El largo y lento proceso del desarrollo de la diabetes de Tipo 2 puede tomar años. Los síntomas pueden desarrollarse tan gradualmente que usted no los nota, al menos no inicialmente. De hecho, muchos casos de diabetes son diagnosticados sólo porque la persona fue al médico por otra dolencia. Su organismo puede tener problemas para regular la insulina y los niveles de azúcar en la sangre mucho antes que usted pueda notar cualquier síntoma de diabetes.
Hemos utilizado los términos glucosa sanguínea y azúcar sanguíneo varias veces, y lo seguiremos haciendo. Veamos más de cerca la glucosa y la forma en que la utiliza el cuerpo. Es una forma simple del azúcar, uno de los combustibles primarios del organismo para obtener energía, y se deriva primordialmente de los carbohidratos. (La grasa es la fuente adicional de energía que tiene su cuerpo.) Así, la glucosa sanguínea es la cantidad de azúcar presente en la corriente sanguínea en un momento dado. Esta cantidad puede variar un poco a lo largo del día; generalmente es más alta después de las comidas, y más baja entre éstas. En circunstancias normales, el cuerpo también puede elaborar glucosa a partir de las proteínas dietarias, de tal forma que su nivel de azúcar sanguíneo pueda mantenerse.
Aunque los términos glucosa sanguínea y azúcar sanguíneo se utilizan a menudo de forma intercambiable, la glucosa y el azúcar no son exactamente la misma cosa. Pero ya que la glucosa y el azúcar de la sangre son términos utilizados para describir la cantidad de glucosa en su corriente sanguínea, utilizaremos los dos términos alternativamente.
Si su mecanismo de azúcar sanguíneo funciona normalmente y usted come alimentos ricos en carbohidratos, como un plato de espaguetis, su cuerpo comienza a convertir la pasta almidonada en glucosa en el instante en que entra a su boca. (Usted mismo puede comprobar esto si mastica un espagueti cocido y lo mantiene un momento en la boca. A medida que las enzimas de su saliva comienzan a disolver los carbohidratos, notará un leve sabor azucarado.) El carbohidrato sigue siendo disuelto por su sistema digestivo, pero un poco de glucosa entra a la corriente sanguínea casi inmediatamente.
Cuando su azúcar en la sangre comienza a elevarse, el páncreas libera la suficiente cantidad de insulina para contrarrestarla. El organismo prefiere mantener el nivel de glucosa dentro de un rango medianamente estrecho, de modo que libera insulina rápidamente para llevar la glucosa dentro de las células, donde puede ser convertida en energía. Si hay más glucosa de la que pueden manejar las células, el organismo almacena esa cantidad adicional como glucógeno en el hígado y en las células musculares, para futuras necesidades energéticas. Una vez que las zonas de almacenamiento de glucógeno están llenas, cualquier glucosa restante se almacena como grasa corporal.
Normalmente, después de ingerir una comida que contiene proteína, grasa y carbohidratos, usted esperaría que la glucosa y la insulina aumentaran como es debido y luego disminuyeran lentamente durante las horas siguientes, sin mayores cambios que puedan tener consecuencias.
Así es como debería funcionar. Sin embargo, si usted está en riesgo de contraer diabetes, su azúcar sanguíneo e insulina pueden comenzar—de forma gradual—a desequilibrarse mutuamente. Es un proceso lento que ocurre por etapas y en donde las dos sustancias se funden una con otra de modo imperceptible.
A pesar de que la evolución hacia la diabetes es lenta y peligrosa, el Doctor Atkins observó, luego de evaluar durante décadas a pacientes con anormalidades del azúcar en la sangre, que ésta puede dividirse en seis etapas diferentes. Sus observaciones son similares a aquellas realizadas por otros investigadores en esta área.1 Las primeras seis etapas son consideradas como hitos en el camino hacia la diabetes:
Discutiremos en mayor detalle estas seis etapas en el transcurso de este libro, comenzando por las primeras tres etapas de resistencia a la insulina, a medida que empeora y lleva a la producción excesiva de insulina e hipoglicemia.
