CAPÍTULO 52
Agosto de 2016
La noche del rapto
CASEY MIRÓ LAS LUCES DEL auto de Nicole por el espejo retrovisor, para comprobar que lo seguía. No había respondido al sonido del teléfono. Estaba seguro de que era Nicole para preguntar por qué no se estaban dirigiendo a la Cervecería Coleman’s. La melodía de llamada del teléfono, la canción “Sweet Home Alabama”, era un contraste melodioso con el llanto y las súplicas de la chica histérica en el asiento trasero, que no paraba de llamar a su padre. Casey subió el volumen de la radio.
Cuando llegó a destino, bajó y abrió el portón de hierro. Nicole le gritó algo por la ventanilla del coche, pero Casey no le prestó atención. Volvió a subirse al Buick e ingresó en la oscuridad; tomó por la calle sinuosa y anduvo varios minutos. Finalmente, bañado en una negrura absoluta, detuvo el coche y puso el freno de mano. Nicole estacionó detrás de él. El llanto de la chica había comenzado a aplacarse; el sedante estaba haciendo efecto, por fin. Casey cerró la puerta y fue hasta el coche de Nicole.
—¿Dónde estamos? Este sitio me da mala espina.
—Confía en mi —dijo Casey, sentándose en el asiento del pasajero—. Lo que planeé es mejor que el galpón de la cervecería.
Nicole contempló las casas abandonadas y oscuras.
—¿Crees que podrá encontrar el camino de vuelta desde aquí? ¿Dónde mierda estamos?
Casey no respondió. Necesitaba que la ketamina actuara unos momentos más. Subió el volumen de la radio de Nicole.
—¿Qué te pareció mi técnica?
—Sádica —respondió Nicole—. ¿Se volvió loca en tu coche?
Casey no deseaba hablar de la chica, por lo que deslizó una mano por el muslo de Nicole.
—¿Te excitó?
—Un poco —respondió ella—. ¿Cuándo le damos un buen susto?
Casey miró el reloj.
—Dentro de veinte minutos.
Se inclinó hacia ella y le mordió el lóbulo de la oreja. Retozaron en el coche, sin darse cuenta de que había otro automóvil en la calle. Tenía las luces apagadas y el conductor observaba desde la oscuridad, ardiendo de nerviosismo y deseo. Su pedido había llegado. Una chica nueva. Una chica a la que iba amar y cuidar más que a ninguna otra. Pero la emoción se vio contrarrestada por la vena que comenzó a latirle en el cuello.
El Buick Regal no estaba solo. Un segundo auto había ingresado en el mundo secreto de Stellar Heights.