¿Qué poder secreto poseyó este hombre?
En el muro del corredor esta frase apareció debajo del retrato de René Descartes. Con la ilustración de Roger Vieillard para el Discours de la Méthode.
Comme un homme qui marche seul et dans les ténébres.
A la derecha del retrato, una hoja formada con letras de periódico decía:
Cuando los Invisibles aparecieron en 1623, René Descartes se encontraba en París buscando la Piedra de Oro, el vínculo simbólico entre Christian Rosencreutz y el Imperator Rosacruz.
En 1519, en Alemania, el filósofo tuvo noticias de la Orden y quiso encontrarse con sus miembros más eminentes. En vano. Los buenos hermanos lo evadieron.
Fue en París cuando arregló una cita con el Imperator en el cabaret de los Trois-Pigeons. A la cita se hizo acompañar por Gabriel Naudé y Antoine Rossignol. ¿O por su amigo Iohan-Amos Comenius, quien andaba de incógnito por París? Los tres se sentaron a esperarlo hasta que se consumieron las candelas. Al alba se dieron cuenta de que el Rosacruz, invisible, había estado todo el tiempo en el cabaret oyendo su conversación, pues una regla de la sociedad secreta era pasar inadvertido tanto en ropas como en conducta. Descartes, esa noche, y otras noches, se topó con nadie.
Una duda persiste, ¿Descartes fue uno de los treinta y seis Invisibles que partieron en grupos de seis para propagar la doctrina de la Fraternidad por el mundo o solamente fue un triste filósofo visible?
¿O acaso fue aquel invisible que se hospedó en un albergue del Marais y dio con las nalgas de la posadera?
¿Mantuvo Descartes comunicación secreta con los hermanos de la Orden durante su estancia en París?
¿Disimuló su membresía calificando a sus miembros de impostores?
El filósofo ¿no utilizó el ardid de la visibilidad para mostrar que no era un invisible?
Sólo la muerte abrirá las puertas de lo invisible, sólo la muerte.
Adentrándose en su morada, Nicolás descubrió que durante su ausencia alguien la había registrado. Y hasta había depositado en su escritorio un bouquet con doce rosas rojas centifolias.
Rose-Croix Fleuriste. Livraison Toute France.
Decía la tarjeta.
No sólo eso, alguien se había acostado en su cama, sentado a su mesa y comido sus quesos. Y bebido su vino. Aunque en los cajones de la cómoda no faltaba nada, las manos intrusas habían cambiado de lugar una figura imitación Lladró representando a María Antonieta en la guillotina. Made in China. Gabriela Damiana se la había vendido a Suzanne, y ella se la había regalado.
En otras paredes alguien había colocado noticias de su vida ilustradas con fotos de sí mismo: Con Nicole sentado en un pupitre del Liceo Balzac. Con Nicole caminando del brazo por la calle. Con Vivianne en la cama. Atendiendo a clientes en la agencia de fotografía. Parado delante de una vitrina del Passage Juffroi observando a Catherine Deneuve en Belle du Jour. En una mano un grabado de la ciudad solar de Iunu llamada por los griegos Heliópolis, y en la otra una reproducción del Zodiaco circular de Dendera, Egipto, cuyo original se encontraba en el Museo del Louvre. Una frase se repetía: Ella es la Rosa del Corazón.
Cuando pasó a la recámara encontró en la cama folletos y páginas fotocopiadas referentes al Lectorium Rosicrucianum, la École Internationale de la Rose-Croix d’Or, la Hermetic Order of the Golden Dawn y de L’Ordre Kabbalistique de la Rose-Croix, y artículos sobre “L’homme des mondes invisibles”, “La résurrection de l’Homme invisible” y “La realité de l’Homme invisible”. Se le invitaba a asistir a “Les Ateliers de l’Ame” en Normandía, y a conferencias sobre “La Reencarnación des Hommes Invisibles”, en Amiens. Se le informaba cómo en las fiestas solemnes los caballeros del grado más alto de la fraternidad celebraban el Tercer Punto de la Rosa-Cruz o Cena Mística. Había también artículos sobre Akenatón y los orígenes egipcios de la orden, del Grande Maitre afirmando que los ancestros de los Rosacruces eran Adán y Orfeo, Paracelsus, Johann Valentin Andreae, Michael Maier, Robert Fludd, Federico V, Elias Aschmole, Isaac Newton, Cagliostro, René Descartes, Goethe, Edith Piaf, Fernando Pessoa y Jorge Luis Borges. En sus aseveraciones, los personajes históricos y los ficticios brotaban de una fuente improbable donde la fantasía, la memoria y el sueño se confundían con la vida real. Mientras los leía exaltado, Nicolás puso la Sonata para piano Núm. 8 en A minor K310 de Mozart interpretada por Dinu Lipatti. Había leído que el compositor de Die Zauberflote a través de Pamino y Tamina había simbolizado la hierogamia del sol y de la luna, ánimo y ánima, y había aspirado a la vida invisible.
