CAPÍTULO 30

Jan golpeó su rodilla y gruñó:

—¡Lo eché a perder! ¡De verdad lo eché a perder! No tendría que haber soltado la lengua así. Probablemente le di el susto de su vida a esa chica. Peor que eso, no me cree una sola palabra. Creo que me odia.

—¿Estabas diciendo la verdad acerca de que tú no fuiste el que huyó? —preguntó Stuart.

La mandíbula de Jan se puso tiesa.

—Claro que estaba diciendo la verdad. ¡No habría razón para mentir sobre algo tan importante como eso! —Fregó la mano contra el costado de su rostro, mientras reprimía la necesidad imperiosa de chillar como un bebé—. El problema es que no tengo pruebas. Es la palabra de Bunny contra la mía.

—Tal vez ayude si tú mismo hablas con la madre de Star —sugirió Paul—. Podrías recordarle cómo fueron las cosas.

Jan golpeó los dedos contra el borde de la mesa.

—Si creyera que por un momento Bunny fuese a decir la verdad, lo haría. Pero tengo el presentimiento de que seguiría mintiendo acerca de todo lo ocurrido. Además, estoy más que seguro de que después de todos estos años, Bunny probablemente no quiera ver a alguien como yo. —Movió la cabeza lentamente, sintiéndose cada vez peor—. Nunca entendí por qué me odiaba tanto como para largarse con nuestra bebé sin siquiera decirme que se iba o dónde. Pensé que Bunny me amaba y que quería casarse, pero algo debe de haber pasado para que cambiara de opinión. —Jan hacía todo lo posible para controlar sus emociones.

—Yo creo que lo mejor que puedes hacer es esperar a la semana próxima y ver qué tiene para decir Star en ese momento —dijo Ruby Lee.

—No creo que pueda esperar tanto. Además, ¿y si Star no vuelve? Tal vez no quiera volver a verme. —Jan miró hacia Emma y, con tono de súplica, dijo—: ¿Me puede ayudar? Si tiene la dirección de Star, ¿me la podría dar?

Emma sacudió la cabeza.

—No me sentiría bien si te diera esa información sin preguntarle a ella primero. Y, Jan, creo que realmente debes darle tiempo a Star para que revise las cosas. Como dijo Ruby Lee, puedes volver a hablar con ella la próxima semana. Estoy segura de que vendrá.

—Quizá Star hable con su madre y descubra que tú estabas diciendo la verdad —dijo Paul con tono de confianza.

Jan refunfuñó.

—Hombre, no sabes cuánto me gustaría ver que ocurriese eso, pero a menos que hayan cambiado a Bunny, es poco probable que admita que actuó mal.

Emma le dio a Jan una palmadita de consuelo en el brazo.

—Rezaré por ti esta semana, y espero que tú también lo hagas. Trata de recordar que Dios nos acompaña, sin importar qué situación tengamos que enfrentar.

Goshen

Star se sentía tan nerviosa cuando llegó a Goshen que le temblaba el cuerpo y apenas podía respirar. Realmente no tendría que haber conducido a ningún lado si se sentía así de alterada, pero quería poner cierta distancia entre ella y Jan. También necesitaba tiempo para calmarse antes de hablar con su mamá, así que decidió detenerse y trotar un poco en el sendero Pumpkinvine.

Mientras corría, las piernas amenazaban con doblarse. Todavía no podía creer que el motociclista corpulento era su papá. Y a medida que pensaba en todo lo que le había dicho Jan acerca de la huida de mamá, su frustración y confusión aumentaban. No sabía si creerle o no. Todas estas semanas había visto a Jan como un buen tipo, al que le gustaban los niños y los perros.

“¿Era todo una pantalla? —se preguntaba—. ¿O Jan ha cambiado su manera de ser de cuando salía con mamá?”. Por el momento, Star estaba enfadada con ambos: Con Jan, por abandonarlas cuando ella era un bebé; con su mamá, por negarse a contarle demasiado acerca de su papá o mostrarle fotos de él. Por supuesto, aunque hubiese visto una fotografía de Jan de ese entonces, sin duda había cambiado mucho, así que probablemente no lo habría reconocido. Pero si su mamá le hubiese dicho su nombre, se habría dado cuenta de las cosas mucho antes. Después de todo, ¿cuántos hombres podían llamarse Jan Sweet?

Al detenerse un minuto para recobrar el aliento, Star pateó una mata de maleza al costado del camino con la punta de su tenis y brincó hacia atrás cuando un conejo bebé corrió hacia una mata más alta.

—Ups. Lo siento, pequeñín. No quise asustarte —murmuró, al disfrutar momentáneamente la corta interrupción.

“Todavía no puedo creer que Jan sea mi verdadero papá —pensó Star, mientras comenzaba a correr nuevamente—. Todo el tiempo que estuvo sentado junto a mí en lo de Emma, las conversaciones y la manera amigable de actuar mientras trabajábamos en nuestros proyectos de acolchados, y nunca tuve un indicio”.

