La tela del mono oprimía dolorosamente la rodilla hinchada. Removiéndose en el asiento, Thondup buscó una posición más cómoda. «Habría que cortar la pernera… Pero la hinchazón debe empezar a reducirse pronto; vale más aguantar un poco. Al menos me ayuda a conservarme despierto…». Bostezó. «De todas formas, necesito descanso; que Gema informe sola, puede hacerlo mucho mejor que yo». Dejó caer los párpados sobre los enrojecidos ojos. La voz de Gema llegaba claramente a sus oídos, pero al principio no se molestó en escuchar. «No está diciendo nada que no sepa ya… Aunque…». Prestó atención. «¿Qué tiene? Ese no es su tono normal; ni el que le corresponde en su nuevo estado». Reabrió los ojos. «Todavía no se ha acostumbrado a que él no la ve; tiene bajo control su expresión facial… ¿Por qué? ¿Intentará ocultar de mí algo? ¿Qué puede ser?». Ya despierto del todo, siguió las inflexiones de la voz de Gema. «Es indudable; trata de reservarse algo. De mí. No; se ve que está concentrada en Isanusi. ¿Qué querrá ocultarle? ¿Su verdadero estado? ¿Para qué? Es absurdo, no tiene sentido». Olvidándose de la pierna, se enderezó en el asiento para escuchar mejor:
—…todo ese aflujo extra de energía pasó a tus receptores nerviosos. Todavía debo hacer una biopsia para ver el estado real de tus neuronas, pero, sin duda, el sistema periférico debe estar gravemente afectado, tal vez de forma irrevocable…
«No. No es su estado lo que intenta ocultarle… ¿Entonces qué?».
—… podrías acordarte de algo importante; qué sueños tenías en el momento en que ocurrió el choque. Si lo recuerdas, no dudo que podrás identificar el momento exacto; debió...
Inadvertidamente, la mano de Thondup cayó sobre la rodilla lesionada; olvidándose del ramalazo de dolor, se mordió los labios, disgustado consigo mismo. «¿Cómo no se me ocurrió antes? Allí debe estar la razón de la afectación desigual de las vías sensoriales…».
Con voz ronca, casi irreconocible, Isanusi comenzó:
—Soñaba que estaba en la Tierra…
Se formó una involuntaria sonrisa en los labios de Thondup. «Sobraba decirlo; ¿cuándo dejaremos de soñar con ella?». La sonrisa fue sustituida por una expresión abstraída: «Sin lugar a dudas, cuando la volvamos a tener bajo nuestros pies; si es que esto pudiera ocurrir…». Frunció el entrecejo. «Atiende; no divagues». Y volvió a escuchar.
—…en vez de rodear el barranco, decidí saltarlo: Y cuando ya estaba en pleno salto, casi llegando a la orilla opuesta, sentí… No me es fácil explicarlo, Gema, pero no tengo la menor duda de que en ese momento ocurrió el accidente. Sentí como… como si mis ojos, y todo mi cuerpo, se quemaran.
La cabeza de Gema osciló despacio de arriba abajo, asintiendo. Reanudó el interrogatorio:
—Trata de recordar, Isanusi: En el momento en que ocurrió eso, ¿no estabas hablando o escuchando algo?
«Es obvio… pero no está de más verificarlo: Como es natural, el hipnotrón afectó solo los sentidos sobre los que actuaba en forma directa…». Interrumpió sus pensamientos para oír la respuesta de Isanusi:
—Exacto: Ni hablaba, ni escuchaba. En cambio, tenía el cuerpo contraído, preparado para tocar tierra… Y también recuerdo la sensación del aire cálido que chocaba contra mi piel… Tenía la vista fija en un arbusto de la orilla donde iba a caer. Me parece que aún podría contar todas sus hojas…
Gema comentó con voz inexpresiva:
—Sí, todo está claro ahora.
Hubo un prolongado silencio en el gabinete fisiológico. Isanusi lo quebró, preguntándole a Gema:
—¿Ya terminaste el informe?
—Sí.
Los ojos de Thondup se fijaron, reprobadores, en Gema. Ella le sostuvo la mirada… «Conque era eso lo que quería ocultarle… Pero, ¿por qué? Si fue capaz de decirle sin tapujos sobre su estado físico… No comprendo». Bajó la vista al suelo. «¿Y qué hacer ahora? Si intervengo, podría afectar el equilibrio interno del grupo… ¿De qué grupo?». Suspiró. «De todas formas, debería ser ella misma quien corrigiera…». A su conciencia llegó la percepción de que Isanusi estaba hablándole desde hacía un rato, y parpadeó:
—Perdona, no estaba escuchando: ¿Qué decías?
Gema intervino, su semblante inmutable:
—Isanusi te decía que no podía entender por qué, si eso era todo, tú tomaste la decisión de activar mi condicionamiento.
