Esa noche Nicolás sintió vértigo al no ver su imagen reflejada en el espejo. No se afligió; al aceptar la invisibilidad de su cuerpo se olvidaba de sí mismo. La invisibilidad no era algo casual en su vida; había soñado con ella desde la adolescencia. Si bien antes que él chamanes, Rosacruces, científicos y escritores habían buscado envolverse en el mejor disfraz del mundo, el aire, las ventajas de ser invisible, más que las virtudes, lo habían motivado a conseguir ese camuflaje supremo.
Ya desde que estaba en el Liceo Balzac se había visto a sí mismo entrar invisible a los dormitorios de sus compañeras de clase con la intención de espiarlas, aunque sin tratar de obtener de ellas provecho sexual. Precisamente había sido en ese plantel, situado en el noroeste parisiense, con su fachada imponente y sus tres inmuebles, inaugurado en 1890 según un plano del arquitecto Train, que él había visto por primera vez a Nicole Nemier. El encuentro con esa chica delante de una de las dos puertas azules del Balzac (ya no recordaba si había sido en la de Boulevard Ménilmontant o en la de Avenue de la République) en los años setenta del siglo XX, lo seguía considerando un acontecimiento.
En su estado invisible Nicolás visitó aquel pasado. Ahora como entonces entró al salón de clase, la biblioteca, la sala de proyección de cine y los talleres por los que había seguido apasionadamente a Nicole, con frecuencia hasta la puerta misma de la toilette, donde el letrero de Mujeres lo rechazó más de una vez como la luz rechaza a los murciélagos. Parado en el umbral, anhelando ser invisible para verla en el retrete, y, de ser posible, acariciarla y hacerle el amor in situ, tenía que retornar a sus compañeros. Pues la posibilidad de ser sorprendido por el profesor, y de sufrir vergüenza pública y expulsión del liceo, lo convencía de que la realización de su deseo la pagaría cara.
VOTRE ENFANT RENCONTRE DES DIFFICULTÉS PERSONELLES?
PRENEZ CONTACT AVEC LE PROFESSEUR CONCERNÉ.
COMMENT PRENDRE RENDEZ-VOUS AVEC UN PROFESSEUR?
—remettez á votre enfant un courrier á l’intention de son professeur.
Esas frases pegadas en el tablero lo intimidaban. Sólo por un minuto, porque a la menor provocación volvía a seguir a Nicole por el corredor principal, apenas iluminado por la luz neón, temeroso de que en cualquier momento ella pudiese desaparecer en una puerta o una pared.
Nicole aguardaba su arribo delante de un cuarto tétrico, cuya puerta estaba siempre abierta como una ratonera. Nicolás nunca sabría por qué él esperaba que en ese sitio se produjera el contacto con ella. Tal vez porque más de una vez al volver ella sobre sus pasos, cruzándose, intercambiaba con él miradas ardientes. Nicolás no se atrevía a hablarle, como si la lengua se le hiciera corbata en las entrañas. No obstante que en el momento mismo de su desaparición salía a buscarla al salón de Ciencias Naturales, con sus vidrios pintados de azul, que obstaculizaban el acceso de la luz exterior.
Le lycée est un lieu d’enseignement, de travail et d’education
Le lycée est un lieu d’apprentissage des régles de la vie en société
RÉGLEMENT INTÉRIEUR DU LYCÉE BALZAC
El Anfiteatro de Historia, con sus pupitres alineados en cuatro filas apuntando al pizarrón, y sus mapamundi con los continentes como testículos en relieve, era uno de los lugares favoritos de Nicole. También de Nicolás. Porque ahí podía sentarse a su lado, no tenía que seguirla a ninguna parte, y podía mirarle de soslayo las piernas y los pechos hasta saciarse visualmente de ella. Hasta la hora de salida de clases, cuando ella rápidamente se levantaba y partía. Y tras ella iba él, como un bólido humano impulsado por febril voyeurismo, hasta el estrecho corredor de las terminales. Nicole pretendía, mochila al hombro, dirigirse al subsuelo para visitar la oficina de la maestra, aunque lo más probable (creía Nicolás) es que intentara hallarse a solas con él.
