II

Visión de gloria

Soy sano, esbelto y obscura,

— Oro en cárcel de negrura, —

Mi pupila centellea

Si me exaltan la bravura

O si me exaltan la idea.

Color de espiga en la tez,

Asoma sedeño el bozo,

Y esconde la morenez

Del gurí, gallardo y mozo,

Más ternuras que altivez.

Le debo á la soledad

Mi nobleza, mi vigor,

Y le debo á la ciudad

Mi sed de celebridad

Y el título de doctor.

En el fondo no he cambiado:

Me enamora el sol dorado,

La libertad me enamora;

Soy el churrinche encarnado

Que zumbaba en la totora.

Sé vestirme y perfumarme,

Sé valsar y la corbata

Con primores anudarme;

Pero no pudo cambiarme

La regia ondina del Plata.

En la esencia de mi ser

Está el campo en que nací:

Las guindas de rosicler

Y el juncal con su mecer

Niditos de colibrí.

Gozo opinión de sapiente

Y es copiosa mi elocuencia;

Pero, á la luz del poniente,

Sufro pensando en la fuente

Que arrulla con su cadencia

A la cúspide bravía

En donde, junto al ombú

Que el pampero sacudía,

Vi como el sol recogía

Su granático tisú.

Sé decir en un salón,

De los zíngaros al son,

Lisonjas que al alma van;

Pero envuelto el corazón

En perfumes de arrayán,

Sin pensarlo desvarío

Con el monte que fué mío,

Con el tero que gritó

Si mi canoa en el río

Con un sauce tropezó,

Con el parduzco nublado

Que baja por lo escarpado

De la fragosa colina,

Con el indio Maldonado

Y la negra Marcelina.

Como mi padre y mi abuelo

Soy blanco, porque en el suelo

Del jazmín y del cedrón,

Nace con el pequeñuelo

El culto á la tradición

Viril, encendida, intensa

Y con vejeces de ombú,

Que responde como inmensa

Clarinada, — Paysandú, —

Si se nombra á la Defensa.

Sin rosales no hay estío;

Tuve más de un amorío,

Desgasté más de una esquina

Y tejíle, junto al río,

Rondeles á Colombina.

Ese voluble querer

No me impidió ambicionar,

Y ganoso de ascender

Supe en mi verbo poner

Las alas de Castelar.

Tuve adictos y rivales

En las veladas triunfales

De los clubs independientes,

Donde rimé con timbales

Y clarines mis ardientes

Odas á lo porvenir,

Al derecho y la verdad,

Gozándome en repetir

Que es muy hermoso morir

Vivando á la libertad.

La multitud aplaudía

Cuando mi musa esgrimía

El acero de la idea,

Como el Quijote blandía

Su lanzón por Dulcinea.

Al roble de la tribuna

Uní los lauros del foro,

Como en mis sierras se aduna

Del anochecer el oro

Con la plata de la luna;

Pero el arte del togado

Ví que era el arte taimado

Que trueca lo incierto en cierto,

Como un físico empeñado

En galvanizar á un muerto.

La ley sirve para todo

Y á la ley no me acomodo,

Pues hallo que es pobre hazaña

Convertir en luz al lodo

O al cardenal en araña.

Como mi razón no entiende

De sofismas, se comprende

Que mirase con disgusto

Un oficio que defiende

A lo justo y á lo injusto

Con idéntica porfía

Y con idéntico afán,

Porque nacido en la umbría

Donde enflora el guayacán

Y en que el guayabo se cría,

Creció mi fe en lo sincero

Con el óleo del zarcero,

Con el correr de la fuente,

Con el himno mañanero

De la alondra al sol naciente.

Allí, en mi agreste verdura,

Lo que es ponzoña, envenena;

Lo que es tenaza, tritura;

Lo que es perfume, satura;

Lo que es lira, á lira suena.

En mi pago encantador

Se arrulla porque hay cariño,

Se mata porque hay rencor,

Y el cenagal temblador

No finge nieves de armiño.

Presto el foro abandoné

Y á mis quimeras volví,

Cantando con honda fe

El treno de Carumbé

Y el himno de Sarandí,

Dándoles á la verdad,

Al futuro, á mi bandera

Y á la dulce libertad,

El churrinche su alma entera

Y el gurí su mocedad.

___________

Sueños de luz, que cuando muere el día

Tras los varales de la cumbre fría,

Con mallas de oro mi columpio hacéis,

¿ Por qué volvéis á la memoria mía?

¿ Por qué á mi herido corazón volvéis?

¡ Argonauta infeliz, sólo te espera

El inútil consuelo de soñar:

El vellocino azul de tu quimera

Hundió la pamperada traicionera

En lo más hondo del profundo mar!

Andrómeda, — un fantasma, — mi deseo

Con su hermosura olímpica exaltó;

Pero — ¡ ay de mí! — más triste que Fineo

Miré á Andrómeda en brazos de Perseo,

Y la muerte mis ojos no cegó.

Callen, sí, callen la ternura, el gozo,

La fe, el valor, el ritmo y la virtud

De aquellas horas en que, apuesto y mozo,

Arrancaban mis voces un sollozo

De entusiasmo á la ardiente multitud.

Dormid, fascinadoras ilusiones,

Quimeras hermosísimas, dormid,

Y arrullen el sopor de mis ficciones,

Zorzal de mis palmares, tus canciones

Más dolientes que el harpa de David.

Águila fuí, mis rémiges abiertas

Sacudía triunfante en la extensión:

Hoy, sobre cumbres mudas y desiertas,

Hundo en la nieve de las cosas muertas

Las alas de mi roto corazón.

Mi edén ya no es mi edén; aunque el estío

Pinte al ceibal con olas de carmín

Y los flamencos vuelen sobre el río,

Es la malvada risa de mi tío

El susurro del aire en el jardín.

Mi edén ya no es mi edén; aunque serena

Abra la luna su argentado tul,

El timbre de mi voz, cuando resuena

Entre los juncos, de ternura y pena

Hace que llore el cardenal azul.

Mi edén ya no es mi edén; en vano brilla

El río junto al sauce familiar:

¿ De qué sirven el remo y la barquilla

Si nunca, nunca, de la ansiada orilla

Veré lucir el místico palmar?

Mi edén ya no es mi edén, por más conciertos

Que las calandrias canten á la luz;

¿ Qué me importan los nidos de los huertos,

Si estoy más muerto que mis pobres muertos

Del árbol de oro y de la triple cruz?

¡ Oh mi mustio jardín, cuando huye el día

Y cuando el día nace en el crestón,

Del ombú de tu cúspide bravía

Desciende una letal melancolía,

Río de hiel que amarga el corazón!

¡ Mi dulcísimo edén, antes bañado

Por un mar de corrientes de zafir;

Mi dulcísimo edén, te han embrujado

Las rosas sin perfume del pasado

Y los días sin sol del porvenir!

¡ Aquí me encontrarás, consoladora

Que siempre á los vencidos recogió;

Aquí me encontrarás, porque aquí llora,

Sobre mi sueño azul, la silbadora

Calandria que se cimbra en el timbó!

¡ Aquí me encontrarás; aquí te espero;

Aquí aguardo tu golpe de segur;

Aquí, junto á las rosas del zarcero;

Aquí, donde he nacido, donde muero

Y donde brilla el ópalo del Sur!

___________