Se volvió hacia el módulo antes de continuar:
—No es necesario que él te responda; puedo hacerlo yo misma. —Tomó aliento—. Como te había dicho, el siderolito se desintegró al entrar en la cabina de control… Lo que faltó decirte fue que su fragmento principal perforó el tabique entre la cabina y el laboratorio central, atravesó este último en toda su extensión, y terminó incrustándose en la pared opuesta, la del generador nuclear. No llegó a traspasarla por completo, o no estaríamos hablando ahora aquí, pero abrió una grieta bastante profunda en el revestimento de protección. En ese momento me encontraba en el laboratorio central, inconsciente. Calculo que permanecí expuesta a las radiaciones unos tres minutos, hasta que Thondup llegó; juntos, debimos estar otros cuatro o cinco minutos… Después, mientras reparaba los paneles, Thondup descubrió esa grieta. Es posible que su tiempo total de exposición haya sido menor que el mío; pero para tapar la grieta debió acercarse bastante, mientras que mi exposición transcurrió en el extremo opuesto del laboratorio… En todo caso, carezco de los elementos necesarios para cuantificar la intensidad de la irradiación recibida, pero de una forma aproximada, con base en los síntomas experimentados y la radiación residual en nuestras ropas, puedo decir que es bastante probable que la dosis haya sido mortal.
Durante algunos segundos, los labios de Isanusi se movieron sin emitir sonidos… Finalmente, interrogó:
—Gema, ¿te es posible precisar de algún modo el daño que recibieron?
La muchacha se encogió de hombros.
—De una forma inmediata, no. Habría que estudiar la evolución de Thondup y mía durante los próximos días… Si se pudiera adaptar el microanalizador al estudio de muestras sanguíneas, se podría obtener un pronóstico confiable en, digamos, cinco o seis días… Antes, no.
Otra pausa, y volvió o hablar el jefe del grupo Titán:
—No cabe la menor duda de que la situación es difícil, Y promete serlo más aún en el futuro… Pero no podemos perder de vista lo esencial; la Sviatagor debe llegar a la Tierra, pese a las pérdidas experimentadas o por experimentar. Veamos nuestras posibilidades reales: Palas ha sido destruida, Alix está muerta y yo, imposibilitado físicamente; pero gracias al condicionamiento, Gema podrá sustituirnos satisfactoriamente… Claro, no se puede obviar el problema de la contaminación radioactiva sufrida por ustedes; el programa de acción definitivo no podrá ser trazado antes de saber sus posibilidades reales de supervivencia. Habrá que esperar hasta entonces… Pero mientras tanto, hay trabajo que hacer, y mucho. En primer lugar, debemos reconstruir el sistema de protección de la nave; es cierto que nos hemos alejado del plano de mayor densidad material alrededor del sol, pero eso no implica que la densidad material del espacio que atravesamos sea nula. Aunque menos probable, la posibilidad de chocar con un macrolito todavía existe. Thondup, deberás conectar el sistema de radiodetección con una de las memorias sobrevivientes de Palas, y programarla para que cambie automáticamente de rumbo apenas detecte alguna masa en nuestro camino… Gema, tú elaborarás una nueva trayectoria de aproximación a la Tierra. Pero no directamente, sino procurando desplazarnos de forma paralela al plano planetario; en caso contrario, te verías obligada a rectificar continuamente el rumbo. No olvides que nos estamos aproximando al cinturón de asteroides…
—No puedo olvidar, Isanusi.
Las cejas de Isanusi asintieron.
—Soy yo el que olvido a veces… Continuemos; tendrás bastante trabajo conmigo, con el estudio de Thondup y tuyo, con el mantenimiento de los cultivos nutricionales y las condiciones vitales dentro de la nave ahora que nos falta Palas… Pero debes reservar alguna parte de tu tiempo para pensar… —Isanusi tosió, repetidamente. Tardó algún tiempo en recuperar el aliento y continuar—: Pensar en qué podremos hacer, en el peor de los casos posibles, para garantizar que la Sviatagor regrese… Thondup, a ti te toca el sistema de protección antisiderolítico, la adaptación del microanalizador, la reparación de todo lo que sea humanamente reparable; no sabemos qué nos hará falta para cumplir nuestra misión. Además, tendrás que chequear periódicamente todas las instalaciones: no está Palas para avisarnos cuando se produzca algún fallo… Tienes una posibilidad que te envidiaría cualquier otro sicosociólogo: estudiar a Gema en su nuevo estado, verificar su eficacia; no la desaproveches. Veremos quién de los dos tenía razón… Y piensa también tú; en la situación actual están involucrados factores de tipo sociológico que nos afectarán… —Hizo una pausa más prolongada para tomar aliento. Continuó—: que nos están afectando ya. —Intentó una sonrisa, y consiguió algo de aceptable parecido. Inquirió:
—¿Qué hora es, Gema?
Sin molestarse en mirar el reloj en la pared, la muchacha contestó:
—Las 00:23 hrs.
—¿Tan tarde? Necesitan descanso… Pero antes hará falta que dejes instalado el sistema de protección, Thondup; sin él, quizás no volveríamos a despertarnos. —De forma mecánica, Thondup sonrió. Isanusi concluyó—: Puedes retirarte.
Thondup y Gema se levantaron simultáneamente.
—Tú no, Gema. —La muchacha se detuvo a medio camino entre la puerta y el módulo—. Todavía tengo que hablar contigo…