Cuando Lorne llegó al comedor, encontró al resto de los agentes inmersos en sus conversaciones. Son mariposas revoloteando en su estómago, se sentó en la silla libre, frente a Michel.
Sobre la mesa, yacían papeles que mostraban el plan para ir tras Baldwin. El capitán la miró y asintió la cabeza. Nunca mostró la sonrisa que ella esperaba. ¿Eso es todo? ¿Así me saludas después de pasar una noche conmigo? Quizá si la Lieutenant y Tony no estuviesen allí, su reacción fuera distinta.
—Nuestros equipos estarán en cada una de las salidas —informó con autoridad el capitán.
—¿Cuántos hombres? —preguntó Tony.
—Lo suficiente —respondió cortante.
Lorne sentía una incomodidad en el ambiente, que no se había sentido la noche anterior. No podía evitar pensar que todo esto se debía a lo que había pasado entre ella y el capitán, y lo que Tony creía que había pasado. Ambos hombres estaban mirando el plan y discutiéndolo, sin hacer contacto visual ni nombrarse.
—La gendarmería y la policía nacional estarán en la zona, ya que el castillo está en la frontera —el capitán levantó la mirada y vio que Lorne levantaba una ceja, confundida— la policía nacional se ocupa de los asuntos urbanos, y la gendarmería vigila las zonas rurales. Por lo general trabajan por separado, pero teniendo en cuenta que estamos frente a un criminal tan peligroso, se ha decidido que es mejor para la seguridad de la comunidad que se unan.
Lorne asintió, agradecida por la explicación, y preguntó:
—¿Sabemos cuántas personas hay dentro del castillo?
—Nos han dicho que Baldwin tiene muchos hombres, al menos veinte. Todos armados y peligrosos, obviamente. Unos pescadores encontraron dos cuerpos en un lago cerca al área. Fueron identificados como Sergei Osmanov, el ministro de economía de Rusia, y Chang Foo, el ministro de economía de China.
—¿Se sabe porque estaban aquí en Francia? —preguntó Lorne.
—Tenemos algunas sospechas, pero nada concreto. Hasta entonces prefiero reservármelo.
Enojada por la intención de Michel de dejarlos afuera, Lorne insistió en averiguar más.
—Si estos asesinatos nos llevan al Unicornio- perdón, Baldwin-, ¿Qué es lo que hacían estos dos hombres, ministros de sus respectivos gobiernos, aquí con él? ¿Por qué en esta ciudad tan tranquila? Sin querer ser irrespetuosa, capitán, pero esta clase de hombres tienen reuniones en ciudades como Londres o Paris, no en pueblos como este —su mirada pasó por el rostro de todos sus compañeros, terminando en Michel, quien cambia de expresión al entender las palabras.
Luego de unos minutos de silencio, Michel levantó la mirada. Sus ojos brillaban.
—Es muy astuto de tu parte, Lorne. Ya veo porque el sr. Warner insistió en traerla.
Sus palabras la desestabilizaron. ¿Qué quería decir con eso? Al ver que sus palabras no iban acompañadas por una sonrisa, Lorne sintió que la estaba reprendiendo.
—Puede ser, capitán. Pero eso no nos dice por qué.
De reojo Lorne pudo ver como Tony tenía una risita burlona en la cara. Le pegó una patada en la canilla. Michel también vio esa sonrisa.
—¿Algo le parece gracioso, agente Warner? —dijo el capitán entre dientes.
—No, la verdad que no.
Michel tiró la silla hacia atrás para levantarse.
—Muy bien, entonces esta reunión llega a su fin. Les sugiero que vayan a hacer sus maletas, y se preparen para salir. Nos encontraremos de nuevo en la recepción en quince minutos —él guardó los papeles con los planos y estrategias y se retiró del comedor.
Cuando la Lieutenant se retiró detrás del capitán sin dirigirles la palabra, Lorne quedó sin dudas de que ella o Tony habían dicho o hecho algo mal.
—¡Idiota! —le dijo Lorne.
—¿Qué?
—Quizá fue intencional —Lorne sacudió la cabeza.
—¿Qué cosa? —preguntó Tony.
—Irse de esa manera. Puede haber sido una forma de hacernos saber que él es quien está a cargo del caso.
—Es un idiota si piensa eso. Yo no lo voy a tolerar. ¿Y tú?
Ella sospechaba que era lo que Tony buscaba saber.
—¿Yo que, Tony?
—Ya sabes. ¿Estas dispuesta a aceptar la mierda de este tipo?
Ella suspiró.
—Supéralo, Tony. Estamos en su lugar, acéptalo. Ya sabes cómo son las cosas. Su territorio, su caso, fin de la historia.
—No quiere decir que nos tenga que gustar. El tipo es muy reservado. Ya tuvimos un par de reuniones con él y ¿Qué información nos dio? Se encontraron dos cuerpos cerca del castillo donde está Baldwin. Para mí, eso no es nada. Parece ser que hay mucha charla y poca acción. Ya me está molestando.
Ella sacudió la cabeza en gesto de frustración.
—Ya sabes qué hacer si no te gusta.
—Parece que alguien comió demasiada baguette francesa anoche.
Lorne volvió a suspirar.
—Pensé que todos estábamos aquí por el mismo motivo: capturar a Baldwin. Ya tuvimos nuestra oportunidad en Londres, veamos si los franceses pueden hacerlo mejor que nosotros, ¿eh? Al menos dale una oportunidad al tipo.
—Solo decía que-
—Ya se lo que solo decías, Tony, pero te pido que por el bien de la relación entre los anglosajones y los franceses, aprendas a morderte la lengua a veces y controlar tu carácter.