Nos hemos referido al Nivel Glicémico de Atkins (AGR) en los capítulos anteriores. Esta herramienta simple pero poderosa le ayudará a escoger los alimentos con carbohidratos que minimizan el impacto en el azúcar sanguíneo. Todos los carbohidratos que usted consuma en su dieta le producirán un aumento del azúcar sanguíneo, pero la proporción en que aumente dependerá en gran medida del tipo de carbohidratos. La solución para mantener ese aumento al mínimo es escoger carbohidratos con un AGR bajo. El AGR está basado en importantes y recientes investigaciones sobre los efectos que tienen los carbohidratos en el azúcar sanguíneo. Es un concepto que está a la vanguardia de la tecnología y que es fácil de entender.
Hablamos bastante sobre los carbohidratos en este libro, pero ¿qué son? Es todo aquello que queda en un alimento luego de retirar las proteínas, las grasas, el agua y la ceniza (minerales). Es decir, que los carbohidratos son las partes azucaradas o almidonadas de un alimento, además de la fibra dietaria que pueden contener. Un concepto básico en nutrición durante varias décadas fue el de que los alimentos azucarados eran carbohidratos simples y los alimentos almidonados eran carbohidratos complejos. Se pensaba que los carbohidratos simples eran rápidamente digeridos, mientras los complejos eran más lentos de digerir. Esto significaría que los carbohidratos simples afectan el azúcar sanguíneo más rápidamente que los carbohidratos complejos. Pero ¿realmente es así?
Los investigadores comenzaron a dudar de esa premisa básica a comienzos de los años ochenta, y desde entonces una creciente avalancha de estudios científicos nos dice que la división tradicional de carbohidratos simples y complejos no es cierta. Por ejemplo, según la antigua teoría, comer un carbohidrato complejo y almidonado, como una papa horneada, debería aumentar lentamente el azúcar sanguíneo. Sin embargo, eso no es lo que sucede. De hecho, comerse una papa horneada elevará el azúcar sanguíneo más rápidamente que si se come unas cuantas cucharaditas de azúcar.
Desafortunadamente, los parámetros nutricionales actuales, que recomiendan consumir menos grasas y más carbohidratos, sugieren que todos los carbohidratos son casi iguales, pero no tienen en cuenta el impacto producido en el azúcar sanguíneo por los diferentes carbohidratos.
Existe una forma mucho más efectiva de saber cómo actúan los carbohidratos en nuestro organismo: utilizando lo que se conoce como el Índice Glicémico.1 La idea detrás del Índice Glicémico (IG) es bastante simple; el IG mide la rapidez con la que un alimento que contiene carbohidratos afecta el azúcar sanguíneo. Como la glucosa pura eleva el azúcar sanguíneo muy rápidamente, 50 gramos de glucosa (unas 3 cucharadas) es la referencia alimenticia exacta para el Índice Glicémico, pues tiene cien puntos. (Las últimas versiones del Índice Glicémico utilizan una tajada de pan blanco como la referencia estándar.) El efecto que producen otros alimentos que contienen carbohidratos en el azúcar sanguíneo puede ser comparado entonces con el efecto de la glucosa o del pan blanco para determinar el Nivel Glicémico de cierto alimento. Por ejemplo, una manzana que contenga 50 gramos de carbohidratos elevará el azúcar sanguíneo al 55 por ciento del nivel que se obtiene luego de consumir 50 gramos de glucosa, es decir, que una manzana tiene un nivel glicémico de 55. (Para determinar el IG de un alimento, una persona ingiere una porción de un alimento lo suficientemente grande como para que contenga 50 gramos de carbohidratos, luego se le mide el azúcar sanguíneo, generalmente durante las horas siguientes.)
En vez de considerar los carbohidratos como simples o complejos, o como azucarados o almidonados, usted debería considerarlos como de efecto rápido o de efecto lento. Obviamente, si necesita mantener su azúcar sanguíneo en niveles normales, usted debería optar por los carbohidratos de efecto lento, es decir, por aquellos que tienen un bajo nivel de IG. Esos carbohidratos son digeridos lentamente y pueden causar un aumento gradual en el azúcar sanguíneo, seguido de una disminución gradual.
