El síndrome metabólico es un grupo de cinco factores de riesgo diverso que al combinarse indican que usted es propenso a contraer diabetes, hipertensión y enfermedades en las arterias coronarias (del corazón).1
Si usted tiene este síndrome y no hace nada al respecto, es casi seguro que terminará con una enfermedad que pondrá su vida en riesgo. Como las prácticas médicas actuales no recomiendan exámenes para determinar los niveles de insulina/azúcar en la sangre lo más rápido posible—aunque el Doctor Atkins creía que deberían hacerlo—cada uno de ustedes debe actuar inmediatamente y estar atento. Todos debemos ser compañeros activos en el cuidado de nuestra salud si vamos a confrontar efectivamente la epidemia de lo que el Doctor Atkins definió como “diabesidad.” Los síntomas del síndrome metabólico se deben identificar rápidamente y tomarse en serio. Si le enseñamos a reconocer las señales de alerta de este peligroso síndrome, usted podrá tomar medidas para detenerlo de inmediato. Confiamos en que una vez usted termine de leer este libro, entenderá por qué realmente la mejor solución—realmente la única—es controlar los carbohidratos con el Programa Atkins para el Control del Azúcar Sanguíneo (PACAS).
Así como la diabetes, el aumento de peso es un proceso gradual. Las libras de grasa pueden cambiar sigilosamente a través de los años sin que se noten. Sin embargo, antes de que usted suelte un par de agujeros de su cinturón, esas libras de más ya habrán comenzado a afectar su salud.
Solemos pensar en el exceso de peso como una forma simple que tiene el organismo para almacenar grasa adicional—y pensamos que esos rollos de carne son una especie de bancos de almacenamiento flojos. De hecho, su grasa corporal no se queda quieta allí; es metabólicamente activa y constantemente secreta sustancias químicas como hormonas y citoquinas. Estos mensajeros químicos son miembros inocentes del sistema corporal de comunicación normal entre las células. Así como una infección en su dedo causa inflamación, calor y enrojecimiento en el área, esta sobrecarga de secreciones químicas producen lo mismo en su endotelio (las células que forran sus vasos sanguíneos) debido al exceso de grasa en el cuerpo. La diferencia es que usted no puede ver ni sentir la inflamación. El proceso es complejo y ocurre lentamente al principio, pero comienza casi al mismo tiempo que usted gana esas libras de más.
Las células del endotelio regulan la forma en que los nutrientes y otras sustancias de su corriente sanguínea llegan a las células. Cuando el endotelio se inflama, los procesos normales del organismo comienzan a afectarse. A medida que usted continúa aumentando de peso, especialmente debido a un estilo de vida sedentario y a una dieta rica en carbohidratos, la inflamación empeora y el efecto sobre su endotelio se vuelve más severo. Usted desarrolla una disfunción endotelial (DE). ¿Y adivine qué va de la mano con la DE? La resistencia a la insulina. De hecho, es el caso de la gallina y el huevo: la DE y la resistencia a la insulina están entrelazadas de tal forma que es difícil decir cuál estimula a cuál.2, 3
Durante varias décadas, los médicos notaron un patrón común en un gran porcentaje de pacientes. Las personas con sobrepeso tendían a sufrir hipertensión, diabetes y enfermedades cardiacas. El Doctor Atkins observó una relación entre el exceso de grasa, la resistencia a la insulina, la enfermedad cardiaca y la diabetes. Sin embargo, no fue sino hasta la década de 1980, cuando algunos investigadores perceptivos, particularmente el doctor Gerald Reaven de la Universidad de Stanford, comenzaron a relacionar más puntos. Lo que ellos notaron fue que los pacientes que tenían obesidad abdominal, hipertensión, triglicéridos altos, colesterol HDL bajo y algunas veces azúcar sanguíneo alto en ayunas, eran mucho más propensos a contraer diabetes de Tipo 2, hipertensión y enfermedad arterial coronaria.4
Los médicos llaman síndrome a un grupo de señales y síntomas relacionados entre sí, de manera que el doctor Reaven acuñó el término para este grupo de señales como síndrome X. Aún se le llama así en algunas ocasiones, pero hoy en día la mayoría de los investigadores y médicos lo llaman síndrome metabólico. Pese a que muchos médicos con orientación nutricionista han estado diagnosticando este síndrome—con o sin nombre—el establecimiento médico americano sólo aceptó su existencia en el año 2001, cuando el tercer Panel de Tratamiento del Adulto (PTA III) del Programa Nacional de Educación sobre Colesterol (PNEC), lo definió oficialmente. En aras de continuar con el enfoque a base de medicamentos para el tratamiento de la enfermedad, que es la característica principal de la medicina Occidental, el PTA III estableció que el control del síndrome metabólico era algo secundario para controlar el colesterol LDL. Este enfoque no tiene en cuenta el desequilibrio subyacente que lleva al síndrome metabólico. Discutiremos este aspecto más adelante, en el capítulo sobre la enfermedad cardiaca.5
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio otra definición del síndrome metabólico en 1999. De cierto modo, las dos definiciones son diferentes, pero emplearemos la del PTA III, ya que es la utilizada en los Estados Unidos.6 (Vea la página 41 para la definición de la OMS.)
