“Tal vez es leyenda, pero existe el flaneur invisible. Como un Baudelaire de las aceras, el flaneur anónimo se pasea por París saboreando olores, colores y sonidos, y acariciando con manos sutiles femmes galantes y chicas de liceo. Sobre todo, devorando con ojos inubicables los pesos y medidas de la mujer urbana.” Publicó un periódico nacional. “Displiscente y ocioso, el flaneur de la Nueva Era callejea de extremo a extremo de la ville: Montmartre y Montparnasse, Boulevard de Saint-Germain y el bois de Boulogne, les grands magasins y les Grands Boulevards, los muelles y puentes del Sena, no le son ajenos. De día se le puede vislumbrar deambulando por los mercados de las dos orillas; de noche, saliendo de bares y boites de nuit. ¿Qué busca el hombre invisible? Nuestro Baudelaire diría: ‘A coup sur, cet homme, tel que je l’ai depeint, ce solitaire doué d’une imagination active, toujours voyageant a travers le grand désert d’hommes, a un but plus élevé que celui d’un pur flaneur… le plaisir fugitif de la circonstance’.”
“Si usted se topa con unos zapatos vacíos en la calle, póngale un cuerpo y habrá hallado al hombre invisible. Si ve una silueta que parece corredor de larga distancia, con tenis, pants y camiseta, no está viendo visiones, es la flaneuse, la novia del flaneur, porque la pasión por la modernidad y las relaciones fortuitas en la gran metrópolis no sólo están reservadas a los hombres, sino también a las mujeres.
”Si frecuenta las playas de la Villete y nota huellas en la arena sin nadie que las ocasione, descubrió al flaneur. Si detenido por un semáforo observa un cigarrillo encenderse solo, y bocanadas de humo que cruzan el aire sin persona a la vista, no se alarme, el flaneur invisible anda cerca. Sígalo unas calles y quizás podrá ver a este émulo de Mr Griffin, el personaje de H. G. Wells, ‘se nourrir, s’habiller, se deguiser… et peut-etre dormir sur quelque lit’.”
”Un conserje, que pidió no ser identificado, aseguró a este reportero haber tenido con él encuentros extraños en el edificio donde trabaja. Su esposa afirma que el peatón misterioso al caer la noche sale de paseo con gafas de sol de Magasin Lunettes Rue de Pont Neuf cubriéndole los ojos. El encargado de la vigilancia alega que los domingos el flaneur invisible frecuenta los jardines de las Tullerías para tomar el sol y alimentar a los patos del estanque octogonal. El flaneur, the one who strolls, o punk hispano, ¿es un pobre azotacalles o un voyeur vicioso?, ¿o es el Malakh que tiene por misión ir de mundo en mundo sin saber el motivo?
”Una adolescente bosnia que hace la acera delante de una tienda de perfumes en los Campos Elíseos, dice haber seguido unos ojos sin cara entre la multitud. Por su parte, la dueña de una panadería artesanal acudió a la Préfecture de Police-Service de la Communication para denunciar una pelea de hombres fantásticos en la estación del metro Arts et Métiers. Si el testimonio de una empleada de una tienda departamental es verídico, este personaje es un ladrón experto en ropa cara, aunque acostumbre llevar jeans á la americaine y encubrir su desnudez con metamateriales cuyas telas son producidas por laboratorios dedicados a manipular las tecnologías furtivas llamadas de baja observabilidad.
”Gente afirma que este flaneur invisible de la Nueva Era no se envuelve en un abrigo de época ni en una armadura estilo Charles IX, ni lleva la cara cubierta por vendajes ni es un solitario que sale a la calle a escondidas, sino un homúnculo que anda desnudo, muestra el rostro y pasea por el Jardín de Plantas, las estaciones del metro, las embarcaciones fluviales, los pasajes cubiertos, y, como Balzac, conoce la fisiología de los bulevares. Compañero de ruta de Maupassant, quien visitaba las femmes du monde, al flaneur invisible le gusta derramar su simiente en las chicas de la Porte Dauphine. O sea, es en todos los sentidos de la palabra un parisiense, un flaneur voyeur. La empleada de la tienda departamental podría confirmarlo, pues lo halló en un probador de lencería espiando a las jeunes filles en fleurs.
”Los rumores sobre la existencia del flaneur invisible parecen serios. Científicos del Institut Fresnel, el Imperial College de Londres y la Universidad de California han salido a buscarlo no sólo entre las gárgolas de Notre Dame, sino por el rumbo de la Bastilla, la place de la Republique y la Rue des Eaux. De ser ciertas estas versiones estaríamos hablando de que entre nosotros habita un hombre potencialmente valioso que ha alcanzado el poder de la invisibilidad, ese misterio del que hablaba Homero. No cabe duda, entramos a l’Áge du Flaneur Invisible. ¿Pero estamos hablando de un flaneur invisible o de dos o de tres entes que deambulan invisibles por las calles de París?
”Dato curioso, en este mundo de monstruos y criaturas imperceptibles al ojo, el flaneur invisible ha manifestado ser un apasionado de la vrai cuisine française. Gourmet bien informado en el arte de comer poissons, viandes et volailles, patés, pastas y patas de conejo, se le ha columbrado leyendo los menús a las puertas de restaurantes y bistrós. En su selección de pequeños y grandes restaurantes ha demostrado conocer les bonnes adresses y apreciar les recettes des grands chefs. J’ai eu la chance de faire la connaissannce de l’homme invisible’, ha declarado el chef Alain Guichard, ‘C’est un drole de client qui sillonne Paris et ses marchés, oú il est sure de trouver des petites gourgettes bien tendres avec les fleurs jaune vif, l’aubergine violette et d’asperges vertes. Vetu d’un grand chapeau, de lunettes noires et la tete recouvert de bandages, l’etrange gourmet s’est installé chez moi, Rue Voltaire’. El problema es que después de consumir alimentos y beber botellas de vino se encierra en el baño, y, dejando su indumentaria abandonada en el piso, invisible se marcha sin pagar.”