LOS AÑOS DE 1942 HASTA EL 47 fueron definitivos. Los recuerdos que empiezan a ser tan claros como los de las vidas anteriores. El cerebro de Jerónimo dejó de parecerse a los rápidos de un río que bulle y desemboca en el dolor –la memoria es un registro del sufrimiento cuando no miente– y empezó a figurarse como lo que es hasta ahora, un atascadero de monstruos.