El reloj despertador que su padre le había regalado sonó emitiendo más ruido del que su tamaño mostraba que podía emitir. Lorne despertó de un salto y apagó la alarma de un golpe. Le costaba ver bien.
La última vez que había visto la hora eran las cinco y quince. ¡Vaya! ¡Una hora y cuarto de sueño!
Lorne intentó estirarse y aliviar los nudos que tenía de haber dormido en una cama que no era la de ella, pero no tuvo mucho éxito. Se estiró y bostezó varias veces y se pegó unas suaves bofetadas en el rostro para despertarse. Vamos Lorne, despierta. Tienes lugares donde ir y personas que ver. Se destapó y se dirigió al baño. Media hora después, vistiendo jeans y un sweater, entró al desayunador del hotel. Tony ya estaba atacando su desayuno en la mesa que estaba en el centro de la sala. Se sentó en la silla frente a él. Cuando vio el tamaño de su desayuno se le dio vueltas el estómago.
—¿Dormiste bien?
—¿Te parece que me veo como si dormí bien?
Él la miró de arriba abajo brevemente y luego sacudió la cabeza, volviendo a ocuparse de su desayuno.
—Lo lamento. De todas maneras, te pedí un desayuno inglés completo. Espero que no te moleste. No sabemos cuándo tendremos tiempo de comer otra vez, y como esto lo paga Interpol, pensé que podíamos aprovecharlo al máximo.
—Te agradezco, pero no. No me gusta excederme con la comida, además, no sé a qué puedes llamarle un inglés completo aquí. —Lorne miró con placer a su alrededor, observando el lugar tan bien decorado, y evitando a toda costa ver como Tony atacaba su desayuno más rápido de lo que algunos tardaban en tomar un vaso de agua.
—Te vendría bien un poco de grasa, Lorne —dijo él mientras comía una salchicha.
—¿Qué quieres decir?
—Que perdiste muchísimo peso desde la última vez que te vi.
—¿Y eso que? —gruñó ella.
—No es saludable. Me atrevo a decirte que te ves escuálida. Incluso rozando lo anoréxica.
—No seas ridículo. Esto es reflejo de trabajo duro y ejercicio. ¿Te gustaría intentarlo algún día? Quizá te ayude a deshacerte del doble mentón. —ella se inclinó sobre la mesa y le hizo cosquillas en el mentón, haciéndolo vibrar y moverse para todos lados, demostrando su punto.
—Hablando en serio, Lorne, sin bromear. Necesitas aumentar un par de kilos, cariño.
La mesera se acercó a la mesa y dejó frente a ella una bandeja que rebalsaba de cosas. Lorne abrió los ojos a mas no poder, sin ser capaz de creer todo lo que esperaban que comiera. Ella miró a la chica.
—Lo lamento, no puedo comer todo esto. ¿Podrías traerme una media luna y un jugo de naranja, por favor?
La mesera sonrió, se encogió de hombros y se fue. A Lorne le pareció haber visto un gesto de diversión en los ojos de la chica.
—Disculpa, espera...
—Estás perdiendo el tiempo, Lorne. No entienden nada del idioma. Solo come lo que puedas, sé una buena chica...
—Bueno, parece que tú sí te hiciste entender. ¿O acaso alguien le dijo a la chica que pretendiera no entender una palabra?
Lorne se sirvió una taza de café, esperando su respuesta.
—Como sea, ahora deberás comer ese desayuno, ¿o tendré que alimentarte a la fuerza?
—Eso es asqueroso, no te atreverías.
—La elección es tuya.
—Lorne tomó el tenedor y el cuchillo y comenzó a comer el tocino crocante que tenía sobre el plato.
—Esa es mi chica. Cuando nos conocimos el año pasado, supe que eras una mujer pidiendo limites desesperadamente.
—Piensa lo que quieras, maltratador. ¿A qué hora debemos encontrarnos con los agentes de Interpol?
—A las nueve. Así que tengo tiempo para servirme una vez más.
—¿Me estas cargando? —horrorizada miró su plato, aguantando las ganas de vomitar.
—Si, estoy bromeando. ¡Por Dios! Alégrate, no te recordaba tan ingenua.
Lorne jugó con su comida por la media hora restante, hasta que por fin los vinieron a buscar. Ella estaba aliviada de tener una excusa para dejar su desayuno. Con los bolsos en el maletero, el coche se abrió camino entre el tráfico que había por ser horario pico. Afortunadamente, la oficina central de la Gendarmería Nacional estaba solo a unos kilómetros de distancia, por lo que no demoraron en llegar.
El chofer se detuvo en la entrada del edificio y colocó las balizas. Luego de acompañarlos hasta el hall, les presentó a la recepcionista, se despidió y se marchó tan rápidamente como habían ingresado.
Sus alrededores hacían que Lorne suspirara de admiración. Columnas de mármol de una altura impresionante la dejaban anonadada. Lujosos escalones la llevaban a salas de distinto nivel, y luces con arañas elegantes iluminaban la recepción, haciéndola brillar.
—Impresionante, ¿verdad?
—Esa es la palabra —Lorne se sentía tal como Charlie se había sentido la primera vez que ella y Tom la llevaron al gran parque de diversiones.
—Ah, veo que está apreciando nuestra arquitectura, monsieur, madame —dijo un hombre alto y delgado que vestía una camisa azul estilo marinero y una gran sonrisa. A su lado se encontraba una mujer, más joven y rubia, cuya estatura y contextura coincidía con la de Lorne. Vestía un traje del mismo material que su compañero.
El suave y seductor tono de voz del hombre paralizó a Lorne. Era como si escuchara a Jacques de nuevo. No seas ridícula, Lorne. Estas en Francia. Así hablan aquí.
—Soy el Capitán Michel Amore de Interpol, y ella es mi colega Lieutenant Renée Levelle. Usted debe ser Monsieur Warner. Sepa disculparme, pero no se su nombre madame. —le dio un firme apretón de manos a Tony, y sorprendió a Lorne, con un saludo cálido. Odiaba ese trato diferente entre colegas, lo odiaba más que nada. Pero, un año atrás ella había decidido renunciar, por lo que no podían considerarse colegas.
—Es Lorne Simpkins, capitán. —ella lo miró profundamente en sus ojos azules y se preguntó si él la reconocería.
Tony fue el que se encargó de seguir hablando y explicar el motivo por el que decidía incluir a Lorne.
—Lorne ha estado atrás de este tipo por los últimos ocho años aproximadamente.
El capitán se enderezó y rápidamente se le borró la sonrisa de la cara.
—Oh, la inspectora de policía Simpkins.
—¿Ha escuchado de mí?
—Sí, por supuesto. Usted es... ¿Cómo decirlo en inglés? Ah sí, infame.
Lorne se encogió de brazos, molesta por la risa sarcástica que se había dibujado en el rostro del capitán. ¿Qué diablos quiere decir con “infame”?
Supuso que todo se revelaría luego.