Usted padece oficialmente el síndrome metabólico si tiene tres o más de estos síntomas:
¿Cuántas personas encajan dentro de estos parámetros? Demasiadas. Hoy en día, alrededor del 25 por ciento de todos los adultos americanos padecen síndrome metabólico. Cuanta más edad tenga usted, más propenso estará: El 44 por ciento de la población estadounidense mayor de cincuenta años encaja dentro de estos parámetros.8
En realidad, es probable que más del 44 por ciento de la población padezca este síndrome. La definición del PTA III no incluye la resistencia a la insulina como un síntoma, y sólo tiene en cuenta el azúcar de la sangre en ayunas. Desafortunadamente, cuando usted tiene un azúcar sanguíneo alto, probablemente ha tenido resistencia a la insulina por muchos años y su organismo se ha afectado durante todo ese tiempo. El Doctor Atkins atendió a muchos pacientes con sobrepeso leve y presión sanguínea y triglicéridos relativamente altos. A pesar de que ellos no tenían síndrome metabólico según la definición formal del término, ya estaban en las etapas iniciales. Una intervención temprana es la clave para preservar su salud y salvar vidas.
El síndrome metabólico y la prediabetes son esencialmente intercambiables. Ambos son precursores de una diabetes crítica. Sólo alrededor del 13 por ciento de las personas que llegan a contraer diabetes no se ajustan a la definición formal del síndrome metabólico.11 Como cardiólogo que era, el Doctor Atkins reconoció hace mucho tiempo el vínculo entre el aumento de peso, la resistencia a la insulina y el ulterior desarrollo de la diabetes y la enfermedad del corazón. Si usted no tiene altos niveles de azúcar en la sangre, los otros síntomas del síndrome metabólico harán que usted tenga un mayor riesgo de contraer enfermedades del corazón y paro cardiaco. Si tiene en cuenta que los triglicéridos elevados y el bajo HDL, que son parte del síndrome metabólico, son resultado de un metabolismo anormal de la insulina/glucosa, la relación es clara.12 Estas señales de alarma están mezcladas, son interdependientes y, cuando usted presenta algunas de ellas, el panorama es como una bomba de tiempo.
En 1998, la Organización Mundial de la Salud propuso una definición del síndrome metabólico, la cual es ampliamente utilizada fuera de los Estados Unidos.9 Existen algunas diferencias significativas dentro de los componentes de las definiciones de la OMS y la del PTA III utilizadas en los Estados Unidos. La definición de la OMS hace mayor énfasis en el azúcar de la sangre, utiliza un límite máximo superior para la presión sanguínea alta e incluye la presencia de pequeñas cantidades de proteína en la orina, conocida como microalbuminuria.
Según la definición de la OMS, usted padece de síndrome metabólico si tiene trastornos en la tolerancia a la glucosa, trastornos de la glucosa en ayunas, diabetes o resistencia a la insulina, además de dos o más de los siguientes síntomas: 10
Los dos principales factores del estilo de vida que causan el síndrome metabólico son exactamente los mismos que pueden conducir a la diabetes: una dieta rica en carbohidratos e inactividad física.