Otro corredor llevaba al gimnasio, con un piso de madera tan resplandeciente que las chicas que jugaban al voleibol —falda corta, tobilleras blancas y zapatos tenis— eran reflejadas en ambos lados de la red. El pasadizo que llevaba a la salida le placía a Nicolás, pues en las rejas los alumnos apretujaban a las alumnas, y él llegaba a apretar tanto a Nicole que un martes ella le dijo:
—Estás loco, no apretujes tanto a la gatita que la vas a asfixiar.
—Es para salir más rápido —explicó él.
—Le Petit Larousse dedica cinco líneas a un tal Moses Antschel de Rumania, ¿es tu padre? —un jueves ella le preguntó en la biblioteca.
—No es cierto que se mencione a mi padre; mi padre era un desconocido; quizá un par de historiadores pudieron haberle agradecido en sus libros su ayuda para encontrar los documentos que requerían; eso fue todo —replicó Nicolás.
—¿Es cierto que tu madre es pariente de Tatiana Troyanos, intérprete de Carmen de Bizet?
Media hora después, ella, con la cara oculta detrás de la novela de Prosper Mérimée, estaba abriendo las piernas para que él la mirara.
—No que yo sepa.
Él levantó la vista del libro Les filles du feu de Gérard de Nerval. Pero invadido por el frisson rétinien del que hablaba Marcel Duchamp sufrió también de un frisson cerebral, muriéndose de ganas de ser invisible para arrastrarse por el suelo para contemplar a sus anchas el tesoro sobre el que se sentaba Nicole.
—Tu peux photographier un paysage. Mais tu ne peux pas photographier ce que j’ai dans la tete —dijo Francis Picabia refiriéndose al surrealismo. El maestro disertaba en la sala de proyección equipada por Gaumont.
—Mucho menos puedes fotografiar lo que piensa el hombre invisible cuando está viendo le paysage Nicole —Nicolás se dijo aparte, como en el teatro.
—¿Quién te gusta más: Voltaire o Rousseau, Rabelais o Montaigne, Balzac o Flaubert? Responde rápidamente y di por qué.
De pronto el maestro le soltó preguntas que sonaron en su cabeza como un balazo triple.
Espiado por condiscípulos burlones, Nicolás se quedó mudo, como si los nombres se le agolparan en la cara. La consolación vino a la salida, cuando Nicole le dijo:
—Me gustan las películas de cine club, pero lo que me gusta es tu Archivo Nicole.
—¿Quieres decir que te gusta que te retrate en el liceo, en Avenue de la République, bajando al metro Saint-Maur, en la oficina de correos de Rue Compans o parada a la puerta de tu depa en Rue de Crimée?
—Me gusta eso, pero más me gusta que me retrates desde la primera planta del liceo platicando con mis amigas Adrienne y Agathe.
—Piensa lo que haría si fuera invisible: entraría y saldría a mi antojo de los baños del liceo, me asomaría a los vestidores de los teatros y recorrería las áreas restringidas de los bancos.
—Por lo que dices, creo que no me convendrá salir a la calle con un tipo como tú.
—Déjame tomarte una instantánea desnuda, esto sería como si mi pasión flotara en el negro absoluto del sueño.
—El sábado a medianoche.
—De acuerdo.
Nicolás recogió el desafío. El sábado pasadas las once se dirigió a Rue de Crimée. La oportunidad se dio cuando Micheline, su hermana, regresaba ebria de una fiesta con su novio Leonard. Mientras deliberaban en la calle (si él entraba o partía), Nicolás se deslizó por la puerta abierta y siguió a la muchacha hasta el interior de su depa, donde para su extremo regocijo en una recámara con dos camas descansaba Nicole.
Ahí Nicolás vio a Micheline desvestirse, soltarse el pelo y pasar al baño, y a Nicole levantarse del lecho y sentarse en el bidet. Después, en la penumbra, presenció un cuerpo desnudo salir del baño con el sexo expuesto. Y lo vio ponerse un corto camisón. Y alzar una pierna para colocar el pie sobre un taburete, los senos desparramados como lunas ebrias.
—Nicole.
—Nicolás, ¿qué haces aquí? —le preguntó una voz ligeramente distinta a la de ella.
—¿No eres Nicole?
—Soy Micheline. Seguramente sabes que Messieu Napoléon Nemier, el propietario de un negocio de bijoux en Rue de Belleville, tiene dos hijas tan parecidas entre sí que es fácil confundirlas.
—Excuse-moi, Micheline.
—Estás loco, Nicolás, vete, ¿no ves que estoy durmiendo?
Nicole, entrecerrados los ojos, salió del baño.
