Capitulo Treinta y Tres

Lorne se despertó de golpe y, para su horror, se encontraba desparramada en el lugar de Tony, mientras que él no se veía por ninguna parte. Un ruido extraño la hizo sentarse de golpe. Le llevó un par de segundos darse cuenta de que el sonido era el celular de Tony vibrando en la mesa.

—¿Tony? —no hubo respuesta. Volvió a llamarlo mientras empujaba las colchas hacia los pies de la cama. Apoyó la oreja en la puerta del baño y escuchó que el agua de la ducha estaba abierta. Seguramente él no la había escuchado llamándolo. Mierda. ¿Atiendo el llamado o no?

Lorne tomó el celular, golpeó la puerta del baño y entró con los ojos bien cerrados.

—Lo lamento Tony, pero tu celular está sonando.

Escuchó que la cortina del baño se corría. Sintió como le corría agua por la palma de la mano mientras él tomaba el celular. Lorne volvió a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

Segundos después, Tony apareció en el dormitorio.

—Mierda. Tenemos que apurarnos. Están otra vez en movimiento.

—¿Qué? ¿Dónde?

—Solo vístete. Lo lamento, Lorne. No tienes tiempo para una ducha, tenemos dos minutos.

Lorne corría del baño a la habitación, juntando sus cosas. Estuvo lista para salir en exactamente un minuto y treinta y cinco segundos.

Tan pronto se sentaron en el coche, Lorne le ordenó que le contara que sucedía.

—Me informaron que los vehículos se separaron...

Ella lo miró decepcionada.

—Genial, ¿Y ahora qué hacemos?

—No me preocupan los camiones, era de esperarse que hagan esto. Pero si no localizamos a Baldwin, estaremos en problemas.

Se detuvieron frente al hotel en el que Baldwin y sus hombres se habían quedado la noche anterior, y quedaron sorprendidos al ver la cantidad de gente que bloqueaba la calle.

Confundido, Tony llamó a la gente de servicios secretos para buscar información.

—Ya veo... ¿Acaso no es fantástico? ¿Cuántos días? El maldito seguro sabía de todo esto —terminó el llamado y golpeó el volante.

—¿Qué pasó?

—Parece que llegamos a la ciudad en un mal momento.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Está por empezar el rally de Le Mans. Es uno de los eventos más importantes del año, y siempre se lleva a cabo en esta época del año.

—¿Y tú crees que Baldwin sabía de esto?

—¿Tú crees que no?

Las arrugas en la frente de Tony indicaban lo furioso que estaba. Lorne decidió dejar que se calmara antes de intentar hablar de nuevo. Ella veía como la multitud pasaba frente a ellos e intentaba no ahogarse en el sentimiento de negatividad.

Tony rompió el silencio primero.

—Lo lamento.

Ella lo miró confundida.

—¿Por qué?

—Por hablarte mal. Por traerte aquí por segunda vez. Por haberte involucrado en esto desde un comienzo.

—Detente. Estamos frente a un pequeño obstáculo, eso es todo. Volverá a resurgir en algún lugar, y cuando lo haga, allí estaremos nosotros— ella no tenía idea si sus palabras tenían algún mérito, pero Tony asintió, se encogió de hombros y encendió el coche.

—¿Sabe una cosa señorita ex detective de policía? Tiene mucho sentido lo que dice, ¿Qué le parece si vamos a desayunar?

Disfrutando el hecho de haber puesto a Tony de buen humor y contento, ella sonrió.

—Es una idea genial. Además les dará la chance a los chicos de seguir buscando los vehículos.

Él le sonrió nuevamente y le dio una palmadita en la pierna. Lorne lo tomó como un gesto de “gracias por calmarme”. Le hizo pensar en si realmente hacían un buen equipo.

Encontraron un pequeño café. Ninguno de los tenía hambre, pero se conformaron con un late.

Pasaron dos horas hasta que al fin se comunicaron desde Londres. Tony tomó el celular al segundo que sonó.

—Maldición... Eso es brillante. Avísame en cuanto sepas algo.

—Por los gestos de tu rostro, diría que las cosas no salieron como las planeamos...

—Se podría decir que no. No tienen idea donde está Baldwin o sus hombres.

—¿Qué crees que debamos hacer?

—Estaba pensando en que quizá podría presentarme con la recepcionista del hotel e intentar sacar información. Quizá escucharon hacia donde iban o algo.

Lorne negó con la cabeza, sabiendo que era en vano, pero al ver que no tenían otra alternativa, lo pensó y se encogió de hombros.