Los primeros pasos en el camino de la diabetes usualmente comienzan con un consumo excesivo de carbohidratos o con una dieta rica en azúcares que conduce a un exceso de glucosa que está siendo acumulada como grasa. ¿Cuál es el resultado? El aumento de peso. A medida que usted sube de peso se vuelve gradualmente resistente a la insulina, lo que significa que sus células comienzan a responder menos a los efectos de la insulina. ¿Por qué? Es una muy buena pregunta, y a pesar de su importancia, la ciencia médica todavía no tiene una buena respuesta. (Actualmente muchos investigadores creen que una de las causas subyacentes es la inflamación, pero recién se está comenzando a comprender cuál es el origen de ésta.) 2, 3, 4
Su resistencia a la insulina será mayor a medida que acumule grasas. Aunque no todo el que tiene sobrepeso es resistente a la insulina, cuanto más sobrepeso tenga, mayor probabilidad tendrá a ser resistente a la insulina. Por otro lado, en algunas personas la resistencia a la insulina comienza con un peso corporal normal y puede empeorar debido a una dieta rica en carbohidratos, aunque el peso corporal se mantenga normal. Para estas personas, la resistencia a la insulina quizá se deba a factores genéticos o a otros que aún no se han comprendido bien. Afortunadamente, un estilo de vida de carbohidratos controlados beneficia a casi todas las personas que sean resistentes a la insulina, así tengan sobrepeso o no. Esto se debe a que si se controlan los carbohidratos, las células recobrarán su capacidad para responder apropiadamente a la insulina, incluso si el paciente no necesita perder peso.5, 6
Para compensar la resistencia a la insulina, el páncreas secreta insulina adicional en un intento por forzar a las células a recibir glucosa y a mantener su azúcar sanguíneo dentro del rango normal, es decir, lo que los médicos denominan como hiperinsulinemia, un exceso de insulina en la sangre. Lo que ocurre luego es que el leve aumento y caída de glucosa e insulina en su corriente sanguínea se desequilibra después de una comida. Para reducir los altos niveles de glucosa, el páncreas produce una gran cantidad extra de insulina.
Con el paso del tiempo, su azúcar sanguíneo y su producción de insulina se desequilibran cada vez más. El azúcar de su sangre se eleva, el aumento de insulina tarda más, y cuando esto ocurre, usted produce más insulina de la necesaria. Cuando finalmente la insulina es producida, su glucosa disminuye por debajo del nivel normal, causando una hipoglicemia reactiva o un bajo nivel de azúcar sanguíneo.
Si usted tiene hipoglicemia, podría experimentar varios síntomas, incluyendo incrementos y disminuciones en sus niveles de energía, temblores, irritabilidad e incluso dificultad para pensar con claridad. Probablemente también sentirá ansias de sus carbohidratos favoritos, a medida que el organismo intenta elevar de nuevo el nivel de azúcar sanguíneo, lo que lo subirá de nuevo en la montaña rusa del azúcar sanguíneo. El caso más dramático en este aspecto entre los pacientes del Doctor Atkins fue el de Warren S., de treinta y cinco años de edad, quien acudió a él porque las fluctuaciones del azúcar sanguíneo estaban causándole ataques de pánico, mareos, dolores de cabeza y otra serie de síntomas molestos. Dos semanas después de haber comenzado con el programa de control de carbohidratos, le dijo al Doctor Atkins: “Soy una persona diferente.” Y lo era, sus síntomas habían mejorado casi de inmediato.
