Capítulo Tres

Ha vuelto. Las dos palabras que lograban meterse por cada uno de sus poros e instalar miedo en todo su cuerpo.

Lorne sintió como su rostro perdía color y sus manos temblaban en su regazo. Buscó el rostro de Tony con la mirada y vio lo preocupado que estaba. Incluso Henry que estaba frente a ella miraba a uno y luego al otro, como entendiendo el gran significado de esas dos palabras.

—No puede ser. No de nuevo —sus palabras salieron como susurros.

—Lo siento, cariño, no te mentiría con algo así.

Lorne humedeció sus labios secos.

—¿Dónde? ¿Por qué?

Ha sido visto en Francia, Normandía para ser exactos. No se ve nada bien, Lorne.

—¿Por qué? Digo, ¿para qué me buscas a mí? ¿Qué tengo que ver con esto? —podía ver en sus ojos color miel, el tormento que tenía.

—Necesito tu ayuda.

Lorne saltó del sofá y se paró frente a él.

—¡Mi ayuda! ¿Quieres mi ayuda? ¿Acaso estás loco, Tony? —ella vio como dudaba.

—Supuse que querías una revancha.

—Por supuesto que quiero vengarme. ¿Quién no lo quisiera? ¿Pero no crees que el tipo ya me destruyó lo suficiente? No puedo creer que estés pidiéndome que me involucre en esto. Ya tuve una crisis nerviosa, no creo que supere otra más.

—No tenía idea.

—Nadie lo sabía. Hice lo posible para ocultarlo. ¿Cómo podrías saberlo? —su voz desapareció.

—No debí haber venido. Estuvo mal de mi parte venir a molestarte. Discúlpame, Lorne —Tony dejó caer sus hombros, como derrotado. Ella nunca lo había visto así. Él intentó irse, pero ella comenzó a hablar, haciendo que regrese a la sala.

—Perseguí al Unicornio por ocho años. Ocho putos años. ¿No crees que sea tiempo que alguien más intente? No puedo creer que estés aquí. Realmente no puedo. —ella comenzó a caminar de la chimenea al sofá y del sofá a la chimenea. La cabeza le explotaba.

Finalmente se detuvo frente al hogar y lo regañó una vez más.

—Después de todo lo que viví, te atreves a buscarme. A “invitarme” a ser parte de algo que sabemos va a salir mal.

—Al menos, considéralo. No tomes una decisión apresurada de la que puedes arrepentirte toda tu vida-

Lorne levantó la mano para detener su discurso.

—Detente. Detente ahí mismo. No intentes ese juego conmigo. Te lo repito. Sabes por lo que pasé. Sabes lo que Charlie, mi hija de catorce años, pasó. Te comento algo: perder mi carrera, mi matrimonio, mi compañero, el hombre que amo, todo se suma dando una cantidad de dolor increíble. Eso es más dolor del que tú o cualquiera vivirán en toda la vida. Parece que para ti es poco lo que sufrí en manos de este tipo, que vienes a mi casa a pedirme esto. Es algo totalmente desconsiderado de tu parte.

—Probablemente tengas razón. Pero también recuerdo como eras.

Lorne vio como Tony tomaba un sorbo de su café y arrugaba la nariz al notar lo frío que estaba.

—¿Por qué? Pedazo de mierda... —ella avanzó sobre él intentando darle una bofetada, pero él la frenó antes de que pudiera tocarlo.

—Quizá sea así. Un pedazo de mierda que está desesperado por proteger al mundo de un pedazo de mierda peor que yo. Y realmente pensé que tú ibas a querer lo mismo. Pero creo que me equivoqué...

—¡Vete!

—Si eso es lo que quieres, me iré, y no escucharás nada más de mí. Si eso es lo que realmente quieres. Pero creo que cuando puedas pensarlo, te querrás patear a ti misma por no haber aprovechado la oportunidad. Pero bueno, es tu decisión, cariño. Solo recuerda que esta oportunidad es única. Si me voy de aquí con un no como respuesta, no volveré. No tendré tiempo. Estaré organizando mi viaje. Me voy a Francia esta tarde, contigo o sin ti.

A pesar de su actitud despreocupada, Lorne se preguntaba si Tony la conocía mejor que ella misma.