58.

 

 

 

 

—Zapatillas de suela de algas.

 

—Ya hay que estar tonto.

—Pero, mira, un impermeable de esos que repelen la lluvia no estaría mal ahora —dice Pascual, que corre desde el portal hasta el coche para no calarse.

—O una camisa que repela las manchas. —Camino entra a su vez en el vehículo y señala un lamparón de salsa brava en la de Pascual.

La cara del oficial se torna del color de la salsa.

—Ya me podías haber avisado antes.

—Me acabo de dar cuenta —miente ella.

Pascual suelta un bufido, porque tendrá que dejarse los euros en la tintorería y porque ahora le toca el martirio de conducir hasta las dependencias policiales en mitad de esa ciudad colapsada por las lluvias.

—No me gusta cómo caza la perrilla, Molina —suelta Camino—. No me gusta nada.

—¿Por las algas o por la fibra de plátano?

—Un tipo traumado desde la infancia y fanático del cuidado al planeta. Mala pinta.

—Lo de cuidar el planeta no es tan malo —objeta Pascual—. Mi hija me obliga a hacerlo.

—El fanatismo es lo malo. La gente que solo ve la vida de una forma se incapacita a sí misma para respetar otras opiniones y eso siempre es peligroso. Me da igual de dónde venga. Religioso, político, ultra futbolero...

—Mientras no sea sevillista.

—Qué bobo eres. ¿Y si fue Daniel quien se cargó a Pureza? ¿Y si es Amaranta quien está en peligro?

—Joder, jefa, y tú qué bestia. Tiene dieciocho años, es un crío. Y ella es su madre.

—Una madre a la que odiaba. Hay críos muy hijos de puta, Molina. Con permiso de Amaranta Peñalosa de Castro.

—¿Qué hacemos entonces?

—Marta le dejó, luego volvió a quedar con él, luego Daniel se esfumó... Esa muchacha sabe mucho más de lo que dice. Hay que sacárselo como sea —masculla Camino.

—Pues ya sabes. Oficio a la Fiscalía de Menores y a ver si nos dejan. Pero, como los padres no estén de acuerdo, lo tenemos jodido para interrogarla.

—Estuvo con él la noche de la desaparición, Molina. Tiene respuestas. Estoy segura de que la jodida cría tiene respuestas.

Los refunfuños de Camino se ven interrumpidos por un aviso que proviene del equipo de transmisión. Al escuchar su contenido, el corazón se les encoge a los dos. No hace falta que nadie les diga que de aquí en adelante todo pasa a un segundo lugar:

 

Alerta roja. Alerta roja. A todas las unidades: el Tamarguillo se ha desbordado a su paso por Torreblanca. Alerta roja. Alerta roja.