Se han realizado muchas investigaciones sobre el Índice Glicémico durante las últimas décadas, así que ya sabemos cuáles son los niveles de cientos de alimentos que contienen carbohidratos. Como regla general, los alimentos que tienen de 0 a 55 se consideran bajos en IG; los que están entre 56 y 69 se consideran que tienen un IG mediano; y los que tiene 70 o más son altos en IG. No deja de sorprender que existen ciertos alimentos con un nivel de IG superior a 100, lo que significa que aumentan el azúcar sanguíneo más rápido incluso que si usted ingiere glucosa pura. ¿Recuerda la papa horneada que mencionamos anteriormente? ¡Una papa rojiza sin grasa (sin mantequilla ni crema agria) tiene un nivel de Índice Glicémico de 111!
Una fuerte crítica que se le hace al concepto del IG es que no tiene en cuenta las combinaciones de comidas. Después de todo, no es muy probable que usted se coma sólo una papa horneada; generalmente será parte de una comida que incluye proteínas, grasas y tal vez fibra de otros alimentos, lo que retrasaría la digestión y la absorción de la glucosa. Eso es cierto, pero no demerita la utilidad del Índice Glicémico. Cuando los investigadores realizan estudios que incluyen diferentes comidas, utilizan una fórmula para calcular la cantidad y el tipo de carbohidratos presentes en ellas para tener en cuenta los efectos que tienen los otros alimentos.
El Índice Glicémico es realmente una herramienta útil, pero tiene algunas limitaciones. Uno de los mayores inconvenientes es que está basado en porciones alimenticias que contienen 50 gramos de carbohidratos. En otras palabras, si un alimento es bajo en carbohidratos, la porción tendrá que ser grande. Además, incluso si se trata de un sólo alimento, el IG tampoco da cuenta completamente del contenido de fibra y grasas que retrasa la entrada de glucosa a la corriente sanguínea. Para algunos alimentos, una porción extra grande y el contenido de fibra alteran el Índice Glicémico y lo aumentan más de lo que realmente es.
Para no correr el riesgo de malinterpretar las cifras del IG, los investigadores han inventado un método más confiable aún: la Carga Glicémica (CG).2, 3 Las cifras de la CG son más realistas, pues tienen en cuenta el contenido de fibra y el tamaño de la ración del alimento. La CG de un alimento se calcula multiplicando el nivel del IG por la cantidad de carbohidratos por porción, y dividiéndolo luego por 100. Según ese cálculo, la CG de esa papa rojiza sería de 30.
La CG mide la cantidad de carbohidratos contenida en una porción normal, lo que hace de ésta una herramienta muy útil para decidir cuáles carbohidratos debería consumir. Sin embargo, el tamaño de las porciones utilizadas para medir el IG es pequeño, así que es muy fácil comer más y acumular carbohidratos más rápidamente de lo que usted cree. Incluso si consume carbohidratos de alta calidad, necesitará vigilar la cantidad de carbohidratos que consume.
¿Cómo escoger los carbohidratos y las cantidades más apropiadas sin utilizar calculadora, vasos medidores o contadores de carbohidratos? Simplemente utilizando el Nivel Glicémico de Atkins. Este sistema de tres niveles fue desarrollado por el Doctor Atkins y varios nutricionistas que trabajaban con él para clasificar los alimentos teniendo en cuenta su Índice Glicémico, Carga Glicémica y los Carbohidratos Netos. Esta sencilla guía es muy útil para aconsejar a mis pacientes sobre las opciones de carbohidratos que tienen, y creemos que también será útil para usted. (Vaya a la página 506.)
El Índice Glicémico de Atkins divide los alimentos que contienen carbohidratos en tres categorías:
Recuerde que la AGR está basada en el impacto que tiene un alimento en el azúcar sanguíneo y no en la cantidad de carbohidratos que contiene, así que es fundamental tener cuidado con los tamaños de las porciones y contar los carbohidratos diariamente. Un alimento como las lentejas puede tener una AGR baja por porción, pero cada porción de media taza contiene 12 gramos de Carbohidratos Netos. Por otra parte, un alimento con una AGR baja, como el brócoli, es muy bajo en carbohidratos, y debido a que es relativamente rico en fibra tiene un valor de cero en las escalas de IG y de CG.