Las primeras tres etapas de la evolución hacia la diabetes pueden durar meses o incluso años, antes de que usted pase a la siguiente. Sin embargo, después de un tiempo, ni aún toda esa insulina adicional puede hacer que la glucosa entre en las células. La cantidad de azúcar en su sangre comienza a subir más allá de lo normal. Para entonces, habrá alcanzado la cuarta etapa: usted no sólo tendrá hiperinsulinemia sino también hiperglucemia, es decir, altos niveles de azúcar sanguíneo. Lo que algunas personas desarrollarán luego es lo que se llama una curva de altibajos. Una o dos horas después de comer un alimento rico en carbohidratos, el azúcar se eleva más de lo debido, causando síntomas tales como la somnolencia o un fuerte deseo de hacer una siesta. Esto es seguido por un fuerte aumento en la producción de insulina, la cual causa hipoglicemia, con los síntomas descritos anteriormente. Esta etapa, en la que el azúcar sanguíneo sobrepasa temporalmente los 140 mg/dL (miligramos por decilitro) dos horas después de una prueba de tolerancia a la glucosa, pero es inferior a los 200 mg/dL, se denomina como mala tolerancia a la glucosa. (En el Capítulo 6, Diagnóstico: Diabetes, explicaremos en mayor detalle cómo medimos los niveles de azúcar y cuál es su significado. )
A medida que la afección aumenta, su azúcar sanguíneo en ayunas (la cantidad de azúcar en su sangre después de ocho o doce horas de ayuno) comenzará a aumentar lentamente. Si su azúcar sanguíneo en ayunas alcanza un nivel entre 100 mg/dL y 125 mg/dL, quiere decir que usted tiene trastornos de glucosa en ayunas o prediabetes. El Doctor Atkins observó que los individuos que tienen esta afección también podrían tener niveles de azúcar sanguíneo por encima de lo normal después de ingerir una comida rica en carbohidratos. Florence S. es un buen ejemplo. A la edad de sesenta y un años, con 5 pies y 3 pulgadas de estatura, pesaba 141 libras. Tenía síntomas de síndrome metabólico y tomaba varios medicamentos para la hipertensión y los lípidos anormales. Durante la prueba de tolerancia a la glucosa (TTG), su azúcar en ayunas estaba en 114, síntoma de prediabetes; media hora después del TTG, su nivel de azúcar era de 198, una hora después era de 215, dos horas después era de 173, tres horas después era de 83, cuatro horas después era de 76 y cinco horas después era de 89. Como usted aprenderá más adelante, este patrón de azúcar sanguíneo es lo que el Doctor Atkins denominó como curva de altibajos.
Si tiene tolerancia anormal a la glucosa o glucosa alterada en ayunas, usted padece lo que se conoce como prediabetes. Y esto es delicado, tanto que tendremos que dedicar todo el Capítulo 5 a hablar de la prediabetes y de la incidencia en su salud.
A menos que se tomen medidas para detener el ciclo subyacente de resistencia a la insulina y de hiperinsulinemia, el mecanismo compensatorio de la sobreproducción de insulina seguirá funcionando. A medida que su resistencia a la insulina se vuelve más severa, sus niveles de azúcar sanguíneo se harán cada vez más difíciles de controlar y su páncreas se afectará progresivamente. Sin una intervención apropiada, usted pasará de la prediabetes hacia la siguiente etapa: la diabetes de Tipo 2.
La etapa 5 representa una fase temprana de la verdadera diabetes. En esta etapa, su azúcar sanguíneo en ayunas usualmente está en 126 mg/dL o más, y su azúcar sanguíneo después de las comidas estará por encima del rango normal. En este punto, la mayoría de las personas continúa teniendo niveles altos de producción de insulina, combinado con resistencia severa a la misma.
Si no se toman medidas drásticas, las grandes cantidades de insulina que su páncreas tiene que producir eventualmente llevarán a una pérdida de la función de las células beta pancreáticas. De hecho, esta función podría verse tan afectada que su páncreas produciría poca o nada de insulina, en cuyo caso usted requeriría una administración diaria de insulina para sobrevivir. Cuando esto ocurre, usted habrá alcanzado la etapa 6: la diabetes insulino-dependiente.
En muchos casos, y sólo luego de que usted ha llegado a estas dos últimas etapas, se hace finalmente un diagnóstico de diabetes de Tipo 2 y será difícil ignorarlo, pues el azúcar sanguíneo en ayunas estará dentro del rango diabético de 126 mg/dL o más, y se dan los síntomas clásicos de incremento de sed, hambre y micción. También puede presentarse una pérdida de peso inexplicable y visión borrosa. En ese caso, la resistencia a la insulina, la hiperinsulinemia y la hiperglucemia habrán estado presentes por mucho tiempo, tal vez durante años, haciendo daño de forma silenciosa.
