¡Podemos ayudar a los demás de muchas maneras!
Hechos 18; Romanos 16; 1 Corintios 16
Cuando Pablo llegó a la ciudad de Corinto conoció a Aquila y su esposa Priscila, creyentes que ganaban su sustento haciendo tiendas. Pablo también hacía tiendas, así que estuvo con ellos en su casa y trabajaron juntos.
Aquila y Priscila servían los dos a Jesús. Ellos le servían al ayudar a Pablo. Navegaron con él a Éfeso. Aquila y Priscila se establecieron allí, pero Pablo continuó su viaje. Más tarde Pablo regresó a visitarlos. Él estaba contento de ver a sus amigos nuevamente y a todos los que se reunían en su casa como iglesia.
Aquila y Priscila servían a Jesús siendo amables. En vez de avergonzar a un hombre llamado Apolos corrigiéndolo delante de los demás, ellos esperaron para hablar con él a solas. «Déjanos contarte más acerca de la enseñanza de Jesús», le dijeron. Apolos estaba feliz de aprender de unos amigos tan buenos.
Aquila y Priscila continuaron sirviendo a Jesús cuando se mudaron a Roma. Ellos también usaron su casa allí como un lugar de reunión para la iglesia. «Saluda a Priscila y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús», escribió Pablo en su carta a la iglesia de Roma. «Ellos me ayudaron mucho, y todas las iglesias aquí están agradecidas por ello».