CAPÍTULO 15

Julio de 2016
Tres semanas antes del rapto

NICOLE ESTABA TENDIDA SOBRE UNA toalla en la proa de la lancha ArrowCat de Rachel. Habían fondeado hacía una hora y, enfundadas en sus bikinis, absorbían el cálido sol de la tarde mientras que otras lanchas se aproximaban lentamente y anclaban a su alrededor. No lejos de allí estaba Eddie’s, un bar en una islita en medio de la bahía, que servía comida frita y cerveza. En el verano siempre había lanchas ancladas o flotando alrededor de la isla y música a todo volumen de la banda que tocaba en la terraza de Eddie’s.

—¿Dónde estuviste la otra noche? —preguntó Jessica.

Nicole estaba de espaldas, con los brazos a los costados y lentes oscuros cubriéndole los ojos cerrados.

—Ocupada.

—¿Con el Hombre Misterioso?

—Puede ser.

—¿Qué hicieron? ¿Te invita a cenar, por ejemplo?

—No es tan cursi —respondió Nicole.

Jessica y Rachel aguardaron a que siguiera.

—Pasamos tiempo juntos, nada más.

Nicole no pensaba contarles a sus amigas la aventura de la otra noche. No solo no comprenderían el club, sino que la catalogarían de inestable o demente.

—Ay, por Dios —se quejó Jessica—. ¿Cuál es el gran secreto?

—No hay secreto. Es solo que no lo entenderían. No es como los chicos con quienes salimos. Como los idiotas que el fin de semana pasado no se atrevían a quitarse los trajes de baño en la fiesta de Matt. Ay, por favor… ¿cuál es el puto problema? Es un pene, por Dios, maduremos.

Rachel y Jessica lanzaron una carcajada.

—Nunca me voy a olvidar de la cara de Chris Harmon —dijo Jessica—. Te miraba embobado en la plataforma; ni siquiera le importó que te dieras cuenta. Creo que estaba en trance.

—Seguro que soy la primera chica desnuda que el muy pervertido ve fuera de la pantalla de su computadora. Y por supuesto, fue el único que no participó.

—Él y Brandon. ¡Gracias a Dios! —rió Rachel—. ¿Se imaginan su cuerpito desgarbado, desnudo y mojado?

—Ay, no —exclamó Jessica—. ¡Basta, te lo pido!

—Me van a hacer vomitar —anunció Nicole, incorporándose sobre los codos para observar las lanchas que comenzaban a arremolinarse alrededor de ellas. Era viernes por la tarde y la bahía estaba a pleno—. Lo que más me impresiona —continuó— es que se hayan desnudado esas pacatas.

—¿Quién? ¿Megan?

—Sí. ¡No lo podía creer!

—Estuvo muy bien esa noche —dijo Rachel—. Se mezcló mucho con todas nosotras.

—Solo vino a la plataforma por Matt. No podía soportar la idea de que estuviera a solas conmigo: ¡que Dios no lo permita!

—Dile que tienes un novio misterioso —le recomendó Jessica—. Dejará de preocuparse, entonces.

Mientras Jessica hablaba, una bombita de agua cayó del cielo y salpicó la cubierta junto a ellas.

—¿Qué mierda…?

Miraron a su alrededor y vieron a Matt con sus amigos en la lancha frente a ellas.

—¡Bombardeo! —gritó Matt.

Nicole le hizo un gesto obsceno con el dedo medio.

—¡Guárdatelo! —gritó Matt. Estaba de pie en la proa de la lancha; el abdomen musculoso se le afinaba en la línea de la cadera, sobre la que descansaba su short. El vello torácico le llegaba al ombligo y luego bajaba hasta el traje de baño. Nicole tuvo que admitir que, por más cansada que estuviera de los muchachos del bachillerato, Matt Wellington le despertaba interés. Había estado observando a todos los muchachos el fin de semana anterior y había decidido que Matt era el único hombre entre ellos.

—¿O qué? —lo desafió Nicole.

—O iré hasta allí y te lo haré guardar.

Nicole se limitó a sonreír detrás de los lentes oscuros y mantuvo el dedo medio elevado, levantando aún más el brazo. Sin vacilar, Matt se zambulló y nadó hasta la lancha de Rachel. Trepó sin esfuerzo a la plataforma de popa, dejando que el agua le chorreara del cuerpo. Jessica y Rachel rieron al verlo acercarse.

—Estás muerta, Nic —anunció Jessica.

—Ni se te ocurra ponerme una mano encima —exclamó Nicole con una sonrisa que contradecía intencionalmente el tono de voz severo. Deseaba que le pusiera las manos encima.

Matt la levantó, con toalla y todo, mientras Nicole chillaba. Cargándola en los brazos, saltó al agua. Esto provocó aullidos en las embarcaciones cercanas, cuyos ocupantes observaban el espectáculo. Alborotando el agua, Nicole manoteó los lentes antes de que se hundieran y Matt recuperó la toalla.

—Eres un idiota —exclamó Nicole desde el agua.

—Eso te pasa por levantarme el dedo. La próxima vez, escucha mi advertencia.

Nicole se puso a flotar de espaldas, con los lentes cubriéndole los ojos.

—Estoy demasiado cansada para nadar. Arrástrame hasta tu lancha.

