Capítulo Veintinueve

A la mañana siguiente, Lorne se encontraba en la cama, sosteniendo la libreta de Tony con sus notas y, junto a ella, la lista de preguntas que ella había hecho en casa.

Tony salió del baño secándose el cabello con una toalla. Tenía otra toalla alrededor de su cintura, dejando ver su cuerpo musculoso.

Lorne se aclaró la garganta y maldijo por lo bajo cuando sus mejillas tomaron color.

—Em... aquí tengo la lista de la que te hablaba anoche —ella se la entregó cuando él se sentó a su lado.

El aroma de su colonia le impregnó la nariz e hizo que su corazón se enloqueciera. Su cuerpo, todavía húmedo, brillaba bajo el rayo de sol que entraba por la ventana. Lorne, por Dios, es un colega. Recuerda, no mezcles negocios con placer. Segundos después, su mente le contestó. ¿Y qué hay de Michel entonces?

—Tienes muchas preguntas interesantes aquí, Lorne. Pero me intriga saber por qué tachaste la número seis.

  1. ¿Por qué el Unicornio/Baldwin decidió aparecer en Francia?
  2. ¿Por qué vive tan tranquilo sin siquiera utilizar un nombre falso? Sabe que tiene una orden de arresto activa en Inglaterra.
  3. ¿Qué hacían en Normandía los ministros asesinados?
  4. ¿Por qué tendrían una reunión con Baldwin?
  5. ¿Por qué Normandía y no el sur de Francia?
  6. ¿Por qué me acosté con Michel?
  7. ¿Hay algo que esté ocultando Michel? ¿Realmente creció cerca de Normandía?
  8. ¿Por qué, por qué, porqué tuve que decirle a Jade?
  9. ¿Por qué mierda estoy tomando notas de un caso en el que ni siquiera quiero involucrarme?
  10. ¿Por qué Baldwin todavía se empecina en hacer de mi vida un infierno?
  11. ¿Qué diablos puedo hacer para deshacerme del maldito de una vez por todas?

Sus mejillas se volvieron más calientes aun. Ella le sacó la lista de las manos de un tirón. Tomó su pluma, y tachó la pregunta hasta que ya no podía leerse, y le entregó la lista de nuevo.

—Supongo que eso responde mi pregunta —rio él.

Su comentario hizo que, sin saber que más hacer, saliera rápidamente hacia el baño, donde estudió su reflejo en el espejo. Se observó cuidadosamente y susurró:

—Lorne, basta. Debes controlar tus emociones. Un error en Francia fue suficiente. Serás profesional.

Después de una ducha rápida, salió a la habitación vistiendo solo la toalla, aliviada al ver que Tony estaba completamente vestido. Ninguno de los dos dijo una palabra mientras ella buscaba su ropa en el bolso y volvía a entrar al baño.

Volvió a la habitación diez minutos después, vestida y con sus emociones equilibradas.

—¿Qué vamos a desayunar? Muero de hambre.

Tony la miró, coincidiendo con ella. Tomó los dos archivos que estaban sobre la mesa y los guardó en la carpeta.

Quince minutos después estaban sentados en un café, tomando un chocolate caliente con croissants. Lorne sacó el archivo de la mochila de Tony y lo llevó con ella. Lo abrió y estudió sus notas.

Reserva de oro de cada país.

China $1,534,000,000,000

Japón $ 954,100,000,000

Rusia $476,400,000,000

India $275,000,000,000

Taiwán $274,000,000,000

Corea del Sur $262,200,000,000

Brasil $180,300,000,000

Alemania  $136,200,000,000

Francia $98,240,000,000

Italia $94,330,000,000

Reino Unido $57,300,000,000

—¿Cómo hace Baldwin para acceder a esta información? —preguntó Lorne, moviendo la cabeza de lado a lado sin poder creerlo.

—Supongo que de la misma manera que nosotros. Por la ‘red’.

—¿De verdad? ¿Acaso ya nada es privado? A veces me pregunto si la red no hace más daño que bien. Sé que es muy útil para encontrar pedófilos y traer a los criminales a juicio, pero a mi parecer, el mal que hace sobrepasa los beneficios.

—Es la manera más rápida de conseguir algo bueno o malo, y tenemos que acostumbrarnos a vivir con ello.

—Te digo que es lo que deja en mí esta lista: Me pone furiosa la manera en la que algunos países se hacen llamar pobres. Por ejemplo China, Corea del Sur y Taiwán, incluso Rusia. Por lo que vemos en televisión, hay gente en estos países que viven en casas de barro, trabajando la tierra por un dólar al día con sus hijos muriendo de hambre, y todo lo que hace el gobierno es sentarse sobre este oro. ¿Qué diablos pasa con el mundo? Toma de ejemplo las últimas Olimpíadas, en Beijing. Tiraron abajo casas para construir los estadios para los juegos, incluso obligaron a muchas de las personas que vivían allí a trabajar en la construcción de los mismos, sin siquiera darles los equipos necesarios. ¿Para qué? Para obtener más oro.

—Está bien, Lorne. Tienes razón, pero cálmate —Tony sonrió y tomó la lista de su mano— ¿Tu padre sabe que estás en Francia?

—Sí. Lo llamé anoche a la hora que acordamos mientras tú estabas en la ducha. No está muy complacido de que esté aquí, pero lo entiende. Está cuidando a mi perro además.

—Es lógico que esté preocupado por ti —una repentina tristeza inundó los ojos de Tony. Rápidamente bajó la vista hacia la lista.

—¿Tony?

—Volviendo a tu lista, veo que sí tienen dudas con respecto al capitán, solo que no quieres compartirlas conmigo.

Estaba a la defensiva, obviamente se había dado cuenta que ella iba a preguntar algo personal.

Lorne se encogió de hombros y, sintiéndose incómoda, comenzó a mover el pie debajo de la mesa.

—¿Cómo tomaron la noticia Tom y Charlie?

—No lo sé. No pude comunicarme con ninguno de ellos, así que terminé dejándoles un mensaje en la contestadora —sus ojos llenos de lágrimas se encontraron con los de él.

Él la sorprendió al tomarla de la mano.

—Lo entenderán. Y estoy seguro de que arreglarás las cosas con Charlie cuando llegues a casa. Llévale un lindo atuendo, eso mejorará las cosas.

Ella sonrió.

—¿Y tú crees que los adolescentes son así de fáciles de complacer? Tienes mucho por aprender, niñito. Es evidente que nunca estuviste rodeado de chicos.

Sin contestar, él se levantó de su asiento.

—Bien, es hora de irnos. ¿Estás lista? —dijo ya dirigiéndose hacia la salida.

Estaba claro que ella había tocado un tema del que él no quería hablar. Lorne tragó, juntó los papeles y salió del café detrás de él.

—Tony, lo lamento.

—¿Por qué? Olvídalo, Lorne. Yo ya lo hice.