Pero así como el estilo de vida juega el papel más importante en el desarrollo del síndrome metabólico, también puede jugar el papel más importante en la prevención o reversión del mismo. Teniendo en cuenta ese estilo de vida, veamos de cerca los cinco síntomas del síndrome metabólico:
Comúnmente les dicen rollitos, llantas o panza cervecera. Los médicos le llaman obesidad troncal, obesidad abdominal, obesidad central o adiposidad visceral. Cualquiera que sea el nombre, su abdomen protuberante se debe al almacenamiento de grasa alrededor de sus intestinos y órganos abdominales, así como debajo de su piel. La grasa acumulada de esta forma es mucho más peligrosa para su salud que la almacenada bajo la piel de sus caderas y muslos.13, 14, 15 Los médicos utilizan la relación cintura/caderas (RCC) o diámetro de la cintura para definir el punto en el cual el almacenamiento de grasa abdominal representa un riesgo para su salud. Esto se debe a que una gran cantidad de grasa abdominal hace que el diámetro de su cintura sea mayor que el de sus caderas. Para calcular su RCC, mida su cintura a la altura del ombligo y las caderas, luego divida el número de la cintura por el de las caderas. Por ejemplo, si su cintura mide 36 pulgadas y sus caderas 40, su RCC es 0.9. Mientras mayor sea su RCC, su cuerpo tenderá a presentar forma de “manzana.” Una manera menos científica de evaluarse es mirar su perfil corporal en un espejo. Si su silueta es más voluminosa en la zona media de su cuerpo que en las caderas, usted tiene forma de “manzana.” Si su silueta es más voluminosa en las caderas, entonces su cuerpo tiene forma de “pera.” Si usted tiene forma de “manzana,” correrá un mayor riesgo de presentar problemas de salud relacionados con el azúcar de la sangre, que alguien con un cuerpo en forma de “pera,” aún si ambos tienen la misma estatura y peso.16
Ahora, si usted tiene un cuerpo en forma de “pera,” no crea que está fuera de peligro: usted tiene un mayor riesgo de problemas de salud que aquellas personas con peso normal, especialmente si su IMC es superior a 30, así la mayoría de su peso esté concentrada en las caderas. 17 No importa en qué lugar de su cuerpo esté acumulada, cuanta más grasa tenga, más probabilidades tendrá de padecer el síndrome metabólico.
El devastador efecto de la grasa abdominal podría llevarlo a una situación paradójica: Es posible que usted tenga el peso normal para su estatura y contextura o que sólo tenga un ligero sobrepeso, pero aun así usted será lo que se conoce como “metabólicamente obeso.” 18
Tengo un paciente que ilustra perfectamente la obesidad metabólica. Selma M. tenía cuarenta y ocho años de edad, medía cinco pies y tres pulgadas de estatura, pesaba 158 libras y su IMC era de 28 cuando la vi por primera vez. Selma tenía sobrepeso sin ser obesa, pero tenía el peor perfil lipídico imaginable. Su colesterol HDL era de sólo 20, mientras sus triglicéridos estaban por las nubes: 2,208. La puse bajo el Programa Nutricional de Atkins y los cambios que presentó durante el año siguiente fueron admirables. Apenas bajó una libra de peso, pero su colesterol HDL subió a 31 y sus triglicéridos bajaron a tan sólo 147. Lo que es aún mejor, su grasa corporal disminuyó de 36 a 27.5 por ciento. Después de casi cinco años, ha perdido un total de 10 libras, tiene un colesterol total de 149, triglicéridos de 84 y un HDL de 39. Debo agregar que ella comenzó un programa de ejercicios en el 2002, por lo que estos notables resultados se debieron solamente a su programa alimenticio.
—MARY VERNON, M.D.
No comprendemos exactamente por qué la grasa abdominal es tan perjudicial. Tampoco entendemos por qué algunas personas son más sensibles a la grasa abdominal. Sin embargo, y así como Selma, algunas personas desarrollarán problemas graves y delicados de lípidos y de azúcar sanguíneo si su sobrepeso se concentra en el torso, así sea poco. Es importante tener en cuenta que a pesar de estar en el límite superior normal, a veces será razón suficiente para que aparezca el síndrome metabólico, especialmente si usted tiene exceso de peso en la zona media del cuerpo.
La buena noticia es que el PACAS revierte el síndrome metabólico, sin importar cuál sea su peso o cómo esté distribuido. Numerosos estudios han mostrado que perder peso y hacer ejercicio moderado todos los días (el cual aumenta la masa muscular), puede ser suficiente para ayudarle a perder una parte de esa grasa abdominal y evitar la posibilidad de padecer el síndrome metabólico.
El Doctor Atkins observó con frecuencia este fenómeno en sus pacientes, y Marty K. es un buen ejemplo. Cuando el Doctor Atkins lo vio por primera vez, medía cinco pies y ocho pulgadas, pesaba 208 libras y ya había sido diagnosticado con síndrome metabólico y resistencia a la insulina. Su médico de cabecera lo había sometido a una dieta baja en grasas y proteínas (lo que por definición es una dieta rica en carbohidratos). Todo lo que este médico le hizo a Marty fue dejarlo sin energía, hasta el punto de que casi no podía caminar y mucho menos hacer ejercicio. Cuando él se dio cuenta de que no sólo no estaba perdiendo peso, sino que comenzaba a tener episodios hipoglicémicos, decidió buscar otra alternativa y visitó al Doctor Atkins. Marty fue puesto de inmediato bajo el programa de carbohidratos controlados. En cinco semanas había perdido peso y sus episodios hipoglicémicos se detuvieron, su azúcar y sus lípidos sanguíneos mejoraron notablemente y pronto se sintió con la energía suficiente para iniciar un programa de ejercicios. Esto aceleró su pérdida de peso y mejoró aún más sus lípidos y su azúcar sanguíneos.