De acuerdo con la Asociación Americana de Diabetes, de los 18 millones de americanos con diabetes de Tipo 2, de 5 a 8 millones no saben que la padecen. Le diremos por qué es tan importante un diagnóstico temprano: la retinopatía (un daño de los vasos sanguíneos de los ojos), comienza a desarrollarse al menos siete años antes de hacerse el diagnóstico clínico de diabetes de Tipo 2, con base en los síntomas o en exámenes estándar de la sangre.7, 8
Algunos diabéticos que desconocían tener esta enfermedad sabrán que la padecen de una forma desagradable, cuando estén en la sala de emergencias con un ataque cardiaco, un derrame, una enfermedad renal u otros problemas vasculares. Otras personas sabrán la verdad cuando visiten al médico por otra dolencia y un examen de sangre rutinario revele su enfermedad. ¿Podría ser usted uno de ellos?
Ser diagnosticado con glucosa alta en ayunas es como cuando una mujer está embarazada: los síntomas se verán rápidamente. Eso fue lo que le sucedió a una paciente llamada Donna G. Había transcurrido menos de un año cuando su médico le dijo que tenía azúcar sanguíneo alto en ayunas, hasta cuando vio al Doctor Atkins para que le tratara su diabetes, que era de Tipo 2 y la tenía muy elevada. Si ella hubiera comenzado con el Programa Atkins cuando le diagnosticaron glucosa sanguínea alta por primera vez, no habría llegado hasta ese punto. Pero haber seguido el Programa le ha ayudado un poco. Su glucosa en ayunas ha sido estable, alrededor de 100 mg/dL en los últimos años.
De acuerdo con la Asociación Americana de Diabetes, las definiciones de glicemia (azúcar normal y anormal) son:
Azúcar Sanguíneo Normal en Ayunas (FBS). Aunque puede haber variaciones en los exámenes de laboratorio, el FBS normal está en un rango de 65 a 99 mg/dL (miligramos por decilitro), después de un ayuno de entre 8 y 12 horas. La medición sólo será exacta si usted no ha ingerido alimentos ocho horas antes del examen de sangre.
Glucosa Anormal en Ayunas (IFG). Es un nivel de glucosa sanguínea de entre 100 y 125 mg/dL (5.5 a 6.9 mmol/L—milimoles por litro—) después de un ayuno de al menos ocho horas. Si usted tiene IFG, entonces tiene prediabetes.
Tolerancia Anormal a la Glucosa (IGI). Usted tendrá esta anormalidad si dos horas después de ingerir una comida de prueba rica en carbohidratos su azúcar sanguíneo ha subido por encima de los 140 mg/dL pero se mantiene por debajo de 200 mg/dL. Si usted presenta tolerancia anormal a la glucosa, también tendrá prediabetes, tenga azúcar o no sanguíneo anormal en ayunas.
Diabetes. El azúcar sanguíneo en ayunas en 126 mg/dL o más, en dos mediciones después de ayunar durante por lo menos ocho horas, es síntoma de diabetes. Una medición alternativa es un nivel de azúcar sanguíneo posprandial de 200 mg/dL o más dos horas después de una comida rica en carbohidratos en dos días distintos, o resultados similares las dos horas durante un examen oral de tolerancia a la glucosa.9
Los parámetros médicos actuales dicen que si usted tiene alguno de los factores de riesgo de diabetes, su médico debe revisar regularmente su nivel de azúcar sanguíneo en ayunas. Pero si ha puesto atención, ahora sabe que en el momento en que su azúcar sanguíneo en ayunas esté alto, el daño ya habrá comenzado. (Describiremos los exámenes para detectar las anormalidades del azúcar sanguíneo en el Capítulo 6: Diagnóstico: Diabetes).
