Dos voces frente al espejo

PALOMA JIMÉNEZ GÁLVEZ

Me gusta pensar en la tensión que se establece entre el relato histórico y el relato de ficción. De ahí que, para abordar este ejercicio que ha desarrollado mi hermano con tremenda soltura y aventurándose en ambos terrenos sin intención precisa de separarlos, distinguirlos ni mucho menos buscando una justificación para hacerlo, he elegido rastrear las muescas de la identidad. Considera Paul Ricoeur que es imprescindible interpretarse a uno mismo a partir del régimen del relato histórico y del relato de ficción. José Alfredo Jiménez Gálvez se interpreta a sí mismo a través de esta narración que tiene una plataforma histórica pero que va mucho más allá porque se nutre de una sobredosis ficcional que la hace aún más verosímil.

Para Walter Benjamin “El recuerdo funda la cadena de la tradición que se retransmite de generación en generación”1. Heredar el recuerdo nos exige no romper la cadena, los hijos somos los eslabones que engarzan el pretérito y el porvenir, el árbol genealógico que engrandece la fronda y permite conservar la gesta familiar. En este libro de recuerdos, anécdotas y testimonios, José Alfredo Jiménez hijo revive la figura del padre que él conoció. El formato que ha elegido es lúdico, placentero y comprometido, pues una entrevista permite el encuentro de las voces, la expresión individual, la opinión íntima, entrañable que evoca el recuerdo y la vivencia como una charla ligera que anida en la distancia de la memoria y la recreación. Para mí ambas voces se funden porque las dos me son demasiado cercanas, tan familiares y próximas que por momentos no distingo la una de la otra, quizá porque los padres se prolongan en los hijos y el hijo se apropia de la figura del padre, se identifica con él, se somete y, en palabras de Ricoeur, lo refigura.

Uno nunca se acostumbra a no hablar con los muertos que conoció, a no contarles lo que se imagina que habría sido de su diversión o interés, a no presentarles a las personas importantes nuevas o a los nietos póstumos si los hay, a no darles las buenas o malas noticias que nos afectan y que tal vez los habrían afectado a ellos también, de seguir en el mundo y poderse enterar.2

La comunicación que se entabla en este texto brinda la oportunidad de entrecruzar los umbrales, de contarle a José Alfredo Jiménez lo que no pudo presenciar en vida, aquello que sembró y que nosotros hemos recolectado y cuidado para preservar la tradición y poder heredarla a sus futuros descendientes y, por otra parte, tendremos la oportunidad de escucharlo a él como solo pudo oírlo su hijo y él lo ha narrado para compartirlo con nosotros, sus lectores, en este relato a dos voces frente al espejo.

Cuajimalpa, 14 de julio de 2015.

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Notas:

1 Benjamin, Walter. Sujeto y relato. Antología de textos teóricos. México: unam, 2009. p. 45.

2 Marías, Javier. Así empieza lo malo. Madrid: Alfaguara, 2014. Documento de Kindle p. 1718.

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