Los triglicéridos en la sangre no son más que pequeñas gotas de grasa. Cuantas más floten por su corriente sanguínea, mayor será su riesgo de sufrir un ataque cardiaco. Si su nivel de triglicéridos es de 150 mg/dL o más, su riesgo es definitivamente alto; cuanto más suba, mayor será su riesgo. El Doctor Atkins creía que el peligro de los triglicéridos altos es tan serio, que el nivel óptimo debería ser menor a 100 mg/dL. Afortunadamente, los triglicéridos responden bien a los cambios en el estilo de vida. ¿Recuerdan a Selma M., que era un caso extremo, con un nivel de triglicéridos por encima de 2,000?
¿Cuánto aumenta su riesgo de contraer enfermedades del corazón y diabetes si tiene el síndrome metabólico? Mucho, de acuerdo con los resultados de varios estudios. Veamos uno reciente, el “Estudio de prevención coronaria del oeste de Escocia.” Este estudio observó a más de 12,000 hombres que tenían el colesterol LDL ligeramente alto. Al comienzo del estudio, ninguno de ellos tenía diabetes ni había sufrido ataques cardiacos, pero alrededor del 26 por ciento padecía síndrome metabólico según la definición del Programa Nacional de Educación sobre el Colesterol. Cuando terminó el estudio, cerca de cinco años después, los hombres con síndrome metabólico habían desarrollado enfermedad cardiaca a una tasa casi el doble que la de aquellos que no lo padecían. En otras palabras, su riesgo de enfermedad del corazón debido al síndrome metabólico equivalía a tener diez años más de su edad actual o a ser fumadores. La tasa de diabetes fue aún más impresionante: los hombres con síndrome metabólico tuvieron un riesgo 3.5 veces mayor de contraer diabetes que los hombres que no tenían el síndrome. Cuando los investigadores observaron a aquellos que tenían cuatro de los cinco síntomas del síndrome metabólico (en vez del mínimo de tres), el riesgo de diabetes se disparó a 24.5 veces más que el que tenían los hombres sin el síndrome metabólico.19
Al Doctor Atkins no le sorprendió eso, pues había observado esta relación durante muchos años, ya que para su evaluación estándar de anormalidades de la insulina y la glucosa utilizaba exámenes más exhaustivos que los recomendados. Él desarrolló el PACAS para tratar este problema desde su origen, ya que lo más indicado es intervenir tan pronto como sea posible, especialmente cuando las consecuencias son severas, así como lo muestra claramente este estudio. Evitar estos lamentables resultados beneficia no sólo al paciente sino a toda nuestra sociedad, permitiendo que un mayor número de personas sean más productivas por más tiempo y evitando costos astronómicos en el tratamiento de ataques cardiacos, infartos y diabetes.
Una situación más común responderá igualmente bien al control de carbohidratos. Uno de los casos más notables es el de Muriel R. Cuando el Doctor Atkins la vio por primera vez, pesaba 150 libras y medía cinco pies. Con un historial de treinta años con diabetes de Tipo 2, tomaba cinco medicamentos. Sus lípidos iniciales mostraron un colesterol total de 318, triglicéridos de 1,455, un HDL de 63 y un azúcar sanguíneo en ayunas de 196. Después de tres meses, su colesterol había disminuido significativamente a 202, sus triglicéridos bajaron a 101, su HDL era 56 y su azúcar sanguíneo en ayunas descendió a 143.
La lipoproteína de alta densidad (HDL) es usualmente llamada colesterol “bueno” porque elimina el colesterol de sus arterias y de otros lugares de almacenamiento y lo lleva de nuevo al hígado, donde es reciclado. Cuanto más alto sea su nivel de colesterol HDL, tanto mejor. Las personas con síndrome metabólico usualmente tienen niveles demasiado bajos: 40 mg/dL o menos para hombres y 50 mg/dL o menos para mujeres. Los factores del estilo de vida que disminuyen el HDL incluyen la adicción a la nicotina, la vida sedentaria y, por supuesto, una dieta rica en carbohidratos.27, 28, 29
Como su médico examina su presión sanguínea en cada visita y como usted también lo puede hacer, la hipertensión puede ser el primer síntoma del síndrome metabólico que usted logre detectar. Los parámetros médicos más recientes para diagnosticar la hipertensión, de acuerdo con el Instituto Nacional de Corazón, Sangre y Pulmón, dicen que un ligero aumento de la presión sanguínea—entre 120/80 y 139/89 mmHg—se considera actualmente como prehipertensión.39 Usted puede tomar medidas ahora mismo para evitar una futura hipertensión, pues la presión sanguínea responde muy bien a la pérdida de peso y al incremento del ejercicio.