Toda la noche Nicolás oyó motos corriendo por las calles negras. Creyó reconocer la voz de Iulian Brancila en mensajes anónimos dejados en su máquina contestadora, donde se le recomendaba que muy de mañana se asomara al Jardín de Plantas para ver a las plantas soñando, y que ahí visitara a un tigre blanco recién nacido, mitad visible-mitad invisible. Se le avisaba que en un pasaje subterráneo de la Gare Saint-Lazare se encontraba el laberinto de la antigua Lutetia, pero que no intentara recorrerlo, sino que siguiera su propio camino, pues sólo a través de su propio laberinto llegaría a conocerse. Se le informaba asimismo que las ondas radiales cósmicas, descubiertas en 1930, aunque tenían la misma frecuencia que las estaciones de radio terrestres, eran demasiado débiles y solamente se podían oír chasquidos y siseos, como de un espíritu perdido en un dédalo.
—Éste es el problema de los astrónomos, confinados a lo visible y lo audible por los límites del ojo y el oído humanos; para sintonizar con el universo necesitas un radio telescopio y un plato del tamaño de tu imaginación instalado en la Zona del Silencio —concluía el supuesto Brancila.
Cuando Nicolás despertó a la hora del crepúsculo, se dirigió al espejo para buscar su rostro, pues tenía la sensación de que había desaparecido por completo. Pero después de un rato de escrutinio, se halló con la novedad de que seguía siendo él mismo. Debajo de la puerta encontró una foto de Joseph Nicéphore Niépce tomada desde la ventana de su casa du Gras en el proceso que llamó Heliography. El informante desconocido explicaba:
—Retratar espectros es como retratar criaturas invisibles, o viceversa. No se sabe si la silueta es real o un espejismo, un engaño de la lente o una alucinación del ojo.
Hacia las nueve de la noche, alguien introdujo por debajo de la puerta una foto de Daguerre del Boulevard du Temple, donde se apreciaban dos figuras humanas y una forma ectoplásmica recargada sobre el tronco de un árbol negro. Entre las sombras de los árboles y los cajones del bulevar, Nicolás discernió la figura de la Winter Queen hacia 1835. ¿Por qué su cara era blanca? No era su cara, era su aura.
A la medianoche, le fue depositado un sobre con otra entrega de fotos: un eclipse solar como un ojo negro; un paisaje de Irene Frauenlob del cielo de Patagonia captado en el Parque Nacional de los Arrayanes; de Nicole en un sky of diamonds; de un hombre (¿Sergiu Cornea?) tirado en el pavimento con una cazadora y los zapatos negros dirigidos a la cámara mientras su espalda era atacada por moscas.
Perturbado por los envíos, Nicolás se apostó detrás de la puerta para sorprender al mensajero. Al cabo de tres horas sólo sorprendió al malvado Tranchant repartiendo el correo del día al grito de “Correspondance pour Messieu Antschel”, como para demostrarle que no creía en el cuento del inquilino muerto. Cuando abrió la puerta, encontró un
Avis de passage
Madame, Monsieur,
Nous vous informons que nos techniciens hygiénistes procéderont á des travaux de:
DESINSECTISATION
Mettant en oeuvre un gel insecticide trés perfomant contre les blattes ou cafards
Le: 25 06 09.
Trés important: En cas d’absence veuillez laisser vos clés á le concierge.
Seguro era una treta de Tranchant para entrar a su domicilio. Lo que más le inquietó fue un pentagrama con las iniciales de la Antigua y Mística Orden Rosa Crucis pegado a la puerta de la cocina con el siguiente mensaje:
Los hermanos fundadores de la Orden Rosa Cruz estamos de vuelta.
El primer reencarnado será el autor de Bodas Químicas.
El segundo será Michael Maier, maestro alquimista, doctor en física y medicina, cabalista, paracelista y autor de Silentium post clamores: contempló el sol a medianoche.
Les choeurs de la demeure invisible chantent pour nous.
—Pierre, alguien colgó en mi cuarto un retrato de René Descartes, ¿qué significa eso? —Nicolás preguntó por teléfono.
Desde su coche, atravesando Boulevard Montparnasse, Pierre el Fantasma le respondió por el móvil:
—Que debes estudiar filosofía.