A veces, cuando creas una historia, piensas en volver a los personajes, al entorno, pero nunca lo haces, porque el tiempo pasa, llegan nuevas novelas y nuevos personajes, y supongo que es imposible crear todo lo que viene a la cabeza. El tiempo no es infinito ni las neuronas nos dan para todo lo que queremos hacer, por desgracia.
Sin embargo, siempre supe que volvería a Venta del Hoyo y a Hans, porque, todo hay que decirlo, hay personajes y personajes y, para mí, hay pocos como él (y eso que no me gustan los rubios).
Mientras corregía esta historia, además, pensé que Andrés, que es uno de esos tipos que no sabes por qué, pero en el fondo te cae bien (al menos a mí me gusta, aunque a lo mejor no debería), merece su historia. O a lo mejor la Paca sabría expresarlo mejor y diría que merece caerse del pedestal o un par de leches, así que en algún momento volveré a Venta del Hoyo para saber qué pasa con ese centro multidisciplinar para artistas y qué planes tiene nuestro querido y maquiavélico Andrés con él. Y también por qué le tiene tanta tirria a nuestro querido pueblo, con lo amistosa que es la gente de por allí.
Pero eso es otra historia y solo es un plan de tantos…
Ahora es momento de dar las gracias, como siempre a los lectores que han llegado hasta aquí. A los que me leen por primera vez y a los que son veteranos.
Muchas gracias a todos.
Gracias a Elisa Mesa y a todo el equipo de HarperCollins por apoyarme en mis locos proyectos.
Hasta la próxima, Arwen Grey.