Aunque estés lejos de casa, estás segura con Dios.
Daniel 1, 6
Daniel vivía en Babilonia, muy lejos de su hogar en Judá. Pero él no tenía miedo. Confiaba en Dios y obtuvo una posición muy alta, ayudando a gobernar el reino.
Luego un nuevo rey creó una ley. Nadie debía orar a ningún otro que no fuera él, o de lo contrario ¡sería comido por leones hambrientos!
Daniel se enteró de la ley. Pero fue a su casa y se arrodilló junto a su ventana abierta y oró a Dios, así como solía hacerlo tres veces al día. Algunos de los ayudantes del rey lo encontraron en esa posición. «Daniel no está obedeciendo tu nueva ley», le dijeron al rey. «Él todavía ora a su Dios».
Judá Foso de los leones Babilonia
El rey estaba apenado por haber hecho esa nueva ley, pero las leyes del rey no podían cambiarse. Daniel fue arrojado a un fozo lleno de leones hambrientos. «¡Que tu Dios te salve, Daniel!», le dijo el rey.
A la mañana siguiente, el rey corrió hacia el foso de los leones. «¡Daniel!», gritó. «¿Tu Dios te ha salvado?»
«¡Sí!», gritó Daniel. «Dios envió un ángel que cerró la boca de los leones y ellos no me lastimaron».
Entonces el rey hizo otra ley nueva: «Todos deben adorar al Dios de Daniel. Él es fuerte y poderoso y rescató a Daniel de los leones».