Si combina las listas de la AGR que comienzan en la página 506 con su contador de carbohidratos, usted tendrá las herramientas necesarias para elegir los alimentos y los tamaños de porciones que le ayudarán a controlar el azúcar de su sangre. Como verá en las listas, usted no correrá ningún peligro de pasar hambre o de cansarse de sus comidas, aunque sólo consumirá alimentos que tengan una AGR baja. Y recuerde: Para que el ingreso de la glucosa proveniente de los alimentos con carbohidratos sea más lento, incluso de aquellos que tienen una AGR baja, consúmalos junto con otros alimentos que contengan proteínas y grasas.
Los investigadores han sabido durante años que una dieta rica en carbohidratos refinados puede elevar los triglicéridos, una peligrosa señal de padecer enfermedades del corazón. Recientemente comprendieron que una dieta rica en carbohidratos refinados también tiene un alto Índice Glicémico. Numerosos estudios han observado la relación entre una dieta alta en IG con enfermedades del corazón. No es ninguna sorpresa que la relación sea muy estrecha. En un estudio realizado en el 2000 que observó los resultados del Nurses’ Health Study, las mujeres que siguieron una dieta de alimentos que tenían una mayor Carga Glicémica fueron las que presentaron un mayor riesgo de enfermedades del corazón. Este grupo de mujeres tuvo casi el doble de riesgo de enfermedades del corazón que las mujeres que siguieron una dieta de alimentos con una Carga Glicémica más baja. Aunque las mujeres con un mayor peso presentaron el mayor riesgo, no tenían que ser obesas para que dicho riesgo aumentara. Una mayor probabilidad de enfermedades coronarias para las personas que siguieron una dieta alta en CG comenzaba en Índices de Masa Corporal de sólo 23.4
Otro estudio realizado en 2001, basado en información del Third National Health and Nutrition Examination Survey, observó la relación entre el Índice Glicémico y los niveles de colesterol HDL en la sangre. En dicho estudio participaron casi 14,000 personas, y por supuesto, las que seguían dietas más altas en alimentos con un mayor IG también tuvieron los niveles más bajos de HDL.5 (Recuerde que el colesterol HDL es considerado como “bueno,” y por lo tanto, unos niveles bajos son más peligrosos para el corazón.)
Como usted ya sabe, la combinación de colesterol HDL bajo y altos triglicéridos son señal de síndrome metabólico. En un estudio realizado en el 2001 a casi 300 mujeres, los investigadores encontraron que aquellas que siguieron una dieta compuesta por alimentos con una mayor Carga Glicémica presentaron un HDL más bajo y unos triglicéridos más altos, comparadas con otro grupo cuyas dietas estaban compuestas por alimentos que tenían una menor Carga Glicémica. La diferencia en los triglicéridos fue particularmente notable en las mujeres que tenían un mayor peso y que seguían dietas altas en IG, ya que su nivel de triglicéridos fue de 198, superior a 150, que es el recomendado. Los investigadores concluyeron que una dieta alta en CG es un factor potencial de riesgo para enfermedades del corazón, particularmente en mujeres que tienden a ser resistentes a la insulina.6
Una vez más, es reconfortante ver que todas estas investigaciones coinciden con las observaciones clínicas realizadas por el Doctor Atkins. La pregunta es, ¿cuándo van a reconocer los estamentos nacionales la importancia de controlar la cantidad y la calidad de los carbohidratos consumidos? Sin embargo, usted no necesita esperar: puede actuar ahora mismo para mejorar su salud.
Usted no tendrá problemas en adelgazar si utiliza las categorías de la AGR para escoger sus carbohidratos. Más importante aún: Usted estará próximo a alcanzar niveles estables de azúcar sanguíneo, mejores lípidos y un menor riesgo de padecer enfermedades del corazón.