Je suis desolé. El futuro hombre invisible salió disparado de la recámara de las hermanas.
Al día siguiente, al encontrar a Nicole en su pupitre junto a la ventana, en el Cabinet d’histoire naturelle del liceo, no supo qué decirle. Al contrario, para escapar de su posible cuestionamiento paseó los ojos por el piso de duela y por las viejas vitrinas que guardaban lagartijas y pájaros disecados, y por las mesas donde estaba embarrada la sangre verde de los sapos (pues un profesor, como antaño Lazzaro Spallanzani, con un martillito les rompía los testículos).
—Nicolás, estuviste en mi recámara anoche, y yo te dije: “Estás loco, Nicolás, vete, ¿no ves que estoy durmiendo?” —Nicole lo confrontó.
—Mmmmhhhh.
Embarazado, Nicolás salió del salón. Se apartó unos minutos para regresar al poco rato con los ojos como bizcos apuntando hacia lo alto de la escalera, donde Nicole con su falda corta estaba parada al borde del barandal mostrando todo.
—Estás loco.
Dos ventanales se abrieron de repente golpeados por el aire, mientras ella, con consciente desfachatez descendía las escaleras enseñando sus partes íntimas.
Cuando llegó el periodo de exámenes comenzó el intercambio de mensajes escritos. Una mañana Nicolás le mandó un papel con frases de Aurélia de Gérard de Nerval. Poniendo el papel a contraluz, ella leyó:
Le Réve est une seconde vie. Je n’ai pu percer sans frémir ces portes d’ivoire ou de corne que nous séparent du monde invisible.
Después de unos momentos de reflexión, Nicole, con su bolígrafo, le mandó unas palabras de Carmen de Mérimé, tergiversando el comienzo:
J’avais toujours supconné les érotomanes de ne savoir ce qu’ils disent lorsqu’ils placent les champs de l’amour de Moinda dans le pays des Batons-pénis prés de la profonde Grotta á quelque deux lieues au nord de Tetebella.
Nicolás le contestó con otro mensaje:
Les premiers instants du sommeil sont l’image de l’amour; un engourdissement nébuleux saisit notre pensé, et nous ne pouvons déterminer l’instant précis oú le moi, sous una autre forme, continue l’oeuvre de l’existence avec toi.
Nicole respondió:
D’aprés mes images fiévreuses sur le texte de l’anonyme auteur du Nombril-de-Vénus, je pensais qu’il fallait chercher aux environs de Montetilla le lieu memorable oú, pour la prémiere fois, un tel Nicolás joua sur le pubis de la jeune fille pubére.
Nicolás escribió:
Un instant j’eus l’idée de me retourner avec effort vers celui don’t il était question, puis je frémis en me rappelant une tradition bien connue en Allemagne, qui dit que chaque homme a une double invisible, et que lorsqu’il la voit, l’amour est proche.
Nicole contraatacó:
Je suis las de tuer tous tes amants; c’est toi que je tuerai.
Nicolás continuó:
Une idée terrible me vint: la fille est mon double, -dis-je. –‘Je sens deux personnes dans l’espace de dedans: elle et moi.
Nicole replicó:
Je la frappai deux fois, C’etait le couteau du Nicolas que j’avais pris, ayant cassé le mien. Elle tomba au second coup sans crier. Je crois encore voir son grand oeil noir me regarder fixement; puis il devint trouble et se ferma sur moi.
Nicolás, para acabar el juego, le mandó frases de Sylvie:
Dans les débris de mon opulence se trouvait une somme assez forte en titres étrangers. Le bruit avait couru que, negligés longtemps, ils allaient étre reconnus…, je redevenais riche. Une seule pensée résulta de ce changement de situation, celle que la femme aimée si longtemps était a moi si je voulais.
—¿Cómo será Nicole ahora? He perdido el recuerdo de sus ojos, no la imagen de sus formas. ¿Cómo será entrar en estos días a las salas de lectura del Liceo Balzac sin que nadie lo note y meter la mano boba debajo de la falda ardiente de Nicole? ¿Cómo se cubrirá ella la cara con un libro? Qué extraño será regresar invisible al liceo —imaginaba Nicolás tumbado en su cama, cuando fuera de su cuarto pasó el malvado Tranchant. Llevaba tres gatos en un saco. En el patio, Alice su mujer los había atado de manos y patas, y, abriéndoles los labios rosas, les había echado vino en el hocico.