Capítulo 16583

De cómo pasamos por Ultraodre584, y de cómo Panurgo a punto estuvo de ser muerto585

Al instante tomamos la ruta de Ultraodre y contamos nuestras aventuras a Pantagruel, quien sintió muy gran conmiseración e hizo sobre ello unas elegías para pasar el tiempo. Llegados allí, descansamos un poco586, nos aprovisionamos de agua fresca, y tomamos también leña para nuestra reserva. Las gentes del país nos parecían por su fisionomía buenos compañeros y dados587 a la buena mesa. Estaban todos gordos como odres588, todos rebosaban de grasa y advertimos, lo que yo no había visto todavía en ningún otro país, que se hacían cortes en la piel, para que saliese la grasa589, ni más ni menos que los culomierderos590 de mi patria se acuchillan las calzas para que sobresalga el tafetán. Y decían que no lo hacían ni por vanidad ni por ostentación, sino porque de otra manera no cabían en la piel. Al hacerlo, también crecían más deprisa, como los jardineros entallan la corteza de los árboles jóvenes, para hacerles crecer más deprisa.

Cerca del puerto había una taberna de apariencia exterior hermosa y suntuosa y, al ver acudir a ella un gran número de ultraodrenses, de todos los sexos, de todas las edades y de todos los estados, pensamos que allí se celebraba algún notable festín y banquete. Pero se nos dijo que estaban invitados a los reventales591 del tabernero, y que acudían a toda prisa sus parientes próximos y amigos. No entendiendo esa jerga y pensando592 que en ese país al festín llamaban «reventales», como aquí llamamos «noviales», «esponsales», «ternerales»593, «esquilales»594, «segales»595, se nos advirtió de que en su tiempo el tabernero era un buen vividor, gran comilón y buen engullidor de sopas lionesas596, notable denigrador del reloj, que comía constantemente, como el huésped de Rouillac597, que después de rebosar durante diez años grasa en abundancia había llegado a sus reventales, y según la usanza del país terminaba sus días reventando, no pudiendo ya el peritoneo y la piel598, acuchillada durante tantos años, cerrar y retenerle las tripas, para que no se le saliesen fuera, como de un tonel desfondado.

—Pero —dijo Panurgo—, buenas gentes, no podríais atarle el vientre con buenas correas, o buenos gruesos cercos de serbal, e incluso de hierro, si es necesario. Así atado no echaría con tanta facilidad las entrañas fuera, y no reventaría tan pronto.

Apenas había dicho estas palabras, cuando oímos en el aire un sonido alto y estridente, como si un grueso roble se partiese en dos pedazos. Entonces nos dijeron los vecinos que se habían producido sus reventales, y que ese estruendo era el pedo de la muerte599. Entonces me acordé del venerable abad de Castilliers600, el que no se dignaba trajinarse a sus criadas nisi in pontificalibus601, el cual, importunado602 por sus parientes y amigos para que, en sus viejos días, renunciase a su abadía, dijo y afirmó que en modo alguno se despojaría antes de acostarse, y que el último pedo que soltaría su paternidad sería un pedo de abad.

583 En el manuscrito «39».

584 Juego de palabras: outre «ultra», «más allá» y «odre». Outre «Odre» y «Ultra» es el país del exceso. Adapto el nombre de la isla por medio de «Ultraodre». Los viajeros hacen lo que Mezquimicifuz les indicaba en el capítulo 13 (cf. n. 28).

585 Se anuncia un peligro para Panurgo que no se cumple. Es posible que este final del título esté desplazado y aluda a que Panurgo a punto estuvo de morir de miedo con el gran torbellino que se levantó en el mar, lo que se cuenta en el capítulo siguiente.

586 En el manuscrito, «conmiseración. Llegados, descansamos un poco, muy grande, e hizo sobre ello unas elegías para pasar el tiempo». Parecen desplazados «muy grande [muy gran conmiseración]» y «e hizo sobre ello unas elegías para pasar el tiempo».

587 En el manuscrito «muy dados».

588 Juego de palabras: oultrés «gordos como odres», «llenos en exceso» y «desmesurados».

589 Es posible que la idea de hacerse cortes en la piel para expulsar la grasa acumulada proceda de la leyenda del hipopótamo, del que se decía que, cuando estaba muy gordo por haber comido en exceso, se hacía una herida en la pata, con una caña recién cortada, para aliviar su cuerpo con la pérdida de sangre (Plinio, Historia natural, VIII, 96; Solino, Colección de hechos memorables, 32, 31).

590 Sallebrenaux: formado por sale «sucio» y brenaut, sobre bren «mierda», es decir, «mugrientos», «culomierderos». Por antífrasis, «lechuginos», «pisaverdes», «elegantes».

591 crevailles: sobre crever «reventar», «morir», con el sufijo -aille que aparece en fiançailles «pedida de mano», funérailles «funeral». Es el festín en el que se come hasta reventar. Adapto por medio de «reventales» y posteriormente traduzco enfiansailles por «noviales» para mantener la serie de terminaciones en «-ales».

592 En el manuscrito «pensábamos».

593 velenailles: probablemente fiesta por el nacimiento de un ternero. En el manuscrito, en su lugar, relevailles fiesta organizada cuando una mujer acudía por vez primera a la iglesia después de un parto.

594 tondailles: probablemente festín por el esquileo de los borregos. En el manuscrito, en su lugar, fondailles, probablemente festín para celebrar una fundación.

595 mestivales: fiesta de los segadores, del antiguo término mestive «siega».

596 Figuran entre los manjares que los gastrólatras ofrecen a Gáster en el capítulo 59 del Cuarto libro. Sopas de cebolla gratinadas con queso.

597 Localidad cercana a Angulema.

598 merade en el manuscrito. Sin duda había una palabra de difícil lectura que el editor de 1564 sustituyó por peau «piel». Probablemente se trataba de mesarée «mesenterio».

599 Parodia de «Le pas de la mort» («El paso de la muerte»), título de un poema atribuido a Georges Chastellain, poeta y cronista del siglo XV (Saulnier, 1982-1983, II, 198).

600 Probablemente Chastelliers (Poitou, hoy en el departamento de Deux-Sèvres, oeste de Francia), que contaba con una abadía cisterciense. Personaje del abad desconocido.

601 «si no era con vestidos pontificales». En el manuscrito falta desde «el que no se dignaba» hasta aquí.

602 En el manuscrito «siendo importunado».