Casi por definición, una dieta alta en IG conducirá a la obesidad, debido al gran efecto que tiene en el apetito. Le diremos por qué: cuando usted consume alimentos que tienen un IG alto, su azúcar sanguíneo se dispara. Esto hace que su páncreas secrete insulina para eliminar el exceso de azúcar sanguíneo. Al mismo tiempo, su organismo suprime el glucagón, una hormona cuya función es contrarrestar la disminución del azúcar sanguíneo. Entonces, luego de una comida alta en IG, su organismo tendrá altos niveles de insulina y bajos niveles de glucagón durante varias horas. Esto hace que el azúcar sanguíneo baje demasiado, lo que le producirá hambre, mayor ansiedad de carbohidratos altos en IG, y usted terminará por comer demasiado y comenzar así el ciclo una y otra vez.
Si usted sigue el consejo de controlar el consumo de grasas en lugar de los carbohidratos, probablemente terminará como una estadística más de la epidemia mundial de obesidad, si es que ya no hace parte de ella. Si reemplaza las grasas en su dieta por carbohidratos con un alto índice glicémico, caerá involuntariamente en la trampa de la obesidad. Esos carbohidratos bajos en grasas que su médico le recomienda consumir—papas, pasta, arroz y pan—son exactamente los mismos alimentos que tienen un alto Índice Glicémico. Eso hace que sean los alimentos más susceptibles de producirle hambre y que usted coma en exceso. Mire la lista que aparece a continuación, en donde figuran los veinte carbohidratos que más se consumen en los Estados Unidos, elaborada por el Nurses’ Health Study en 1984, y que incluyen su Nivel Glicémico y su Carga Glicémica. ¿Habrá que preguntarse por qué abundan personas con cinturas tan voluminosas? Casi todos estos alimentos son ricos en carbohidratos, IG y CG y son pobres en nutrientes.
LISTA DE LOS ALIMENTOS MÁS POPULARES Y CON MAYOR CONTENIDO DE CARBOHIDRATOS
Desde la década de los setenta, numerosos estudios han demostrado que una dieta baja en IG aumenta la saciedad, disminuye el hambre y la cantidad de alimentos que consumimos. Le daremos un buen ejemplo: un estudio publicado en 1999, realizado con adolescentes obesos de sexo masculino, observó el efecto producido por el consumo de alimentos que contenían diferentes niveles de IG pero el mismo número de calorías. Los adolescentes consumieron estos alimentos al desayuno y al almuerzo, y fueron observados durante cinco horas para ver qué tan pronto sentían hambre y pedían snacks. Cuando los adolescentes consumieron los alimentos altos en IG, sintieron hambre en menos de tres horas y comieron snacks ricos en calorías. Cuando ingirieron comidas bajas en IG, sintieron hambre aproximadamente cuatro horas más tarde y consumieron 81 por ciento menos de calorías provenientes de los snacks.4
Esta reacción a una dieta baja en IG puede resultarle familiar. Es exactamente lo que sucede cuando usted comienza a seguir el PACAS, que por definición es una forma de alimentación baja en IG. Es evidente que controlar los carbohidratos aumenta la sensación de satisfacción, reduce el hambre y mejora su nutrición en general. Cuando usted escoge alimentos bajos en IG y AGR, consume menos carbohidratos en general. Los carbohidratos que usted consumirá serán de alta calidad, bajos en IG, provenientes de verduras frescas, frutas y alimentos poco procesados. Éstos son parte de una comida que contiene proteínas y grasas saludables. Usted se llenará rápidamente y permanecerá satisfecho por más tiempo, y obtendrá una gran cantidad de vitaminas, minerales y otros valiosos nutrientes contenidos en estos alimentos.
Parecer ser evidente que si los alimentos altos en IG son una parte considerable de su dieta, usted aumentará el riesgo de contraer diabetes. Si reduce los alimentos altos en IG probablemente perderá peso, mejorará su resistencia a la insulina y sus lípidos sanguíneos y disminuirá el riesgo de enfermarse del corazón o de diabetes, y hasta podría llegar a prevenir esta última enfermedad.
