INVITACIÓN

Era un nuevo amanecer en el hospital y había un desayuno pendiente.

—Vivir es un arte, hija —le dijo el señor David a Karen, mirándola la miraba con dulzura—. La vida es un arte… —repitió con un gran suspiro.

—Sé que estoy pasando por el atardecer de mi vida. Los veo a ustedes, en etapas diferentes de sus vidas, y sólo puedo recordar con tanto amor y tanta ternura todas esas grandes lecciones que la vida misma me ha dado: a través del dolor, a través de la pérdida, la soledad, pero también del asombro, la alegría, la compañía —pronunció esa última palabra mientras miraba a los ojos primero a Karen y luego a Ada—. A final de cuentas, no me cabe duda de que mi balance es muy positivo. He vivido más alegrías que tristezas, más risas que llantos, más momentos de gratitud que de ego, he conocido a más gente buena que malintencionada. Por eso, doy gracias de los tragos amargos de la vida. ¡Cómo me han hecho disfrutar de los momentos dulces e inolvidables!

Sosteniéndole la mano a Karen y sin dejar de mirarla fijamente a los ojos, le dijo:

—Hija, da gracias por los tragos amargos de la vida. Simplemente te vienen a anunciar y a preparar para aquellos momentos dulces y exquisitos, momentos inolvidables que se viven a través del corazón.

—Pero es muy difícil, señor David —dijo Karen.

—¿Qué es difícil? —preguntó él.

—Pues sonreír a la vida cuando todo parece estar mal, cuando mi padre no me quiere ni ver, cuando voy a ser madre soltera y no voy a poder encontrar a alguien que me ame y quiera compartir su vida conmigo —se lamentó Karen sacando todas las angustias que cargaba en ese momento.

—Hija —le dijo una vez más David, contemplando la profundidad de sus ojos—, recuerda esa flor maravillosa que cuelga de tu cuello.

—La vida es difícil cuando no tienes una razón para alegrarte los días. Como yo te veo a ti, niña hermosa, como lo he visto con tanta y tanta gente, es que ahora tienes una oportunidad y a través de la luz de tu consciencia y el fuego de tu corazón puedes tomar una decisión. Tu pasado puede ser una razón para vivir desde el dolor, la tristeza, la angustia y la depresión, o puede ser una razón para vivir desde la fe, el amor y la alegría. Mejor dale gracias a la vida de los regalos a tu alrededor. Yo cómo no podría estar agradecido del infarto de hace unos días. Imagínate, no los hubiera conocido y no estaría viviendo estos mismos instantes con ustedes.

—¡Claro! —dijo Karen—. Eso precisamente es tener fuego en el corazón para hacer del pasado el abono del presente. ¡Gracias! —Karen volteaba al cielo sabiendo que por fin estaba entendiendo algo de aquella diferente, rara, pero maravillosa manera de pensar.

—¡Exacto, niña! —exclamó fuertemente David junto con una gran risa de profunda alegría.

—Sin embargo, es importante que te mantengas alerta y muy consciente de ver la vida así. Ya viste lo fácil que es olvidar esta verdad universal tan poderosa y bella. Quiero decirte también, mi niña, que las personas no perdonan ni sueltan el pasado por muchas razones. Efectivamente, no han encontrado una razón grande y poderosa para encender esa chispa de su corazón. Pero también sucede algo muy curioso. Las personas obtienen muchos beneficios de sus problemas.

En ese momento tanto Karen como Ada miraban incrédulas al señor David.

—Déjenme explicarles —dijo finalmente—: cuando yo perdí a mi dulce esposa pudo haber sido muy fácil para mí contar una historia dolorosa y a través de ella haber obtenido el cariño y la atención de las personas. Muchas veces la madre soltera, la esposa golpeada, el hombre engañado, etcétera, etcétera, etcétera, usan su historia de dolor para obtener ese cariño y esa atención de las demás personas. Ahora se sienten más impacientes, más grandes, ya tienen un discurso, una historia para conectar con los demás. Tristemente es una historia que les refuerza una mentira: son personas miserables. La realidad es que los seres humanos en nuestro estado natural somos personas felices. Lamentablemente muchos intercambiamos atención, conexión, cariño y sentido de importancia por esa felicidad terminando atascados con un pasado que nos provoca mucho dolor y sufrimiento, y no nos despegamos de él porque no queremos despegarnos del sentido de importancia que eso nos otorga ante las demás personas.

Karen estaba aprendiendo más de lo que nunca había aprendido en su vida gracias a ese accidente, que si bien había sido algo doloroso, ahora, pensaba ella, había resultado en algo sumamente valioso.

—El reto importante que todos enfrentamos en la vida pero que la mayoría de las veces no lo hacemos de manera consciente se resume en la siguiente pregunta: ¿mi historia será una historia que me ayude a obtener una satisfacción personal y pasajera de las demás personas o será una historia que me ayudará a crecer y a dar lo mejor de mí? Ambos caminos son una elección, sin embargo, el primero es más fácil. El segundo también es sencillo, sólo que requiere de esa pasión por la vida y, sobre todo, de la luz de la consciencia.

—Entonces —preguntó Karen—, ¿cuando una persona está muriendo, lo hace porque quiere llamar la atención? ¿Y qué hay de cuando alguien cercano muere o se accidenta?, ¿no es normal que duela?

—Lo has dicho perfectamente —respondió David—. Una cosa es dolor y otra muy diferente es sufrimiento. El dolor en la vida es inevitable, sin embargo, el sufrimiento es opcional. Duele caerse, duele crecer, duele cuando alguien que amamos ya no está más a nuestro lado. El dolor es una respuesta interna de algo que sucede de manera externa. Y como no podemos controlar el mundo exterior, tampoco podemos evitar el dolor. Sin embargo, el sufrimiento, la tristeza o la depresión es una respuesta interna de algo que ocurre dentro de nosotros. La buena noticia es que eso sí lo podemos controlar, porque tú, algo igual que yo, puedes controlarte a ti misma. Al igual que todo, es algo que se practica y se aprende a manejar con esfuerzo y con la luz de la consciencia.

Por primera vez Ada se animó a participar activamente en la conversación.

—Entonces, ¿todas las personas deprimidas tienen alguna razón de estar así?

—Exacto —respondió David—. Sin embargo, hay que entender que no lo hacen de manera consciente, no lo hacen a propósito. La mayoría de las personas no estamos conscientes de que son las pequeñas decisiones como ésas las que marcan el rumbo de nuestras vidas.

Hubo un silencio de reflexión en el que todos intercambiaron miradas.

Karen comenzó a sentir esa chispa creciendo en su pecho que le decía: “La vida tiene grandes sorpresas para ti, sólo tienes que estar dispuesta a estar presente para reconocerlas”.

—Así que ——preguntó David—, ¿están listas?

—¿Listas? —respondió Ada sospechando que ya sabía a lo que se refería el viejo.

—¿Para qué? —preguntó intrigada Karen y sorprendida por la reacción de Ada.

—Para el viaje, por supuesto —respondió David con una inmensa sonrisa—. Karen, tú, tu amigo Erik y tu hermana están cordialmente invitados. Ada ya confirmó de manera irrevocable su participación. ¡Así que nos vamos de viaje!

—¿De verdad? —preguntó Karen, exaltada—. ¿A dónde?

Ada respondió con un grito lleno de emoción.

—¡A la cima más alta del mundo!