401

EL HOMBRE, LA YEGUA Y EL POTRO

Un hombre montaba una yegua preñada, y estando aún en el camino la yegua parió al potro. El potro andaba detrás de la yegua, pero pronto perdió estabilidad, y dijo al que montaba a su madre: «Oye, ya ves que soy muy pequeño y que no puedo viajar. Sabes que si me dejas aquí, es seguro que muera, pero si me coges, me llevas a casa y me alimentas, más adelante, cuando haya crecido, podrás montarme».

Muestra la fábula que conviene favorecer a los que después, a cambio, pueden beneficiarnos.

402

EL CAZADOR Y EL CABALLERO

Un cazador había capturado a una liebre y andaba con ella a cuestas por un camino. Se cruzó con un hombre que iba a caballo, el cual fingió querer comprarle la liebre. Pero, habiendo cogido la liebre del cazador, se fue galopando. El cazador corría detrás, creyendo que lo atraparía; mas cuando aquel se hubo alejado, dejando una gran distancia entre ambos, el cazador, fastidiado, le gritó: «¡Pues vete, que yo te regalo la liebre!».

La fábula muestra que muchos a los que les han robado algo de su propiedad, fingen que lo han regalado de corazón.

403

EL CAZADOR Y EL PERRO

Un cazador vio a un perro que pasaba y le iba tirando trozos de comida. El perro le dijo al hombre: «Hombre, aléjate de mí, pues por mucho que me favorezcas, más me vas a perjudicar».

La fábula muestra que los que ofrecen muchos regalos a alguien lo que en verdad quieren es perjudicarlos.

404

EL CAZADOR Y EL LOBO

Un cazador vio a un lobo atacando un rebaño y descuartizando tantas ovejas como podía. Con la intención de cazarlo, le echó los perros y le espetó: «Fiera atroz, ¿esta es toda tu fuerza, que no has podido hacer frente ni a unos perros?».

La fábula muestra que cada hombre revela su excelencia en el campo que le es propio.

405

EL CÍCLOPE

Un hombre que era muy cauto con lo que tenía, quizá un poco altivo en sus actos, compartía una vida sin problemas con sus hijos. Al cabo de un tiempo cayó en la más extrema pobreza. Le dolía el alma, y blasfemaba. Pensó en quitarse la vida: cogió una espada y se fue a un lugar apartado, solitario; escogía morir, que es mejor que vivir en desgracia. Y por el camino encontró en un agujero muy profundo, por casualidad, oro; y no era poco. Lo había dejado uno de los hombres gigantescos, el que recibe el nombre de Cíclope. Al ver el hombre el oro, le invadió el miedo y la alegría. Dejó caer la espada de la mano, cogió el oro y lo llevó, contento, a casa con sus hijos. Cuando, más tarde, el Cíclope llegó al agujero, no encontró el oro, sino la espada. La empuñó y se la clavó.

Esta fábula muestra que a los hombres siniestros les ocurren cosas malas, y a los buenos y cautos, buenas.

406

LOS PERROS QUE RASGABAN UNA PIEL DE LEÓN

Unos perros encontraron una piel de león y la estaban haciendo jirones cuando una zorra los vio y les dijo: «Si este león estuviera vivo, veríais que sus garras son mucho más poderosas que vuestros dientes».

Esta fábula se refiere a los que menosprecian a los que tienen buena fama una vez han perdido el poder.

407

EL PERRO QUE PERSEGUÍA A UN LOBO

Un perro perseguía a un lobo y se jactaba de lo veloces que eran sus patas y de su propia fuerza, pues creía que el lobo, débil, huía de él. El lobo se volvió y le dijo: «No te creas que corro por ti, huyo de tu dueño».

Esta fábula muestra que uno no debe enorgullecerse de las virtudes de otros como si les fueran propias.

408

LA LIEBRE EN UN POZO Y LA ZORRA

Una liebre sedienta bajó a un pozo para beber agua y bebió mucha, complacida. Cuando quiso subir no encontraba la manera de hacerlo. Estaba muy desanimada. Una zorra, al llegar, se la encontró así y le dijo: «Has cometido un grave error, pues primero deberías haber pensado cómo subir del pozo, y una vez lo supieras, haber bajado».

