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Imagina que subes a una montaña rusa de CIEN loopings.

Mientras te zampas UN KILO de caramelos de los que explotan en la boca.

A la vez que UN MONTÓN de luces de colores parpadean a tu alrededor.

Y una fuerza invisible te propina PELLIZCOS DE MONJA por todo el cuerpo.

Eso es JUSTO lo que experimentan Hugo, Gala y el Profesor cuando el robot los volatiza en la esfera eléctrica.

 

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Los tres sienten cómo una fuerza invisible los centrifuga como calcetines en una lavadora y, después de lo que parece un millar de años, los arroja contra el suelo.

PATAPAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM.

Gala suelta un silbido al levantarse.

A su alrededor hay un montón de árboles, y en el cielo no queda ni rastro de la habitual polución de la ciudad.

Necesita unos segundos para comprender que están lejos del colegio. MUY LEJOS. Aún no sabe CUÁNTO.

—¡Ha desaparecido la Sala de los Castigos! —exclama Hugo. De pronto comprende la situación: si no hay sala, no hay castigo—. ¡Hurra! NO HAY CASTIGO, no hay castigo, no hay… —Mira bien a su alrededor: están en un bosque—, no hay NADA.

—¡Aparta tu flácido culo de mi cara! —dice un bulto muy duro justo debajo del Profesor. Ulises casi se desmaya al descubrir que la voz proviene de la máquina de palomitas.

Gala pone una sonrisa traviesa.

—Pues sí que mola el Scratch. No sabía que había programado un robot con tanta personalidad.

GRACIAS, tú también molas bastante. Para ser humana —le responde el robot.

—¿Estamos en Scratchilandia? —pregunta Hugo.

El robot de Gala estira las extremidades y se endereza. La cámara integrada en los ojos escanea los rostros de los tres humanos.

 

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—Reconocimiento facial completado. ¿Me queda alguien por conocer? ¡Estoy deseando conoceros a todos! La Edad Media suena FASCINANTE.

Los tres miran la máquina de palomitas, modificada con un mando a distancia, un reloj y un poco de inteligencia artificial.

¿EDAD MEDIA? —repite el Profesor, intrigado y acongojado a partes iguales.

—¿Hemos VIAJADO EN EL TIEMPO? —pregunta Gala, confundida. «¿Puede ser que al robot se le haya fundido un fusible?»

—¡Jolín! Y tenía que ser a la Edad Media, que NO ME LA SÉ NADA —se lamenta Hugo.

El Vigilante no puede decir nada, acaba de desmayarse.