¿Y si usted ya tiene diabetes? En ese caso, decirle adiós a una dieta alta en IG no será una opción sino una necesidad. Un importantísimo estudio aclara este punto. El estudio observó la forma en que dos dietas idénticas pero con diferentes IG afectaron a personas con diabetes de Tipo 2. Los veinte participantes fueron seleccionados al azar para que siguieran dietas previamente medidas con diferentes IG—altos o bajos—durante veinticuatro horas. Después de dicho período siguieron la otra dieta. Cada dieta era exactamente igual en términos de proteínas, grasas, carbohidratos y fibra dietaria. La modificación fue realizada con el propósito de cambiar los tipos de alimentos consumidos, y no para producir ningún cambio en el peso de los participantes. Los diferentes niveles de IG se debían a la forma en que se prepararon los alimentos ricos en almidón.
Cuando siguieron la dieta baja en IG, el azúcar sanguíneo de los pacientes fue un 30 por ciento inferior en promedio. En ambas dietas, el colesterol LDL disminuyó significativamente, pero disminuyó aun más con la dieta baja en IG. Quizá más importante aún que la disminución en el azúcar sanguíneo y en el colesterol LDL, fue el cambio en el activador inhibidor de plasmígeno 1 (PAI-1). Los altos niveles de PAI-1 significan que existe una mayor posibilidad de que la sangre se coagule y de que cause un paro cardiaco. Hay que señalar que las personas con diabetes tienden a tener niveles peligrosamente altos de PAI-1. Con la dieta baja en IG, el PAI-1 se normalizó, pero con la dieta alta en IG, permaneció igual.7, 8
Podríamos extendernos mucho más sobre todos los estudios que muestran lo efectiva que es una dieta baja en IG en el control de la diabetes, pero creemos que usted ya ha entendido. Eso mismo sucede con autoridades en el campo de la salud alrededor del mundo. El concepto de IG ya es utilizado ampliamente a nivel internacional como la base para una alimentación saludable para personas que tengan o no diabetes.
Hay una excepción considerable: los Estados Unidos. La Asociación Americana de Diabetes (ADA) y otras organizaciones aún no creen que exista la suficiente evidencia científica a favor del concepto de Índice Glicémico. Creen que se debería enfatizar en la cantidad total de carbohidratos y de calorías en la dieta, y no en el tipo de carbohidratos ni en su procedencia, y que deberíamos obtener el 55 por ciento de calorías de los carbohidratos. También creen que el concepto del IG es demasiado complicado como para que lo pueda entender la mayoría de las personas. Es por eso que el sistema recomendado por la ADA (que es complicado de por sí) incluye toda clase de alimentos altos en IG provenientes de carbohidratos refinados, razón por la cual no es de ninguna ayuda para la gran mayoría de personas que lo ponen en práctica. Pero nosotros creemos que usted es lo suficientemente inteligente para saber qué es lo que más le conviene. Utilizar el Nivel Glicémico de Atkins para elegir sus carbohidratos es sencillo y efectivo. Esperamos que usted haga esto y siga las recomendaciones dietarias que encontrará en los cinco capítulos siguientes.
¿Sabe usted utilizar el Nivel Glicémico de Atkins? ¿Sabría usted escoger la comida con menor Índice Glicémico?
Respuestas
Mark Anthony Montaquila sostiene que haber seguido una dieta baja en grasas le producía sueño después de las comidas, niveles indeseables de colesterol y de triglicéridos, y que no le dejaba formar músculos a pesar de realizar un vigoroso programa de ejercicios en el que se incluían las artes marciales. Atkins le mostró un nuevo camino y le ayudó a recobrar su salud y su estado físico, a la vez que contribuyó a disminuir su grasa corporal al 12 por ciento.
NOMBRE: Mark Anthony
Montaquila
EDAD: 38 años
OCUPACIÓN: Funcionario
de prisiones
ESTATURA: 5 pies,
8 pulgadas
PESO INICIAL: 189 libras
PESO ACTUAL: 175 libras
Desde hace mucho tiempo practico y enseño Aikido, una disciplina de artes marciales sobre la que su fundador decía: “La verdadera victoria es la victoria sobre uno mismo.” Tal vez fue ese principio el que me ayudó a seguir meticulosamente una dieta libre de grasas durante varios años, aunque no parecía producirme ningún beneficio.
