A estas alturas de la historia ya no es tan necesaria la revisión de la correspondencia de Mercedes porque Jerónimo recuerda con suficiente precisión. Aun así, sirve para hacerse una mejor idea de lo que sucedía realmente en el mundo de abajo, del que sólo se tenían noticias por las historias obviamente ficticias que le contaba la madre –«Estamos todos orgullosísimos de que vivas como un pequeño adulto»y los chismes de las criadas, seguramente veraces: «No hay día que no encuentre un pretexto para partirle su madre a la señora.» En la única carta del falso primo que sobrevivió a 1942, éste define la situación del niño con una metáfora de alta eficacia originada en el mundo no tan elegante de la construcción: «Cuando pienso en la situación de Jerónimo, siento que me están colando un pilote en el culo.»
Hay que señalar aquí que, al parecer, los años de 1942 y 43 Octavio los vivió en un trance de loco. Hay una carta de 1942 y dos de 1943 y en ninguna de ellas se entiende casi nada. Las tres misivas que sobrevivieron al bienio en cuestión no están encabezadas ni tienen en el sobre sello postal, lo que podría significar que fueron entregadas por el propio Octavio en una escapada. Parecen hojas sueltas de un diario, no cartas de amor.