Con la decisión de acelerar el paso, Star jadeaba mientras corría con más intensidad. Mientras un hilo de sudor bajaba por la sien y se metía en sus ojos, sabía que no importaba qué tan rápido o intensamente corriese. Lo inesperado, la noticia impactante que había recibido hoy era ineludible. Estaba pensando seriamente en volver hasta lo de Emma y darle a Jan un puñetazo bien merecido. Pero ¿de qué habría de servirle? No cambiaría el pasado, pero ay, sí que la haría sentir mejor.

Con dolor en los costados y casi sin aire, Star supo que no podía correr más, así que se dirigió hacia su auto. Realmente necesitaba ir a casa y hablar con su mamá.

Cuando Star entró en casa de la abuela un poco después, el teléfono estaba sonando. Corrió por la cocina y tomó el auricular.

—Hola.

—¿Eres tú, Star?

—Sí, ¿quién habla?

—Emma Yoder. —Hizo una pausa—. Estaba preocupada por ti y quería ver si estabas bien.

—Sí, estoy bien. Nunca mejor —murmuró Star.

—No suenas bien. El tono de tu voz dice que todavía sigues alterada.

El tono tranquilizador de Emma hizo que Star se relajara un poco.

—Yo… yo todavía no puedo creer lo que pasó hoy —dijo ella—. Digo, ¿cuáles son las probabilidades de que Jan Sweet resulte ser mi padre perdido hace mucho tiempo?

—¿Todavía sigues enfadada con él? —preguntó Emma.

—Seguro. ¿Por qué no habría de estarlo? Nos abandonó, Emma. El gran, dulce y amoroso Jan abandonó a su esposa y su bebé. ¿Y se supone que esté bien con eso? —La voz de Star se había vuelto chillona, pero no parecía poder evitarlo. Estaba tan enfadada que hasta podía soltar algún insulto.

—¿Qué dijo tu madre cuando le contaste acerca de Jan?

—Todavía no le conté. Acabo de volver a casa del sendero Pumpkinvine, donde fui a correr para tratar de quitarme las frustraciones.

Otra pausa. Luego Emma dijo:

—Jan quiere hablar contigo, Star, y con tu madre también. Quedó muy angustiado después de que te fuiste y me pidió si podía darle tu dirección o número telefónico.

Star se tomó del borde de la encimera a medida que el miedo se apoderaba de ella como una mordaza. Todavía no estaba lista para hablar con Jan. No hasta haber hablado con su mamá.

—No se lo dio, espero.

—No. Le dije que no podía sin tu permiso.

Star exhaló con alivio.

—Ay, gracias. Se lo agradezco. A mamá le daría una rabieta si Jan apareciera de la nada. De verdad necesito primero hablar con ella acerca de todo esto.

—Espero que todo esté bien cuando lo hagas. Ah, Star, ¿puedo decirte algo más?

—Sí, seguro. ¿Qué, Emma?

—No pienses mal acerca de una persona hasta tener todos los hechos.

—Sí, y yo también planeo tener todos los hechos. Tengo que irme, Emma. No escucho el televisor en la sala, así que creo que mamá debe de estar en su cuarto. Realmente debo hablar con ella ahora.

—Te dejo, entonces. Ah, y recuerda, Star, si necesitas hablar más acerca de esto, solo llámame. A menos que justo esté en la cabina telefónica, accederás a mi correo de voz. Pero te devolveré la llamada apenas reciba tu mensaje.

—Está bien, gracias, Emma. Adiós por ahora.

Star colgó el teléfono y estaba a punto de ir al cuarto de su mamá cuando divisó una nota sobre la mesa de la cocina. La tomó y la leyó en voz alta.

Mike y yo estamos camino a Fort Wayne para ver a sus padres y contarles sobre nuestro compromiso. Ya que no trabajo la semana próxima y Mike tampoco, pensamos quedarnos con sus padres hasta el jueves o viernes. Así Mike podrá ver el restaurante que planea comprar. Si todo funciona bien, nos mudaremos a Fort Wayne enseguida después de la boda.

Te iba a contar todo esto esta mañana en el desayuno, pero saliste disparada y no tuve oportunidad.

Hay suficiente comida en el refrigerador, así que no deberías preocuparte por ir al mercado mientras no estoy.

Te veré el jueves a la noche o en algún momento del viernes.

Te ama,

Mamá

Las manos de Star temblaban mientras dejaba caer la nota sobre la mesa. Más allá del hecho de que su mamá se había ido sin decirle, ahora tenía que esperar varios días para contarle lo de Jan. ¿Y si su mamá y Mike terminaban mudándose a Fort Wayne? ¿En qué lugar quedaría Star? ¿Pretenderían que se mudara allí también? ¿Qué pasaría con la vieja casa de la abuela? ¿Su mamá la vendería? No era justo. Necesitaba hablar con su mamá inmediatamente. Necesitaba algunas respuestas acerca de Jan.

—Nunca seré la princesa, abrazada a papá —cantaba Star mientras se atragantaba con un sollozo ahogado. Hizo una pausa y tragó con fuerza—. Nunca seré la niña de su vida. Nunca me llevará de la mano; dulce viñeta. Nunca la respuesta perdida. Dime si me siento conectada; por qué no puedo ceder el control. Dime si me siento protegida; quién está orando por mi alma. Dime si me siento bien amada… jamás.