Esta fábula alecciona a los que actúan sin reflexionar antes.

409

EL LEÓN ENCERRADO Y LA ZORRA

Una zorra vio a un león encerrado; se le puso enfrente y lo insultaba de mala manera. El león le dijo: «Mi desgracia no es que tú me insultes, sino haber caído en una trampa».

Esta fábula muestra que a muchos que, teniendo buena fama, han caído en desgracia, los menosprecian los que no valen nada.

410

EL JOVEN Y LA VIEJA

Era un día caluroso y un joven andaba por un camino. Se encontró con una mujer vieja que hacía el mismo camino que él. Al ver el joven que la vieja, por el calor y las dificultades al andar, se desvanecía, se compadeció de su debilidad y, cuando ya no le quedaban fuerzas a la mujer para seguir adelante, la levantó del suelo para cargársela sobre los hombros. Mientras la llevaba, le asaltaron al joven unos pensamientos terriblemente vergonzosos, de pasión, lujuria, un deseo intenso, y se empalmó. Bajó al suelo a la vieja y la penetraba desenfrenadamente. Le preguntó ella, corta de miras «¿Qué me estás haciendo?», y le respondió él: «Pesas mucho, y estoy intentando aligerarte, quitarte un poco de carne». Terminó el joven, la levantó del suelo y se la volvió a cargar sobre los hombros. Cuando ya habían avanzado un tramo del camino, dijo la vieja: «Si todavía te soy una carga demasiado pesada, puedes volver a bajarme y quitarme un poquito más de carne».

Esta fábula muestra que hay hombres que, satisfaciendo sus propios deseos, fingen no hacerlo por el placer, sino porque es necesario hacerlo.

411

EL ONAGRO Y EL ASNO

Un onagro vio a un asno cargando fardos pesados y se burló de su esclavitud: «¡Qué afortunado soy de vivir en libertad, sin fatigarme ni estar atado a nadie, y de procurarme yo mismo el pasto en el monte! A ti te alimenta otro, y estás siempre sometido a la esclavitud y a los golpes». Entonces, ocurrió que apareció un león y no se acercó al asno, pues iba con él el arriero, sino al onagro, que estaba solo: lo cazó y lo devoró.

Esta fábula muestra que los que son tercos e insubordinados, arrastrados por la tozudez de no necesitar ayuda alguna, terminan mal.

412

LOS RÍOS Y EL MAR

Se reunieron los ríos enfrente del mar y le recriminaron: «¿Por qué, si te llevamos agua potable y dulce, tú la salas y vuelves imbebible?». Y el mar, en vista de los reproches, les respondió: «Pues no vengáis y así no os salaré».

Esta fábula se refiere a los que culpan sin razón a quienes, en realidad, les ayudan.

413

LA HIGUERA Y EL OLIVO

Una higuera, en invierno, había perdido las hojas. Un olivo que crecía cerca se rió de su desnudez, diciéndole: «Pues a mí, tanto en invierno como en verano, me embellecen las hojas, nunca se marchitan; tú solo eres bella en el tiempo del verano». Así se jactaba, cuando de repente le cayó un rayo de los dioses y se quemó; en cambio, la higuera quedó intacta.

La fábula muestra que los que se jactan de su salud y fortuna acaban sometidos a una muerte imprevista.

414

EL TORO, LA LEONA Y EL OSO

Un toro encontró a un león dormido y lo corneó hasta matarlo. Cuando su madre se dio cuenta, lloraba amargamente. Un oso la vio lamentarse y, desde lejos, le dijo: «Pues cuántos hombres deben haber entonado trenos porque tú les has matado los hijos».

415

EL PERRO Y LOS HERREROS

Había un perro que vivía con unos herreros. Mientras aquellos trabajaban, el perro dormía; pero, a la que se sentaban a comer, se despertaba y se acercaba alegre a sus dueños. Y un día le dijeron: «¿Cómo puede ser que para nada te quite del sueño el ruido de los martillazos, y en cambio te despierte enseguida el ruidito de los dientes masticando?».

Esta fábula muestra que los hombres que hacen oídos sordos, cuando se trata de algo que es de su provecho, enseguida lo oyen, pero se muestran impasibles a lo que no es de su agrado.