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Eric había escrito la dirección en una nota de su celular nada más despertar. La miraba a ratos buscando dentro de sí las fuerzas para acudir. Se había arreglado ya cinco veces sólo para regresar a su habitación a dormir. Luna sabía del bastón y, peor aún, estaba molesta e iba a exigir respuestas. Se preguntó si explicarle sería igual de imposible que hace seis años. Por unos momentos se descubrió pensando que desearía que Andrea siguiera viva para deshacer todo el daño que les hizo.
Había pasado años soñando que Luna lo perdonaba; una segunda oportunidad para arreglar las cosas. Ahora la tenía tan cerca y no conseguía dejar de preguntarse si un chico cojo era lo suficientemente bueno para ella.