Cuando se despierta, el Profesor estalla en una risotada tan aguda y estridente que a Hugo le recuerda a los fans cuando ven a sus youtubers favoritos.
—El robot ha perdido un tornillo —se burla el Profesor, dándole un golpecito en la carcasa—. ¿Viajar en el espacio-tiempo? ¡Imposible! Pero como sigáis diciendo tonterías, repetiréis curso y sabréis lo que es volver al pasado. PERO DE VERDAD.
Gala se agacha y abre la tapa del robot.
—¡Espera! —dice él—. Por favor, no me desconec…
No le da tiempo a terminar la frase. Gala lo ha desactivado y está comprobando las conexiones.
—C-R3BRO funciona al cien por cien.
Por lo visto, el robot tiene nombre propio.
—Al cien por cien de locura, querrás decir —insiste el Profesor.
—Pero, Gala…, acaba de decir que ESTO es la Edad Media —apunta Hugo. A pesar de no querer contradecir a la chica, agradecería mucho saber que el robot se equivoca.
—ESO YA LO HE OÍDO —le suelta Gala, tajante. Por suerte, no utiliza los rayos láser de sus ojos: está demasiado preocupada—. No sé a qué ha venido eso. Se supone que no tiene software de imaginación…
Gala echa un vistazo al código fuente del robot. Con tanto chispazo, se le han intercambiado las órdenes:
—¿Podría ser VERDAD? —pregunta Hugo preocupado—. Lo de viajar en el tiempo, digo. Yo tengo que estar en casa a las cinco de la tarde; si no, mi abuela se cabreará.
—Es muy pero que muy improbable —responde Gala, que saca la tableta de la mochila y hace sus propias comprobaciones.
El GPS no funciona. Y, por supuesto, no hay ni rastro de cobertura o wifi.
—«Muy pero que muy improbable» no es IMPOSIBLE —afirma el Profesor, que empieza a inquietarse—. Por lo que más quieras: ¡llévanos de vuelta a la Sala de los Castigos antes de que mi padre se dé cuenta!
—¿Tu PADRE? —dice Hugo, confundido—. ¿Tú también tienes que volver a casa para cenar? —Parece mayor para eso.
—Su padre es el director… —anuncia Gala mientras sigue revisando a C-R3BRO.
Hugo pone los ojos como platos.
—No tenemos tiempo para explicaciones —ataja el vigilante.
Hugo va a preguntar, pero un grito de Gala interrumpe cualquier conversación en todo el bosque. Hasta los pajarillos huyen asustados de los árboles en busca de una situación menos incómoda.
NO, NO, NO, ¡NO PUEDE SER! ¡ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO!
La chica no deja de trastear en el interior del robot con cara de verdadera preocupación. Muy parecida a esa que pones a fin de curso cuando las notas no son lo que esperabas.
—Oh, oh —exclama mientras va negando con la cabeza y revisando el reloj de C-R3BRO. Después cierra la carcasa poco a poco y lo vuelve a encender.
El robot da unos saltitos de alegría: ¡vuelve a estar operativo!
—Hola de nuevo, ¡amigos! ¿Nos ponemos en marcha? ¡Tengo MUCHAS GANAS de ver mundo!
—La he liado parda… —murmura Gala.
—¿Qué dices? —pregunta el Profesor.
—La he liado PARDA… —repite Gala, más para sí que para los demás—. Se supone que C-R3BRO tenía que llevarte a clase a las 11.49… Pero creo que no he sido suficientemente precisa con la orden. Básicamente, que me he dejado el punto. El robot ha entendido que debíamos... VIAJAR al AÑO 1149.
Los dos chicos la miran como si no entendieran nada.
—De verdad, no es tan difícil. —Gala abre el bloc de dibujos de la tableta.
—O sea que sí. Que estamos en la Edad Media —dice Hugo.
—Mi padre me mata —afirma el Profesor.
—Y mi abuela —apunta Hugo.
Gala va a responder, pero no le da tiempo.
De repente escuchan unos cascos de caballos acercándose por el bosque. Corren a esconderse detrás de unos arbustos, tirando de C-R3BRO como pueden. Pero el robot tiene otros planes.
—¡Ey! Dejadme ver qué viene por ahí. Llevo años atrapado en el cuerpo de una máquina de palomitas. ¡Quiero DISFRUTAR un poco!
—PROFESOR, TE TOCA LA HORA DEL BAÑO.
—¡¿Puedes apagar esta chatarra, Gala?! —chilla Ulises—. No sabemos quién viene, mejor que nadie nos vea.
La alarma se detiene de golpe y el robot gira sobre sí mismo para enfrentarse a él. Pero al menos lo hace en silencio.
—¿Me has llamado CHATARRA? —C-R3BRO activa la luz roja de sus ojos para expresar indignación—. ¡Me niego a soportar estas humillaciones humánicas! O humanitarias. O humanistas. ¡De un humano tonto, quiero decir!
—¡Uy, qué miedo! ¡Una máquina de palomitas enfadada! ¡¿Qué vas a hacer?! ¿Quemarme las palomitas? —se burla el Profesor, haciendo como que no lo escucha.
—¡Te diré lo que NO voy a hacer: VOLVER A TRANSPORTARTE en el tiempo, desagradecido! ¡Aquí os quedáis!
Dicho esto, el robot C-R3BRO emite una esfera amarillo ámbar y desaparece de vuelta al presente. Lo último que oyen es un «¡No soy una chatarra!» con ecos en el espacio-tiempo.
—¡Espera, C-R3BRO! —lo llama Gala, pero el robot ya está lejos, concretamente en el siglo XXI.
Hugo quiere echarse a llorar, pero le parece que no es el momento.
Y, efectivamente, no lo es. Porque antes de que puedan reaccionar, una docena de soldados montados a caballo los ha rodeado.
Parecen sacados de una película medieval, solo que son reales, y además… APESTAN.
Claro: en la Edad Media todavía no han inventado la ducha.