Se sabe que una dieta rica en carbohidratos aumenta los triglicéridos, independientemente de su peso o de si sus niveles de insulina son anormales o no.20, 21 Luego de haber tratado a miles de pacientes, sabemos que los triglicéridos disminuyen rápidamente y de manera consistente cuando se presenta una reducción en el consumo de carbohidratos. Controle sus carbohidratos y su número de triglicéridos disminuirá significativamente.
Según la Asociación Americana del Corazón, sustituir carbohidratos por grasas puede elevar los triglicéridos y disminuir el colesterol HDL (“bueno”) en algunas personas.22 La mayoría de los médicos insisten en decirle a los pacientes que aumentan de peso con mucha facilidad que supriman la carne y las grasas. Para algunos, este consejo es una receta para el desastre ¿por qué? Disminuir las grasas y proteínas en su dieta inevitablemente significa incrementar los carbohidratos. Esto hace que el metabolismo almacene grasas y tenga unos triglicéridos más altos. Además, la persona tendrá una sensación permanente de hambre y oscilaciones en su azúcar sanguíneo. Sin embargo, cuando esta situación se revierte, es decir, cuando se eliminan los carbohidratos y se reemplazan con una dieta de grasas y proteínas, ocurre lo opuesto. El metabolismo del azúcar se normaliza, los triglicéridos disminuyen, el colesterol HDL aumenta y la grasa corporal se pierde.23, 24, 25, 26
Todos estos beneficios se dan sin que usted sienta hambre ni irritabilidad, características de los programas dietéticos bajos en grasas y en calorías. Si además hace ejercicio, optimizará los niveles de HDL y acelerará el proceso de disminución de grasa.
Quizá haya notado que un alto nivel de colesterol de lipoproteína de baja densidad (LDL), a menudo llamado colesterol “malo,” pues sus altos niveles se asocian con enfermedades del corazón, no es uno de los síntomas del síndrome metabólico. Debido a la publicidad de los medicamentos a base de estatinas, que se supone disminuyen el colesterol LDL, usted podrá creer que tener altos niveles es casi una garantía de un ataque cardiaco, pero la verdad es otra. Una garantía más probable de un evento cardiaco, como lo han demostrado numerosos estudios, es la combinación de un HDL bajo y triglicéridos altos.
A pesar de toda la propaganda, los medicamentos a base de estatinas poco contribuyen a disminuir los triglicéridos o a elevar el HDL. Pero un programa alimenticio de carbohidratos controlados y una rutina de ejercicios serán muy benéficos en este sentido. Si usted controla los carbohidratos, comenzará a estabilizar sus niveles de azúcar en la sangre, aunque es probable que no pierda peso con mucha rapidez durante esta fase. Cuando el metabolismo del azúcar de la sangre se normaliza, los triglicéridos disminuyen. Al mismo tiempo, el HDL aumenta, aunque según la experiencia del Doctor Atkins, usted podría tardarse de tres a seis meses para alcanzar un nivel óptimo. En muchos pacientes, el LDL también disminuye. A veces se presenta un incremento temporal del LDL y del colesterol total; generalmente, estos niveles bajan cuando su metabolismo vuelve a equilibrarse.30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38
Sin embargo, y como aprenderá en el Capítulo 9, existen otros factores además del LDL, el HDL y del colesterol total. Mediante el control de los carbohidratos, usted ejerce una influencia sobre las asas complejas de retroalimentación en las hormonas y enzimas que controlan los lípidos sanguíneos. Por ejemplo, el control de los carbohidratos detiene la sobreproducción de insulina. Cuando hay menos insulina circulando en su corriente sanguínea, las enzimas de su hígado reaccionan de tal forma que la producción de lípidos sufre una alteración. Éste es el mismo mecanismo que pretende activar los medicamentos a base de estatinas, pero estimularlo sólo por medio de la dieta significa no preocuparse por los efectos secundarios generados por las drogas. Además de evitar efectos secundarios y el considerable costo de los medicamentos, usted obtiene el beneficio adicional de disminuir sus triglicéridos y aumentar su colesterol HDL, factores que pueden ser los mayores causantes de una enfermedad del corazón.
