Capítulo Treinta y ocho

Luego de reservar un hotel mucho menos lujoso que el que Baldwin había elegido, Lorne y Tony entraron a la habitación y se quedaron parados en la puerta, mirándose.

El momento pareció durar por horas. Tony fue el primero en reaccionar. La tomó suavemente de las muñecas y la acercó a él.

Lorne era consciente de su apariencia. Tenía la ropa rota, y la cara llena de sangre y, aunque Tony la miraba con comprensión, sabía que era demasiado bueno como para decirle lo terrible que se veía. Él bajó la cabeza. Sus labios a penas se encontraban. No mucho tiempo después, su lengua comenzaba el recorrido por la boca de Lorne.

Se le escapó un gemido de satisfacción, lo que pareció divertir a Tony.

Ella se alejó y le dijo:

—¿Pasó algo gracioso, niñito?

En vez de enojarse, como lo hacía cada vez que ella utilizaba ese sobrenombre, él dio un paso hacia atrás, pasó el brazo por debajo de sus rodillas y la levantó en el aire. Segundos más tardes, la dejó suavemente sobre la cama.

Su confusión pronto desapareció, cuando entendió porque él dudaba tanto. Ella le acarició el rostro. Ella sonrió cuando él puso su mano sobre la de ella, la dio vuelta y comenzó a besarla. Un escalofrío recurrió su cuerpo.

Desesperada por sentirlo encima suyo, lo agarró y lo acercó.

—Eres hermosa.

Sus labios recorrieron su cuello, causando que Lorne hundiera la cadera y gimiera de placer. Sus manos desesperadas se metieron en su chaqueta y, temblorosas, comenzaron a desabrochar los pequeños botones de su blusa.

—Oh, Tony —gimió ella, al sentir como Tony recorría con su boca y lengua sus pechos. Su deseo subió hasta las nubes. Apresurada, le quitó el abrigó y le arrancó la camisa, sin importarle que no tenían ropa de sobra. Acarició su pecho trabajado, pasó por su torso plano y llegó al cierre del pantalón. Lo bajó, y abrió el pantalón. Tony se detuvo, ya anticipando cuál sería su próximo movimiento.

Se sacó los boxers, y volvió con Lorne, quien pasó su dedo hacia arriba y hacia abajo por su erección. Tony suspiró. Encontraba la situación demasiado excitante y no se contuvo. Rápidamente le sacó lo que le quedaba de ropa y la arrojó a la pila que ya se encontraba en el suelo.

—Te he deseado por tanto tiempo —le susurró él al oído mientras, luego, pasaba la lengua por todo su cuerpo, yendo del pecho a la panza. Le besó los huesos de la cadera, hasta terminar en el centro.

La suavidad de su lengua y la estimulación de sus dientes hacían que Lorne retorciera las sábanas de la cama. Su corazón se aceleraba. Luego, dijo las palabras que Tony tanto deseaba escuchar.

—Hazme el amor Tony...

Él la penetró con calma, lubricado y listo para cumplir. Tony estaba arriba de ella. Ver las expresiones en su rostro le fascinaba. La manera en la que mantenía los ojos cerrados con fuerza, le daban gracia a Lorne.

—Tony, mírame —le ordenó ella, sintiéndose a cargo de su destino de una vez por todas.

Sus párpados se abrieron, mostrando sus ojos llenos de placer.

Ella le sonrió con vergüenza, sintiéndose de golpe insegura. Sonrojándose, ella volteó para mirar hacia la pared que estaba de su lado.

Tony se detuvo.

—¿Qué sucede? —una lágrima cayó por el rostro de Lorne.

De inmediato él salió de ella y la abrazó.

—¿Lorne? ¿Qué sucede?

Ella no respondió.

Él pasó la punta de su dedo por el cuello de Lorne, hasta llegar a su rostro y moverlo para enfrentarse.

—No me excluyas de esto, cariño.

—Lo lamento, Tony. Deseo tanto esto, pero...

Apoyándose en su codo, él le acarició el rostro, secando una lágrima y le dijo:

—¿Y cuál es el problema entonces?

Lorne dudó. Al mirarlo a los ojos se dio cuenta de la profunda preocupación que tenía, y no tuvo más opción que contarle.

—Iba a violarme.

—¿Qué? —gritó Tony. Se sentó en la cama y puso sus manos sobre la cabeza, luego volvió a posicionarse al lado de Lorne, la tomó en sus brazos e inclinó su cabeza contra su pecho— Pero no lo hizo, ¿verdad? —preguntó con un tono suave.

Por primera vez en todo el día se sentía a salvo. A salvo de esa pesadilla que había vivido Charlie cuando Baldwin la secuestró. Ella comenzó a jugar con los cabellos del pecho de Tony, y negó con la cabeza.

—No, gracias a Dios. Tenía una jeringa llena de un líquido transparente. Probablemente heroína. Iba a inyectarme, pero logré golpearlo con una lámpara. Nos estábamos quedando en la suite de lujo, y la lámpara era de mármol, así que el golpe fue mucho más fuerte de lo que esperaba.

—¡Ouch!

—Estaba tan asustada. No puedo creer que pensé en pelear con él.

—Quizá sea un conjunto de cosas que te motivaron. Ver que estaba a punto de drogarte para violarte, y si agregamos el elemento de que lo odias por la manera en la que trató a tu hija. El amor de una madre, y la sed de vengar un dolor semejante no tiene comparación.

—Me sorprendió ver tan de cerca lo que tuvo que soportar Charlie. Admiro la fuerza con la que superó todo.

—Está claro que heredó tus genes —Tony rio mientras le apretaba el brazo con su mano, despertando más deseos por parte de Lorne.

—¿Y ahora qué hacemos?

—Bueno, en el instante que me di cuenta que te había secuestrado, me comuniqué con Londres. Están enviando más agentes para ayudarnos. No les contaré que has escapado hasta mañana, de otra forma, quizá no los envíen. Me gustaría acabar con Baldwin de una vez por todas, y mientras más refuerzos tengamos, mejor. Ahora, ¿qué te parece si dormimos un poco?

Ella lo miró, llena de deseo.

—¿Qué te parece si no?

Él no lo discutió ni lo pensó dos veces.