como manera de instituir procedimientos apropiados de sepultura, a fin de detener la propagación de enfermedades mortales. Según esta creencia, si los cuerpos no se enterraban a una profundidad suficiente, saldrían de sus tumbas y recorrerían las calles en calidad de «muertos vivientes» en busca de víctimas.
En resumen, las leyendas de vampiros quizá hayan comenzado a consecuencia de una campaña excesiva de algún departamento de salubridad de aquella época. Sin embargo, hubo otros individuos, de un pensamiento menos cívico, cuyas acciones perpetuaron el mito.
Por ejemplo, se dice que la condesa Erzsebet Bathory de Hungría bebió y se bañó en la sangre de más de seiscientas jovencitas por creer que esa práctica la mantendría eternamente joven y saludable4.
Gracias a la novela de Bram Stoker, el más famoso de todos los vampiros es Drácula. Stoker basó su personaje en la vida de un príncipe rumano llamado Vlad Dracul, un hombre despreciablemente despiadado, al que se conocía también como Vlad el empalador, que vivió allá por el 1400. A Dracul, que vivía en una región rural de Rumania llamada Transilvania, lo impulsaba la ambición política. Era un hombre de crueldad asombrosa, responsable del homicidio de miles de personas, entre los que se incluían mujeres y niños, a los que empalaba en largas estacas. Sus cuerpos luego se erigían en caminos que circundaban su castillo como advertencia a otros que osaran desafiar su autoridad. Las investigaciones también indican que era estudiante de ocultismo.
Manuela Dunn Mascetti, en su libro Vampire: The Complete Guide to the World of the Undead [Vampiro: Una guía completa al mundo de los muertos vivientes] escribe:
Drácula decapitaba, cercenaba narices, orejas, órganos sexuales, extremidades; clavaba sombreros a cabezas; cegaba, estrangulaba, colgaba, quemaba, hervía, desollaba, asaba, cortaba a hachazos y enterraba a gente con vida. Se sospecha que él mismo practicaba el canibalismo, comiéndose las extremidades de las personas que mataba, y bebiéndose su sangre; se ha probado que obligó a otros a que comieran carne humana5.
Según se informa, Dracul mató entre cuarenta y cien mil personas a lo largo de su vida. No es de sorprenderse entonces que llegaran a considerarlo un monstruo sobrenatural. Aun después de su muerte, los campesinos de la zona rural aledaña le tenían miedo. ¿Y si Dracul en realidad no estuviera muerto, sino buscando una nueva manera de espiar y castigar a los que hablaran mal de él? O peor aún, ¿qué tal si su espíritu seguía merodeando la región rural de Transilvania en busca de más víctimas a fin de satisfacer su deseo de sangre?
A sabiendas o no, este es el tipo de personajes al que los jóvenes rinden homenaje cuando se ponen colmillos postizos y visitan clubes de vampiros.
Hemos visto que las fantasías de vampiros pueden resultar peligrosas. ¿Y qué pasa con otros tipos de fantasías? ¿También pueden resultar dañinas? Después de todo, todos tenemos ensoñaciones. ¿Acaso es tan malo abandonar el mundo real por un rato?
Los psicólogos nos dicen que todo depende de cuál sea la fantasía a la que nos dediquemos y de lo real que se vuelva. También sostienen que cuando una persona pasa demasiado tiempo en un mundo de fantasía, le resulta más difícil diferenciar el mundo real del fantástico.
Algunos expertos opinan que no es saludable dedicar demasiado tiempo a la práctica de juegos en los que se interpretan personajes o juegos de roles (que se compran en negocios o se juegan por Internet), especialmente si incluyen elementos de una fuerte violencia o de ocultismo.
Cuando empecé a escuchar que las personas se quejaban con respecto a este tipo de juegos, mi primera reacción fue: «Déjense de fastidiar. Solo se trata de un juego». Pero luego comencé a considerar algunos de los elementos que contienen esos juegos y a leer acerca de las inquietudes de la gente, y me di cuenta de que tal vez tenían razón.
Ya hemos visto que Satanás usa todos los medios disponibles a fin de atraer a las personas hacia su dominio. Y, según el doctor Gary North, autor de None Dare Call it Witchcraft [Nadie osa llamarlo hechicería]:
Tras años de estudio de la historia del ocultismo, luego de investigar en busca de un libro sobre el tema, y de haber consultado con eruditos en el campo de la investigación histórica, puedo decir con certeza: estos juegos constituyen la más eficaz introducción al ocultismo que podemos pensar, la de empaque más magnífico, la de mercadeo más redituable y la que se ha investigado más exhaustivamente en la historia documentada de la humanidad6.
¿Significa que por eso considero a toda persona que participa de los juegos de roles como involucrada con el ocultismo? Claro que no. Pero imaginemos que nos sumergimos durante horas y horas en un juego en el que tenemos que:
Matar personas con violencia.
Realizar hechizos.
Usar poderes tenebrosos y sobrenaturales.
Adorar a entes demoníacos.
Fingir que somos sobrenaturalmente malvados.
Por fuertes que seamos, ¿cómo podremos no quedar afectados por una dieta constante de pensamientos, juegos y actuaciones en esa línea?
Jesús habló bastante acerca de la importancia de pensar adecuadamente. A decir verdad, en Mateo 5 dice lo siguiente:
«Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.” Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal […] Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón» (Mateo 5:21–28).
Allí notamos que lo que pensamos sí es importante.
Y es necesario que nos cuidemos de toda costumbre que nos lleve a pensar y meditar cosas equivocadas o malignas. Y ya que cito a la Biblia, fijémonos en estos dos versículos:
Llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (2 Corintios 10:5).
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente (Romanos 12:2).
Por estas razones, la fascinación por los vampiros y por algunos juegos de fantasía causa tanta preocupación. Si la enseñanza bíblica es acertada, lo que pensamos ciertamente da forma a lo que hacemos y a la persona que llegamos a ser.