La presión sanguínea también responde a los beneficios del Programa Atkins para el Control del Azúcar Sanguíneo, al normalizar sus altos niveles de insulina, disminuyendo así la retención de sodio, lo que a su vez libera el exceso de líquidos. Para muchos de ustedes, esto significa que su presión sanguínea probablemente disminuya rápidamente. A medida que se progresa en la pérdida de peso y en la rutina de ejercicios, su presión sanguínea podrá normalizarse sin necesidad de medicamentos.
Un azúcar sanguíneo alto en ayunas (100 mg/dL o más) a primera hora de la mañana, luego de un ayuno de al menos ocho horas, es un síntoma de síndrome metabólico, posiblemente el que más alarme a su médico, especialmente cuando la prediabetes ha sido diagnosticada oficialmente. (Para mayor información vea el Capítulo 5 sobre la prediabetes.) Si realmente está prestando atención, notará que el criterio utilizado para determinar el síndrome metabólico es un nivel de azúcar en la sangre de 110 mg/dL o más. Sin embargo, la reciente definición de la prediabetes equivale a un nivel menor a 100 mg/dL.
Es muy importante tener en cuenta que el azúcar sanguíneo alto en ayunas (FBS) usualmente se presenta cuando las personas ya padecen síndrome metabólico y por lo general desarrollan primero los otros síntomas. Sólo el 13 por ciento de las personas con síndrome metabólico tenía azúcar sanguíneo en ayunas elevado o estaba bajo tratamiento para la diabetes.40
A pesar de ello, el Doctor Atkins encontró que la gran mayoría de sus pacientes mostraban un metabolismo anormal de insulina/azúcar sanguíneo cuando fueron evaluados por él. (Vea el Capítulo 6: Diagnóstico: Diabetes). El FBS sólo detecta este problema mucho más tarde, cuando el daño ya ha comenzado.
Si el síndrome metabólico está tan estrechamente asociado a la diabetes, ¿por qué el azúcar sanguíneo alto es a menudo el último síntoma en aparecer? Porque el proceso de inflamación, de resistencia a la insulina y los cambios en su perfil metabólico comienzan a manifestarse mucho antes de que las anomalías del azúcar en la sangre puedan detectarse mediante los exámenes de sangre más usuales. Por eso usted sólo necesita tener tres de los cinco síntomas para ser diagnosticado con síndrome metabólico, y es por esto que un alto nivel de azúcar sanguíneo no necesita ser uno de ellos. Durante décadas, el Doctor Atkins revisó el azúcar de la sangre y niveles de insulina de sus pacientes cinco horas después de suministrarles glucosa, y observó por cuánto tiempo puede presentarse un desequilibrio potencialmente peligroso del azúcar sanguíneo y la insulina antes de que su azúcar sanguíneo en ayunas aumente.
Las personas con síntomas de síndrome metabólico registran niveles tres veces más altos de proteína C-reactiva (PCR)—indicadores confiables de inflamación—que las personas que no presentan ningún síntoma.41 Cuantos más síntomas de síndrome metabólico tenga usted, mayor será su nivel de PCR en la sangre. Este importante indicador no debe pasarse por alto, especialmente si usted tiene otros síntomas de síndrome metabólico. (Hablaremos más acerca de esto en el Capítulo 9: La Conexión Cardiaca.)
Otro factor de riesgo importante asociado con el síndrome metabólico, es lo que los médicos denominan “estado protrombótico,” en el que sangre será más propensa a formar un coágulo dentro de un vaso sanguíneo. Si eso ocurre en una arteria que nutre al corazón, causa un ataque cardiaco, si sucede en una arteria que nutre el cerebro, causa un derrame, y si se da en una vena de la pierna, se llama trombosis venosa profunda o TVP, y el coágulo puede alojarse en su corazón, pulmones o cerebro. Actualmente se utilizan los exámenes de sangre para detectar señales de estado pretrombótico. (Para mayor información, vea el Capítulo 9.)