Se dirigieron al coche. Tony rozaba a la gente que se cruzaba por delante, que a esta altura ya no les importaba ser atropellados. Se acercó todo lo posible al hotel, dejó el motor encendido y entró.

Lorne tomó el mapa del compartimiento y lo observó. Si yo fuese Baldwin, ¿qué haría?¿Hacia dónde iría? Ya habían llegado a la conclusión de que el destino final seguramente sería su yate. Todo lo que necesitaban era saber qué ruta tomaría.

Vamos, Lorne. Vuelve a ser policía. Piensa como el Unicornio. Si fuese él, usaría esta multitud a mi favor, pero ¿Cómo?

Volvió a mirar el mapa. El problema era que había tres autos, y desde Londres no sabían dónde estaba ninguno de ellos. Y por más que los localizaran, no sabían en cual estaba Baldwin. Lorne llevó el dedo hacia la ciudad más cercana, Bourges. Mirando la escala, calculó a qué distancia se encontraba. Dos horas y media de distancia. Pero algo no le cerraba. Tenía el presentimiento de que el bastardo se encontraba cerca, usando la multitud a su favor. ¡Vamos Londres, danos algo para seguir!

La puerta se abrió de golpe, asustando a Lorne. Se alivió al ver que era Tony quien saltaba al asiento del conductor.

—Bueno, eso fue una completa pérdida de tiempo —dijo él— Nadie hablaba español, y no entendían a lo que me refería, mucho menos de quién hablaba. Ni siquiera sé si se registró bajo su verdadero nombre o no.

Señaló el mapa y dijo:

—¿Alguna idea?

—Puede ser.

—¿Te gustaría compartirla conmigo? —dijo él, sonriendo al ver lo distraída que estaba.

Lorne sacudió la cabeza.

—Disculpa, estaba pensando en otra cosa —Giró para mirarlo y vio que su mirada era completamente intrigante. Frunció el ceño y preguntó:

—¿A qué se debe esa mirada?

Abrió la boca e hizo que solamente con eso, el corazón de Lorne se acelerara. Sus mejillas se sonrojaron y decidió pasar su mirada de Tony a la multitud.

—Nada. Solo pensaba que hubiera pasado en la cama anoche si tu padre no llamaba.

Todavía evitando su mirada, Lorne tragó haciendo ruido.

—¿No deberíamos pensar en el futuro? Digo, que hacer ahora...

Él se rio, obviamente disfrutando de la vergüenza de Lorne. Ella no podía evitar que los pelitos del cuello se erizaran. Concéntrate en Baldwin, Lorne, se advirtió a sí misma antes de mirar de nuevo a Tony. Sus miradas se juntaron, y él se inclinó suavemente para besarla. Para su sorpresa, Lorne sintió un escalofrío a lo largo de su cuerpo, producto de la electricidad entre los dos.

Él seguramente también lo había sentido. De repente se tiró para atrás y paso su mano por la boca.

Lorne se aclaró la garganta y bromeó:

—¿Te estás limpiando o tratando de arrancarlo?

Sus ojos se clavaron en los de ella.

—Lo lamento —susurró.

Ella negó con la cabeza.

—¿Por qué? ¿Por haberme besado?

—Sí, no debí haberlo hecho.

Lorne miró a su alrededor y contestó:

—No te disculpes. Lo disfruté.

Al terminar de hablar, vio algo que también le aceleró el ritmo cardíaco. ¡Baldwin! Ella señaló con el dedo tembloroso por la ventana.

—¡Tony, mira!

Él intentó mirar, pero no pudo observar nada entre la multitud.

—Lorne vas a tener que decirme que busco.

—Estoy segura que vi a Baldwin.

—Me estás jodiendo. ¿Dónde?

—Un hombre de traje negro salió del edificio aquel. ¿Es un banco? Entró en el auto de allá. ¡Rápido!

Tony metió el coche entre la gente, y no le llevó mucho tiempo estar detrás del otro vehículo.

Un Lexus negro avanzaba lentamente con dirección a la autopista.

—De prisa, Tony, ¡lo vamos a perder!

—¿Estás segura que era él? Porque se está acercando a la autopista, y de no ser él, no podremos volver por kilómetros...

—Entonces deberás confiar en mi palabra. Estoy noventa por ciento segura de que es él.

—Es suficiente para mí.

Tony comenzó a hacer sonar el acelerador del auto, haciendo que la gente lo note y se corra, llegando finalmente a la autopista, detrás del Lexus negro.