¿Alguna vez has dado un paseo muy emocionante?

El paseo alocado de Jonás

Jonás 1 — 3

«Jonás, vé a Nínive», le dijo Dios. «Dile a ese pueblo que deje de hacer lo malo y comience a hacer lo bueno. De lo contrario los castigaré».

Jonás no quería obedecer a Dios. No quería que Dios se preocupara por la mala gente de Nínive. Así que tomó un barco para alejarse de Nínive.

Entonces Dios envió una tormenta que casi hunde el barco. La tripulación asustada le preguntó a Jonás:

—¿Qué has hecho para traer esta horrenda tormenta a nosotros?

 

 

—Yo adoro a Dios, quien hizo el mar y la tierra —dijo Jonás—. Estoy escapando de él.

—¿Por qué lo haces? —exclamó la tripulación—. ¿Cómo detendremos esta terrible tormenta?

—Arrójenme al mar —dijo Jonás.

Los marineros trataban de acercar el barco hasta la orilla, pero la tormenta era muy feroz. Finalmente, los marineros tomaron a Jonás y lo arrojaron al mar.

¡La tormenta se detuvo!

Dios envió un enorme pez que se tragó a Jonás y lo mantuvo a salvo. Por tres días y tres noches, Jonás pensó en lo que había hecho.

Oró a Dios y le dijo que estaba apenado. Dios le dijo al pez que escupiera a Jonás en la playa.

«Ve a Nínive», Dios le dijo otra vez. Esta vez Jonás obedeció a Dios,¡y la gente de Nínive también lo hizo!