Comía pasta y papas, evitaba el consumo de grasas y de carnes porque creía en el mito de las dietas libres de grasa. Pero no me gustaba mi aspecto. Siempre he hecho ejercicio y eso fue lo que me sacó de mis casillas. Practicaba boxeo, corría tres millas, pero todo era inútil: no podía adelgazar y esto se debía a que yo comía carbohidratos.
ANTES
DESPUÉS
Pero peor incluso que mi aspecto era la forma como me sentía. No sabía por qué me quedaba dos horas dormido luego del desayuno y me daba sueño después de cada comida. Ahora miro hacia atrás y me doy cuenta que tenía el azúcar sanguíneo disparado. Desayunaba dos o tres tazas de café negro dulce que dejaba un residuo espeso en el fondo de la taza y algunos pancakes con sirope. Pensaba que eso estaba bien, pues estos alimentos no contenían grasa.
No tenía mayores problemas de salud. Mi presión era normal, y gracias a una intensa rutina cardiovascular, mi ritmo cardiaco estaba en los cuarenta. Sin embargo, no era lógico que tuviera el colesterol tan alto ni los triglicérido tan elevados, pues hacía mucho ejercicio. Me asustaba pensar que podría contraer diabetes cuando tuviera cuarenta años. A algunos de mis familiares les dio diabetes a esa edad y me imaginé que mi dieta, que era rica en alimentos con almidón, podría estar saboteando mi estilo de vida saludable. Si uno hace ejercicio da dos pasos adelante, pero si come mal, da tres pasos atrás.
Compartí mis inquietudes con mi hermano, quien me sugirió leer La Nueva Revolución Dietética del Dr. Atkins. Me convencí cuando leí el capítulo titulado “¿Es usted uno de ellos?.” Leí un tercio del libro esa noche y decidí comenzar a hacer Atkins inmediatamente. Pasé a la Inducción y no tuve ningún problema en seguir esa fase. Me conmovió tanto lo que leí que me fue muy fácil dejar las pastas y el arroz. Nunca me hicieron falta, pues sabía el daño que causaban. No miré hacia atrás: tenía una misión.
En menos de tres meses, pasé de 189 libras a 159. Más tarde subí 15 libras de masa muscular, luego de levantar pesas. Mi café espeso y mis pancakes eran historia. Durante tres meses, desayuné todos los días con huevos y queso. Fue magnífico. Permanecí dos semanas en Inducción y luego fui añadiendo—gradualmente—pocas cantidades de carbohidratos, hasta llegar a mi actual nivel de aproximadamente 30 gramos diarios. Así mismo, comencé a tomar algunos de los suplementos recomendados por el Doctor Atkins: selenio, zinc, cromo y té verde. Muy pronto, mi colesterol y triglicéridos disminuyeron y mi energía aumentó.
La pérdida de peso me permitió muchas cosas maravillosas. En primer lugar, obtuve una certificación como entrenador personal y especialista en golf. Luego, realicé varios videos didácticos sobre este deporte y presenté mi propio programa sobre golf en la televisión local. Haber perdido peso me ha dado mucha seguridad, y el Doctor Atkins ha influido bastante en mí. Siempre luchó por sus principios, aun cuando el sistema médico lo atacó. Yo tenía unas ideas muy poco convencionales acerca de la práctica del golf y me inspiré en él para hacer los videos.
Los videos y la experiencia en televisión me ayudaron a ser un mejor presentador. Creo que eso es lo que me ha catapultado a mi trabajo actual. Hace un año, aproximadamente, fui contratado para enseñar fitness, nutrición y clases de bienestar en una prisión. Ése era mi sueño desde que entré a la academia. Tengo que darle mucho crédito al Doctor Atkins por mis éxitos. Mi vida ha cambiado por completo y todo porque compré su libro.
Nota: Sus resultados individuales pueden ser diferentes de los que se muestran aquí. Como se dijo anteriormente, Atkins recomienda una evaluación inicial de laboratorio y seguimiento continuo en coordinación con su proveedor de salud.