Quizá haya notado que a lo largo de este capítulo hemos hablado acerca de dos elementos que contribuyen al síndrome metabólico: Una dieta rica en carbohidratos y la falta de ejercicio. El tratamiento usual para el síndrome metabólico es una dieta baja en calorías y en grasas, basada en una pirámide nutricional que es errónea. (La Pirámide Nutricional del Estilo de Vida de Atkins, presentada a la USDA, al Departamento de Salud y Servicios Humanos y a los empleados de la Casa Blanca como una alternativa, figura en el Apéndice X.) Aunque las dietas de porciones controladas como la dieta de la Asociación Americana del Corazón pueden funcionar para algunas personas, no son eficaces para muchas otras. Estas dietas podrían empeorar el síndrome metabólico, pues promueven los carbohidratos y rechazan la grasa, a menos que uno sea capaz de perder peso con ese programa.42
Es posible que usted no pueda compensar los efectos negativos de una dieta como ésa, incluso si aumenta su nivel de actividad física. De hecho, las dietas bajas en calorías y en grasas pueden hacer que usted pierda más masa muscular que grasa, mientras que con la opción de los carbohidratos controlados y un incremento en las proteínas, su masa muscular aumentará.43, 44 Esto puede suceder cuando su médico le diagnostique el síndrome metabólico: usted sigue al pie de la letra la dieta convencional y el programa de ejercicios que su médico le recomienda, pero su salud no mejora. Es probable incluso que suba de peso y vea cómo empeoran otros síntomas de síndrome metabólico.
Entonces, su médico le da una receta tras otra y lo llena de medicamentos a base de estatinas para la hipertensión. Usted ingiere cuatro o cinco píldoras costosas varias veces al día. Su presión sanguínea y su colesterol LDL pueden disminuir un poco, pero su cuerpo se niega a perder peso e incluso puede aumentar. Sus triglicéridos y su colesterol HDL difícilmente cambian. Pero no sólo eso: todos esos medicamentos, además de los carbohidratos en su dieta, lo hacen sentirse cansado y débil, y usted no tiene energía ni deseos de hacer ejercicio.
Sin embargo, debido a que su presión sanguínea está baja y su colesterol LDL está ligeramente mejor, su médico está satisfecho. Desafortunadamente, es probable que usted no lo esté, y que al contrario, se sienta peor, pues no está solucionando el problema de fondo. Su dieta convencional rica en carbohidratos y baja en grasas, junto con los medicamentos, no son el camino para una buena salud.
Un paso increíblemente pequeño puede ser suficiente para retrasar la evolución del síndrome metabólico. Una pequeña pérdida de grasa—tan sólo del 7 al 10 por ciento de su peso corporal—puede brindarle mejorías significativas. Si su metabolismo deja de almacenar grasa y en vez de esto la quema, el daño progresivo en su organismo podría detenerse. Practique ejercicio de 30 a 60 minutos diarios y le será más fácil apartarse de esa peligrosa tendencia.
¿Cómo puede hacer que esto suceda? Como hemos dicho, el síndrome metabólico puede detenerse o revertirse a través de un programa de control de carbohidratos combinado con ejercicio: El Programa Atkins para el Control del Azúcar Sanguíneo ha sido diseñado específicamente para combatir el síndrome metabólico y sus consecuencias predecibles. Si usted ya ha cruzado el umbral de la diabetes, el Programa podrá ayudarle a detener el proceso hacia la enfermedad cardiaca, el infarto y otros problemas, y conducirlo hacia una mejor salud.
Responda estas preguntas para determinar si tiene el síndrome metabólico:
1. | Mi cintura es superior a 40 pulgadas (hombres) o a 35 pulgadas (mujeres) | Sí | No |
2. | Mis triglicéridos tienen un valor de 150 mg/dL o más | Sí | No |
3. | Mi colesterol HDL es de 40 mg/dL o menos (hombres) o de 50 mg/dL o menos (mujeres) | Sí | No |
4. | Mi presión sanguínea es 130/85 o más | Sí | No |
5. | Mi azúcar sanguíneo en ayunas es 110mg/dL o más | Sí | No |
Si contestó afirmativamente tres preguntas o más, es probable que tenga el síndrome metabólico. Por favor siga leyendo este libro, pues tendrá más elementos para discutir con su médico.
Ningún hombre en la familia de Ralph ha logrado pasar de los cincuenta años de edad. Entonces, cuando se trata de elogiar el Programa Nutricional Atkins, este disc jockey de cincuenta y un años de edad les da un “concierto” a sus oyentes: este programa le ayudó a perder 100 libras y a salvar su vida.
NOMBRE: Ralph Drake
EDAD: 51 años
ESTATURA: 6’1”
PESO ANTERIOR: 280 libras
PESO ACTUAL: 175 libras
PRESIÓN SANGUÍNEA ANTERIOR: 110/70
PRESIÓN SANGUÍNEA ACTUAL: 92/56
AZÚCAR SANGUÍNEO ANTERIOR: 88
AZÚCAR SANGUÍNEO ACTUAL: 84
COLESTEROL TOTAL ANTERIOR: 230
COLESTEROL TOTAL ACTUAL: 172
COLESTEROL LDL ANTERIOR: 170
COLESTEROL LDL ACTUAL: 118
COLESTEROL HDL ANTERIOR: 39
COLESTEROL HDL ACTUAL: 43
TRIGLICÉRIDOS ANTERIORES: 232
TRIGLICÉRIDOS ACTUALES: 69
Mi padre murió de un ataque cardiaco cuando tenía cuarenta y nueve años, y debido a mi historia de obesidad y asma severa, sé que no estaría aquí de no haber sido por el Doctor Atkins. Desde que me comprometí con el estilo de vida Atkins, en abril 1 de 2000, nunca he tenido mejor salud. Finalmente, después de años de padecer sobrepeso severo, entendí por qué las dietas bajas en grasa no funcionan. Yo perdí un total de 105 libras y mi asma, mi falta de aire y mis palpitaciones del corazón simplemente desaparecieron.
