CAPÍTULO 55
Noviembre de 2017
Catorce meses después de la huida de Megan
MEGAN ECHÓ A ANDAR CON la linterna hacia una de las casas vacías. Livia la siguió. Era una construcción a oscuras varios metros más arriba de donde habían estacionado, vecina a la que estaba iluminada por las luces del coche.
—Por supuesto que escapaste de la cabaña —insistió Livia—. La policía sabe que estuviste allí. Había huellas tuyas sobre la manija de la puerta. Encontraron la bolsa que te cubría la cabeza: tenía cabellos tuyos. Fue real, Megan, aquella noche te escapaste. Corriste por el bosque hasta que el señor Steinman te encontró sobre la 57.
Megan, unos pasos delante de Livia, respondió por encima del hombro.
—Sí. La cabaña fue real. Todo fue real. El bosque, la carretera, el señor Steinman, también. Pero la huida, no. Los medios la inventaron. Dana Campbell y todos los demás, sedientos de sensacionalismo. Todo el país se tragó el mito y lo echaron a rodar. Hasta yo lo hice. Adorné los detalles en el libro hasta que me creí mi propia historia. Pero no es verdad.
Siguió caminando hacia la casa. El haz de luz de la linterna se agrandó sobre el ladrillo exterior. Megan corrió a la parte trasera de la casa e iluminó las ventanas de estilo inglés del sótano. La luz penetró en la habitación vacía. No había tablones de madera. Iluminó la casa siguiente, a cien metros de distancia, entre restos de construcción y escombros, y echó a correr hacia ella.
Livia trató de alcanzarla; tropezó sobre los escombros y por fin se detuvo junto a Megan.
—Cuéntame de la cabaña, Megan. ¿Cuál es la mentira en la historia?
—Yo no me escapé. Él dejó la puerta de la cabaña abierta. Para que huyera.
—¿Pero por qué, Megan? ¿Por qué haría una cosa así?
—Porque no había otra forma.
—Despacio, despacio. Ayúdame a entender.
Megan fue a la parte trasera de la casa e iluminó las ventanas del sótano. La luz chocó contra los tablones que las cubrían. Livia vio las ventanas entablonadas y recordó de inmediato la sección del libro de Megan que las describía. La sensación le produjo escalofríos.
—Es aquí —anunció Megan, con tono maravillado—. ¡Lo encontré! —Miró a Livia durante un largo instante—. Sé quién me raptó, Livia. Y aquí es donde me tuvo prisionera.