Más allá de lo mental

Cuanto más profundo ahonde el pesar en vuestro corazón, más alegría podrá contener.

KHALIL GIBRAN

Cuando llegaron cerca de un río, el cornac del elefante que encabezaba la marcha se bajó, y el resto lo imitó. Retiraron las barquillas para que tanto los elefantes como sus pasajeros pudieran refrescarse chapoteando en el agua. Zoé y Théo se habían vuelto inseparables. Y empezaban a acumular recuerdos de su relación floreciente.

Los animales, tumbados de lado, se revolcaban en la corriente. Los cornacs animaban a los excursionistas a que se subieran encima de los paquidermos para lavarlos con cepillos y jabón natural, y éstos se dejaban hacer, aunque también se divertían regándoles con la trompa.

La mirada de Malow se cruzó con la de su elefanta, de ojos pequeños y hundidos. Detrás de las pestañas negras de esa hembra, que tendría unos cincuenta años, creyó ver un alma que acumulaba varias vidas. Emocionado, se percató de las toneladas de serenidad que albergaban esos animales tan poderosos que, con una sola patada, podían ahogar a los jóvenes que flirteaban con la muerte utilizándolos como trampolín.

Con la toalla al hombro, Malow se acercó de nuevo a Saroj, que estaba sentado en un árbol que se tumbaba sobre el río. El joven contemplaba la escena con una sonrisa en los labios, y el francés sintió que formaba parte de ese placer compartido. No obstante, sus ganas de seguir con la conversación se impusieron.

—Me ha impresionado mucho todo lo que me has contado, aunque todavía me cuesta comprenderlo.

—Bueno, eso es porque tienes que dejar de lado lo mental para asimilarlo. Debes experimentarlo.

—Y ¿cómo lo consigo?

—Mira, te lo explicaré de una manera más científica. A la ciencia le interesa el impacto de las ondas en la materia, como quedó patente en el llamado experimento de la doble rendija de Young, que demostró la naturaleza ondulatoria de la luz. Con dicho experimento se vio que, cuando observamos un «posible» contenido en la onda, una partícula de materia, como un electrón, o de luz, como un fotón, se materializa ahí donde hemos concentrado nuestra atención. Si la onda no es observada, sigue siendo «onda» y no se transforma en partícula. En resumen, sin observador no hay estado sólido. Así que los físicos incluso han llegado a plantearse la posibilidad de que nuestra realidad sea una proyección de nuestro pensamiento y de nuestra percepción: de ser así, la realidad cambiaría en función de nuestras intenciones.

Malow estaba fascinado por la pasión tan erudita con la que se expresaba Saroj.

—De la misma manera, si te miras a ti mismo con generosidad, más posibilidades tendrás de alcanzar tus objetivos. En cambio, si te empeñas en verte como una persona con problemas, más te creerás esa realidad. Fíjate en que nuestros defectos son los que menos dispuestos estamos a perdonar en los demás.

—Pero no siempre somos conscientes de todo esto.

—Es verdad, pero la conciencia vendría a ser el observador que se observa a sí mismo. Al ser conscientes, somos lúcidos y responsables de nuestras creaciones mentales.

—¡Voy a necesitar un poco de tiempo para digerir toda esta información! —admitió Malow, perdido en sus pensamientos.

—Es lo que te decía antes: lo mires como lo mires, todo lo que nos pasa es algo que hemos pedido, incluso los momentos más complicados. Y es estupendo comprender que no somos víctimas. En realidad, lo que queremos que ocurra es lo que termina ocurriendo.

—Espera, no estoy totalmente de acuerdo con eso. ¿Quieres decir que todo lo que me ha ocurrido ha sido creado por mi voluntad más profunda?

—Exacto. Aunque no resulta fácil de aceptar...

—Pues te pongo un contraejemplo: descubrí que mi novia me engañaba con otro, y te aseguro que no deseaba nada por el estilo.

—¿Qué hiciste cuando te enteraste?

—¿Qué quieres decir?

—¿Qué opciones tenías?

—No tenía opciones. No quería quedarme en Francia, así que me fui a una universidad de Estados Unidos.

—¿Por qué a esa universidad?

—Es la mejor para tener éxito en el mundo de los negocios.

—Y ¿por qué querías tener éxito a ese nivel?

—Para poder moverme por el mundo con libertad y para demostrarle a mi padre lo que valía. Era una manera de vengarme de la vida.

—¿Te habrías ido si ella no te hubiera engañado?

—¡Claro que no! O quizá sí... En fin, no lo sé. —Malow reflexionó al respecto antes de continuar—: ¿Quieres decir que si no hubiera tenido esa universidad en mente, es probable que siguiera con Justine a día de hoy?

—¡Si tuviéramos que considerar todos los y si, un elefante cabría en un tuktuk! No busques culpables, tampoco trates de pasar por víctima.

Indignado, Malow se puso en pie de un salto.

—¡Mi madre murió cuando yo tenía ocho años! ¿Qué tienes que decir a eso? ¿Crees que fui yo el que dispuso el accidente? ¿Acaso fue el fruto de mi percepción?

—Yo no tengo las respuestas, sólo las tienes tú. Lo único que puedo decirte es que el plan siempre es perfecto para que te conviertas en la persona que eres. —Saroj suavizó el tono—. Insisto: no busques culpables. No te sientas culpable, ni culpes a las cosas de ser como son. Sería un grave error. Yo también perdí a mis padres cuando era muy joven, pero no sería el hombre que soy ahora si no me hubiera educado Surpan. No fue culpa mía que mis padres tuvieran aquel accidente. Simplemente pasó. Confiaron mi tutela a Surpan de la noche a la mañana, y yo estaba aterrorizado, porque no lo conocía. Una de las primeras cosas que me preguntó fue qué quería hacer en la vida. Contesté, sin pensarlo, que quería hacerme cargo de la granja de mis padres. Entonces me dijo que mi único deber era ser yo mismo, sin tratar de convertirme en lo que los demás podían esperar de mí; me dio una semana para que reflexionara sobre ello, y me volvió a preguntar por mis sueños: entonces le dije que soñaba con estudiar para convertirme en maestro. Mis padres eran campesinos y nunca hubieran tenido suficiente dinero para pagármelo. Surpan me mostró el camino. Todo el trabajo que tenía que llevar a cabo. Me acompañó durante mis años de formación y me ayudó a planificar el colegio que pienso construir en un futuro próximo. Estoy en el buen camino. He formulado mi petición y mi voluntad ha sido escuchada. Como te he dicho, siempre podemos escoger entre ser conscientes o inconscientes, responsables o irresponsables. En ambos casos seguimos nuestro destino, pero nuestro grado de sufrimiento no es el mismo.

—¿Qué quieres decir?

—Que tienes la posibilidad de abrirte o de cerrarte en cada situación. Cuando decidiste ir a estudiar a Estados Unidos, tenías dos opciones. Podías abrirte y aceptar que habías hecho lo justo, porque era lo que siempre habías querido y habías aprobado el examen de acceso, o podías cerrarte e inscribirte en esa misma universidad, pero como si formara parte de la huida de un pasado doloroso: el de haber visto a tu novia en los brazos de otro. Sea como sea, habías pedido triunfar en el mundo de los negocios, y esa universidad era la que más se adecuaba a tu plan. ¡Obtuviste lo que habías pedido!