A veces es difícil esperar, pero ocurren cosas buenas cuando lo hacemos.
Génesis 12 – 21
«¡Empaca!», le dijo Dios a Abraham. «Vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande. Te bendeciré, y serás una bendición».
Abraham dobló sus tiendas y empacó todas sus pertenencias. Viajó a la tierra de Canaán con sus siervos, todas sus ovejas y cabras, y con Sara, su esposa. «Toda esta tierra te pertenecerá algún día», le dijo Dios. «Te daré esta tierra para tus hijos y tus nietos».
Abraham se preguntaba cómo Dios haría aquello. «Yo no tengo hijos», decía, «y Sara es muy vieja para tener un bebé ahora».
«Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes», le respondió Dios. «Así de numerosa será tu descendencia». Abraham le creyó a Dios, y Dios se agradó de él.
Cuando Abraham tenía 99 años, Dios le dijo: «Sara tendrá un hijo varón en este tiempo el año próximo. Le llamarás Isaac. Todo lo que te he prometido a ti, se lo prometeré también a Isaac».