Desde los inicios de la humanidad, las matemáticas se utilizaron por necesidad. El trueque requería una capacidad intuitiva de cálculo con todo lo que intercambiaban las sociedades primitivas: pieles, cuernos, colmillos, hilos, etc.
En el momento de comenzar la historia –esto es cuando se inventa la escritura y alguien define los códigos del lenguaje–, las primeras formas de escritura fueron símbolos en forma de cuña, a lo que se le llamó escritura cuneiforme, y estos escritos representaban registros de cuentas e historias del pasado. Era la cultura Sumeria en sus inicios antes de llegar a Babilonia. Luego vinieron los registros del primer código de leyes de Hammurabi. Un poco más al occidente se desarrollaba una cultura en donde todo era percibido en grande, los egipcios.
La matemática fue la base de su cultura, al construir monumentos y analizar el universo para lograr entender su naturaleza. Entonces nos damos cuenta de que la matemática influye positivamente en la línea histórica de la raza humana, y se comienza a estudiar como una ciencia particular, que tiene leyes y que permite descubrir secretos sutilmente ocultos en la naturaleza.
Con el pasar de los tiempos, la matemática se restringe a unos pocos, dado que requiere una alta capacidad analítica y de abstracción y no todos los cerebros están conectados para asimilar cosas tan complejas como el álgebra, el cálculo, las ecuaciones diferenciales o la topología.
Esto sucede porque el entorno en el que vive un individuo influye definitivamente en la configuración que su cerebro adquiere al interconectarse para enfrentar la vida. Las conexiones básicas en el cerebro suceden durante los primeros tres años de vida.
Antes de conocerse los resultados que daba la estimulación temprana, el individuo crecía naturalmente en su entorno con sus padres, familiares y amigos, de los cuales recibía toda la información que iba a ocupar su cerebro en sus primeros tres años. No se conocía lo que sucedía en el cerebro. Luego de que el profesor Glenn Doman realizara sus pruebas de aprendizaje en niños con problemas cerebrales y obtuviese excelentes resultados, y después de que el proyecto “Abecedarian” se llevase a cabo en la década de 1970, la necesidad de estimular y educar de forma temprana a los bebés, se fundamentó definitivamente.
Los padres modernos en general no reciben información directa sobre esta necesidad. Estamos en unos tiempos difíciles para enfrentar la alta competitividad de la agitada vida contemporánea, y quien no tenga los medios para defenderse en esta selva humana, va a estar en desventaja con los que si recibieron la estimulación. Le será más difícil lograr éxito en su vida y tendrá que trabajar más duro. Aquel niño para quien las matemáticas son fáciles al tiempo que la lectura, siempre estará tranquilo porque entiende la lección y podrá responder a las preguntas de los exámenes con tranquilidad. Será más seguro de sí mismo y tendrá una alta probabilidad de triunfos a lo largo del camino.
Lo más importante para hacer notar es que al bebé que recibe esta información, se le está cambiando su destino.
Cuando un bebé adquiere la capacidad de leer, contar, sumar y restar a temprana edad, al llegar al colegio comienza a sobresalir por sus capacidades intelectuales y su entorno va a ser diferente por su condición especial. A un niño así siempre se le admira. Es un niño al cual su entorno le cambia porque su cerebro se estimuló desde pequeño. Este niño probablemente resulte escogido para representar a su colegio en los concursos intercolegiados por su avance cognitivo. Y si su cerebro es aún mayor, es el niño que se gradúa de bachiller mucho antes de lo normal y tiene la posibilidad de ser becado o contratado por entidades extranjeras debido a sus capacidades excepcionales.
Por lo tanto es necesario instruirnos en técnicas de estimulación y educación tempranas para que nuestros bebés tengan las posibilidades que nosotros no pudimos tener.
El Sistema LAT de estimulación neuronal activa es la programación para un cerebro más inteligente, que se complementa con cualquier otro tipo de estimulación que se le aplique al bebé, y los resultados son sorprendentes. El amor que le toma el bebé a los libros es una de las características más notorias del Sistema LAT de estimulación neuronal activa. Además, el bebé estará más despierto y su comportamiento será mucho más maduro que los de su misma edad. Los resultados son tan seguros y efectivos que se pueden predecir, y las satisfacciones que tendrán los padres son inimaginables.
En este volumen se encuentran las etapas 3 y 4, que corresponden a las mismas del libro de lectura, con las combinaciones inversas (etapa 3) y triples (etapa 4), y complementa a cada etapa como en el libro de Aprender a contar.
No sobra decir que si no nos preocupamos por nuestros bebés nadie lo va a hacer por nosotros, y la ventana de tiempo que tenemos es de solo tres años para desarrollar al máximo su cerebro. Los primeros tres años de vida, si los dejamos pasar se perderán para siempre, y llevaremos sobre nuestros hombros la carga de haberle negado a nuestros hijos la posibilidad de ser más inteligentes, cuando tuvimos en nuestras manos la alternativa de darles ese beneficio.
Es nuestra responsabilidad por nuestro bien y el futuro de la raza humana, la necesidad de comenzar desde el puro principio a preparar a nuestros hijos, para aprender y comprender el mundo casi destrozado que les estamos dejando. Solo tenemos una oportunidad de hacerlo, un solo chance que cambia el futuro de las personas para bien. No lo desperdiciemos y tomemos conciencia de esta necesidad urgente para nuestros hijos y nuestra sociedad.
JUAN CARLOS CÁRDENAS