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EL ETÍOPE

La fábula del etíope muestra que lo que se es por naturaleza no se puede cambiar.

Uno compró a un etíope, creyendo que tenía aquel color por dejadez. Se lo llevó a casa. Iban a menudo al río e intentaba, bañándolo, limpiarlo. El color nunca cambió, pero le dañó y se puso enfermo.

Permanece la naturaleza tal como se origina.

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LA ZORRA QUE SERVÍA AL LEÓN

La fábula de la zorra aconseja no compararse con los mejores.

Una zorra vivía con un león con el pretexto de servirle. Ella le señalaba las presas, y él se lanzaba a cazarlas. Lo que cazaban, se lo repartían. Tenía celos la zorra de que el león se quedara una mayor parte, así que se fue a cazar ella sola, en vez de ser la que señala la presa al león. Lo intentó con un rebaño, pero antes fue ella presa por unos cazadores.

Es mejor ser un mandado sin correr riesgos, que mandar y correrlos.

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LA SERPIENTE Y EL ÁGUILA

La fábula del águila y la serpiente aconseja hacer favores.

Una serpiente y un águila se engancharon luchando; tenía la serpiente apresada al águila. Un campesino que las vio deshizo el nudo de la serpiente y liberó al águila. Airada por eso, la serpiente envenenó el agua potable del campesino. Cuando este, ignorándolo, estaba a punto de beber, el águila bajó volando y le arrebató el vaso de las manos.

Los bienhechores reciben su recompensa.

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LOS MILANOS Y LOS CISNES

La fábula de los milanos y los cisnes aconseja no imitar lo que no es propio.

Al principio, la naturaleza otorgó a los cisnes y a los milanos el mismo canto. Pero cuando los milanos oyeron el relinchar de los caballos desearon tener aquella voz, e intentaban imitarla. Y en su carrera de aprendizaje, además de no aprenderla lograron también perder el canto.

La imitación conlleva perder lo que es propio.

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EL CAZADOR DE PÁJAROS Y LA CIGARRA

La fábula del pajarero aconseja prestar atención a los hechos, no a las palabras.

Un cazador de pájaros oyó una cigarra y creyó que cazaría algo grande, pues medía al animal por su canto. Pero cuando puso en marcha su técnica y tuvo a la presa en sus manos, se dio cuenta de que nada se podía aprovechar aparte del canto. Culpó entonces a la imaginación, que conduce a muchos a juzgar en falso.

También, a veces, los que no valen nada parecen más de lo que son.

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EL CUERVO Y EL CISNE

La fábula del cuervo aconseja obedecer a la propia naturaleza.

Un cuervo se fijó en el color de un cisne y lo anheló. Pensó que para conseguirlo debía lavarse, así que abandonó los altares donde se alimentaba y se puso a vivir en estanques y ríos. Pero su cuerpo no cambió ni se hizo más claro, sino que el cuervo murió por la falta de alimento.

El entorno no cambia la naturaleza.

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EL CISNE QUE FUE TOMADO POR UNA OCA

La fábula de la oca y el cisne exhorta a los jóvenes a estudiar.

Un hombre próspero quiso criar a una oca y a un cisne juntos. Pero no los criaba para lo mismo: pues uno lo quería para disfrutar del canto, y el otro para disfrutarlo en la mesa. Cuando llegó el momento de sacrificar a la oca era de noche y el hombre no pudo distinguir el uno del otro, así que tomó el cisne por la oca. Pero este cantó, evidenciando su naturaleza, así que, en el último momento, pudo salvarse de la muerte.

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LAS ABEJAS Y EL PASTOR

La fábula de las abejas y el pastor aconseja no meterse en empresas peligrosas.

Unas abejas estaban haciendo miel en el hueco de una encina. Un pastor que pasaba por allí lo vio e intentó llevarse la miel. Estas lo rodearon, volando, y le clavaban el aguijón. Al final, el pastor dijo: «Lo dejo, no preciso la miel si tengo que lidiar con las abejas».

El peligro persigue las malas empresas.