Trabajo como disc jockey en WDVR-FM en Hunterdon County, Nueva Jersey, y cada día le dedico una canción al Doctor Atkins. Los escuchas saben mi historia y me encanta enseñarles cómo adoptar el estilo de vida Atkins. Desearía que todas las personas con problemas de peso y de salud tomaran el mismo camino.
Me enteré del Doctor Atkins en 1977, cuando tenía veinticinco años. Trabajaba como director del servicio de comida en un hospital y pesaba entre 295 y 300 libras. Si miraba una foto mía ¡Me veía como de cuarenta años! Luego pensé en mi padre y visité a mi médico, quien me puso en una dieta baja en calorías.
Mi límite era de 1,800 calorías al día, y casi me vuelvo loco. Hacía trampa todo el tiempo. Mientras más trampa hacía, más enfadado me sentía conmigo mismo por ser débil y estar fuera de control. Un día vi al Doctor Atkins en televisión. Dijo que controlar los carbohidratos era la clave para una buena salud y un peso normal. Esta era en una época en la que nadie creía en lo que él decía, pero me pareció que tenía sentido. Entonces compré un contador de gramos de carbohidratos, me puse un límite de 30 gramos de carbohidratos diarios y perdí 5 libras la primera semana. Aún no he leído La Revolución Dietética del Doctor Atkins, pero puedo limitarme a 15 gramos de carbohidratos diarios. Comencé a perder 10 libras por semana. Luego compré el libro para seguir el Programa al pie de la letra. Por primera vez en mi vida comencé a respirar normalmente.
Luego, en 1981, me divorcié y fui a trabajar como chef en un resort que se especializaba en comida macrobiótica. Este tipo de dieta parecía ser una opción saludable, pues estaba basada en vegetales orgánicos, cereales y productos de soya. Aumenté 10 libras y luego 20 sin darme cuenta. Cuando noté mi aumento de peso, volví al estilo de vida de carbohidratos controlados y perdí algunas libras. Luego tuve muchos altibajos. En 1991 sufrí un serio ataque de asma. Estuve cuatro días en cuidados intensivos. La única manera de controlar mi respiración era a través de esteroides, los cuales me hicieron sentir más apetito. Cuatro años más tarde mi peso era de 280 libras. En el 2000 me despertaba con dificultades para respirar y palpitaciones. Pensé que me iba a morir.
Me volví a casar en el año 2000 y esto me motivó a comprar La Nueva Revolución Dietética del Doctor Atkins. El 1 de abril de 2000, les anuncié a mis escuchas que volvería a seguir el Programa Atkins. Tres días después mis ansias desaparecieron. Perdí 30 libras durante los primeros 45 días de la Inducción y permanecí casi un año en esta fase. Me arrepentí de no haberme comprometido antes con este programa luego de ver el peso que perdía.
Me dio mucha alegría leer The New York Times de julio 2 de 2002, que confirmaba que el Programa de carbohidratos controlados del Doctor Atkins era un estilo de vida saludable, a pesar de permitir grasas naturales y de controlar el consumo excesivo de frutas y cereales. ¡Finalmente, alguien explicaba por qué las dietas bajas en grasas no le han funcionado a tantas personas! Esto me dio nuevos argumentos contra mis amigos, familiares y otras personas pesimistas que me insistían que si seguía el Programa Nutricional de Atkins, éste me haría daño.
He tenido otro divorcio doloroso. También cambié de trabajo y me mudé. Este tipo de estrés generalmente hace que la gente coma el tipo de comida equivocada y en cantidades mayores de las necesarias. Pero logré controlar el estrés por medio del ejercicio y decidí no volver a ser la persona enferma que fui antes. Mis gemelos, un niño y una niña de dos años de edad, me necesitarán durante los próximos veinte o treinta años. Tengo toda la intención de estar acá para ellos.
Nota: Sus resultados individuales pueden ser diferentes de los que se muestran aquí.