La marcha progresiva hacia la diabetes y hacia el deterioro lento de la salud pueden parecer inevitables. ¡Pero no es cierto! Es posible frenar una evolución hacia la diabetes sin importar en qué nivel se encuentre. Mientras más pronto, mejor, pero así usted haya alcanzado la etapa 6 de la diabetes, el Programa Atkins para el Control del Azúcar Sanguíneo puede ayudarle a manejar la enfermedad y contribuir a detener algunas de sus peores consecuencias. Por favor siga leyendo, pues de esto se trata éste libro.
Los efectos de la montaña rusa del azúcar en la sangre sobre su salud y su bienestar son claramente predecibles. Compare sus síntomas con la siguiente lista de los más comunes, propios de un azúcar anormal en la sangre. Evalúe cada síntoma según la forma en que lo sienta:
0 = nunca
1 = muy moderado y/o ocasionalmente
2 = moderado y/o hasta dos veces a la semana
3 = severo y/o más de dos veces a la semana
Sume cada columna y luego multiplique la suma por el número indicado arriba de esa columna. Ahora sume todos los números. Recuerde, todas las respuestas en la columna 0 son iguales a 0. Si su calificación es 12 o más, probablemente usted está experimentando algunos problemas de azúcar en la sangre. Por favor, consulte con su médico sobre este asunto, especialmente si también tiene cualquiera de los factores de riesgo de diabetes.
Luego de una interrupción de treinta años, Ann McKay ha vuelto a seguir el mismo programa con el que tuvo éxito, y que le está ayudando a recobrar su salud.
NOMBRE: Ann McKay
EDAD:57 años
ESTATURA: 5 pies,
0 pulgadas
PESO ANTERIOR: 247 libras
PESO ACTUAL: 205 libras
Toda la vida he tenido serios problemas de peso. De hecho, seguí el Programa Atkins por primera vez hace treinta y dos años, cuando se publicó el libro original del Doctor Atkins, La Revolución Dietética del Doctor Atkins. Soy una enfermera certificada y en ese momento me encontraba trabajando en una unidad de cirugía. A pesar de que me estaba yendo bien con Atkins—perdía peso y me sentía bien—los cirujanos con los que trabajaba se oponían vehementemente al Programa. Constantemente me decían que me iba a enfermar y que mis riñones iban a sufrir un fuerte daño. Atkins era un concepto muy nuevo en ese momento y pensé: “Bueno, ¿y si ellos están en lo cierto?” Así que luego de doce semanas dejé el Programa. Desde entonces, y durante treinta años, he hecho todas las dietas que existen, sin ningún éxito real.
En 1991, me pusieron en un tratamiento con Lupron (un medicamento) y me hicieron una histerectomía. Desde ese momento en adelante, mi problema de peso sólo empeoró. No importaba qué tan poco comiera, qué dieta intentara, no podía perder nada de peso.
Hace dos años pesaba 247 libras—sólo mido cinco pies—y era talla 26. También descubrí que mi nivel de azúcar era de alrededor de 170 mg/dL. Cuando hablé con mi médico acerca de esto, me dijo que siguiera la dieta de 1,500 calorías diarias recomendada por la Asociación Americana de Diabetes (ADA). Yo le dije: “Bueno, he estado haciendo una dieta de 1,000 calorías casi toda mi vida, de una forma u otra, y no ha funcionado.”
Estuve hospitalizada en la década de los setenta por mi problema de peso, y me pusieron en una dieta de 700 a 800 calorías diarias. Recuerdo que esperaba mi snack de soda Tab y palitos de apio que me traían a las ocho en punto. Era realmente triste. Estuve allí tres semanas y media y aumenté 5 libras.
Luego de esa experiencia, y no queriendo someterme a otra dieta baja en calorías, le pregunté a mi médico: “¿Qué tal Atkins?,” y él dijo, “¡Oh, acabo de perder 40 libras con Atkins! Pero no te la recomiendo.” Aparentemente estaba muy preocupado por mi historia médica, pues he tenido algunos problemas graves de salud. Creo que él no quería hacerme todos los exámenes que pensaba serían necesarios si yo seguía el programa Atkins. Entonces me dio la dieta de 1,500 calorías de la ADA y me dijo: “Ensaya ésta por dos semanas. Vuelve y decidimos cuál puedes comenzar.” Yo sabía lo que quería decir: Me recetaría medicamentos para la diabetes.