Matt la tomó desde atrás, como un guardavida, y la llevó nadando hasta la popa de la lancha.

—¿Tienen cerveza?

—Sí —respondió Matt—. Robamos algunas del garaje de mi papá.

Nicole rodó en el agua y le puso los brazos alrededor del cuello, con el pecho contra su espalda.

—Qué bien. Súbeme, necesito una cerveza.

Matt trepó por la escalerilla con Nicole colgando de su espalda. Una vez arriba, Nicole lo soltó y Matt escurrió la toalla y la colgó sobre la barandilla para que se secara. Bajó a la cabina, entrechocando manos con sus dos compañeros.

Cónsiganme una cerveza, muchachos —dijo Nicole.

Matt bajó tres escalones a la cabina y abrió el refrigerador empotrado bajo la mesa. Destapó una Bud Light y, subiendo, se la alcanzó a Nicole.

—No la muestres mucho, por si viene la policía.

Sentada en el asiento frente al timón, Nicole bebió mitad de la cerveza en cinco tragos, queriendo impresionar a Matt y sus dos amigos del equipo de lucha libre. Soltó un eructo sonoro y se dirigió a los varones.

—¿Qué van a hacer hoy, niñitos?

—Pasaremos la tarde aquí —respondió Matt—. Luego, tal vez vayamos a la casa de Sullivan. Invitó a varios. O al centro. Está el festival callejero; dicen que habrá música en vivo. ¿Y ustedes?

Nicole se encogió de hombros.

—No sé, todavía. Estamos en la casa de Rachel. Estuvimos hablando sobre el festival. —Bebió el resto de la cerveza—. ¿Tienes suficiente como para Jess y Rachel?

—Ajá —respondió Matt.

Nicole se volvió para mirar la lancha de Rachel, que estaba a veinte metros.

—Chicos, ¿por qué no van y las toman por sorpresa? Apuesto a que se mueren —dijo a los dos muchachos, que rieron y se volvieron para mirar a Jessica y Rachel que tomaban sol de espaldas, con los ojos cerrados. Como dos perros obedientes, tomaron la sugerencia de Nicole y se metieron sigilosamente al agua para comenzar la misión.

Nicole los vio acercarse hacia la lancha, luego volvió la vista hacia Matt.

—Necesito otra cerveza.

—Bebes como un marinero.

Matt bajó a la cabina. Nicole se puso de pie y lo siguió. El espacio era pequeño: un refrigerador, la mesa, un fregadero y alacenas. A Nicole le pareció perfecto.

—Aquí estoy —anunció justo cuando Matt estaba por tomar una cerveza.

El giró rápidamente y se encontraron cara a cara en el reducido espacio. El cuerpo de Nicole se había secado al sol mientras bebía la primera cerveza, pero el cabello seguía mojado y le colgaba sobre los hombros. Envolvió los brazos alrededor del cuello de Matt y entrelazó los dedos.

De manera instintiva, él le puso las manos en la cintura.

—¿Qué pasa, Cutty?

—Ni siquiera me miraste la otra noche —se quejó, haciendo pucheros.

—¿Cuándo?

—En tu fiesta, cuando fuimos todos a la plataforma.

Matt rió.

—Créeme, todos nos miramos unos a otros. Aunque estaba demasiado oscuro como para ver algo.

Nicole sonrió y arqueó las cejas.

—¿Ah, miraste, entonces?

Matt asintió.

—Me declaro culpable.

—¿Me veía gorda?

—¡Pero qué pregunta tan tonta!

—¿Entonces por qué terminaste enganchándote con esa insulsa?

—¿Megan? Me cae bien. Ambos iremos a Duke en el otoño.

—¿Es tu novia, entonces?

—No tengo novia.

—Qué suerte —dijo Nicole, inclinándose hacia adelante para besarlo.

Matt le devolvió el beso durante unos segundos.

—Mmm, no es una buena idea —dijo.

—¿Por qué? —quiso saber Nicole, mirándolo a los ojos—. No tienes novia, dijiste. —Lo besó de nuevo y le pasó las manos por la espalda, trayéndolas luego hacia adelante y pellizcándolo a la altura del traje de baño.

Matt le tomó las manos y rió.

—¿Qué te agarró?

—¿Quieres irte a la universidad sin haber ligado nada durante el verano?

—¿Quién te dijo que no ligo nada? No conoces mi historia.

—Es cierto. Pero lo que sí conozco es tu futuro, si sigues saliendo con Megan McDonald. Se llama celibato. —Lo besó de nuevo y le mordió el labio inferior—. Pero… —siguió besándolo y, liberando su mano de las de Matt, le pasó los dedos por la parte delantera del traje de baño— …si necesitas algo de acción antes de irte a la universidad, recuerda: no todas las chicas de Emerson Bay son princesas pacatas.

Oyeron gritos y risas cuando los amigos de Matt les tendieron la emboscada a Jessica y Rachel y las arrojaron al agua.

—Ay, qué pena —dijo Nicole, pellizcándole la entrepierna, lo que hizo que Matt diera un respingo—. Perdiste la oportunidad. —Arqueó las cejas, se pasó la lengua por los labios y adoptó una expresión de fingida tristeza—. Una lástima; hubiera estado divertido.

Pasó junto a él hacia el refrigerador, tomó tres cervezas, subió los escalones y salió a la luz del sol.