Estaba muy enfadada cuando llegué a casa. Sabía que tenía el número telefónico del Centro Atkins en algún lugar y comencé a buscarlo en mis papeles. Cuando llamé, me contestó una enfermera y me desahogué con ella. “Acabo de salir del consultorio de mi médico y estoy muy enfadada y furiosa,” le dije. “Sé que quiere tratarme con medicamentos para la diabetes. Además, lo he estado visitando para que me trate mi hipotiroidismo y siento que no lo está enfocando como es debido. Todos mis niveles hormonales son normales pero sé que algo anda mal con mi tiroides. Le pregunté si el Doctor Atkins todavía atendía pacientes; me dijeron que sí y suspiré de alivio. Ese día ella me envió un fax con un cuestionario, lo llené, y tres semanas después tuve mi cita. Me hicieron exámenes de laboratorio durante todo un día y al día siguiente vi al Doctor Atkins.
Me gustó el Doctor Atkins de inmediato. Me recordaba los tiempos de la medicina cuando yo era niña. Él era firme y seguro de sí mismo. “Su situación médica es compleja,” dijo él, “y habría podido mejorarse desde hace varios años.” Me hizo varias preguntas, observó mi plan de alimentación y me dijo que debía ir al Centro Atkins una vez al mes para un chequeo. Entonces, durante los siguientes seis meses, fui cada mes, un gran compromiso si se tiene en cuenta que me tardo tres horas y media para llegar allí. Afortunadamente, mi esposo estaba dispuesto a levantarse a las seis de la mañana para llevarme.
Cuando el Doctor Atkins me vio por primera vez, mi nivel de azúcar en la sangre era de 179, mi colesterol estaba en 215, mis triglicéridos en 158, mi HDL en 41 y mi LDL en 142 y mis otros resultados de laboratorio también estaban excesivamente descontrolados. Tal como lo había sospechado, mi tiroides no estaba bien, y el Doctor Atkins me suspendió los medicamentos y me puso en un tratamiento con sustancias naturales. Cuando lo visité por última vez, mi tiroides se había normalizado, mi colesterol había bajado a 160, mi azúcar sanguíneo estaba dentro del rango normal y los demás exámenes de laboratorio habían bajado de altos niveles de riesgo a unos normales. Yo peso 205 libras—42 libras menos de lo que pesaba antes—y sigo perdiendo aproximadamente ¼ de libra semanal. He perdido 72 pulgadas y ahora soy talla 16 o 18. Ha sido un proceso muy lento, pero hay que tener en cuenta el panorama general. Lo que importa no es tanto el cambio en mi peso, sino las mejorías en mi azúcar sanguíneo y en mi colesterol. Los exámenes de laboratorio que me hicieron recientemente mostraron que mi azúcar sanguíneo en ayunas era de 96, mi colesterol era de164, mis triglicéridos eran de 72, el HDL era de 55 y mi LDL era de 95. El Doctor Atkins me dijo que cuando lo consulté por primera vez, yo estaba a tres meses de sufrir un paro cardiaco.
Gracias a Atkins, ahora hago ejercicio y puedo subir y bajar las escaleras de mi casa sin quedarme sin aire. Lo mejor de todo es que a la edad de cincuenta y siete años tengo una sensación de bienestar general que nunca antes tuve. También me gusta lo que veo en el espejo. Recientemente estaba haciendo maletas para un viaje a la Florida y me probé un top que era talla 2X o algo así. Me di vuelta y le dije a mi esposo, “¡Mira lo grande que se me ve!” Él me sonrió y dijo, “Se te iluminó la cara al decirlo.” Guardaré ese top como recuerdo para nunca volver a esa talla.
Nota: Sus resultados individuales pueden ser diferentes de los que se muestran aquí.