THIAGO
No entendía nada, hostias. ¿Cómo había llegado a pasar aquello? ¿Mi padre follándose a la madre de Alexia?
Desde el día que había escuchado aquel comentario de mi padre, no había dejado de darle vueltas: «Esta mujer me va a volver loco». Mis padres se llevaban bien y, aunque no eran muy cariñosos, siempre mostraban respeto uno por el otro. Esas palabras no encajaban con la relación que existía entre mi padre y mi madre, y yo no era tonto ni me gustaba dar la espalda a los problemas.
Llevaba un par de días fijándome en mi padre: adónde iba, a qué horas salía, con quién... Y lo seguí en alguna ocasión sin encontrar nada fuera de lugar. Iba a trabajar, se pasaba horas en su despacho, se reunía en alguna cafetería cara de Madrid con algún cliente y poco más. Lo de siempre, vamos. Incluso llegaba a casa a la misma hora que de costumbre. Su comportamiento era el habitual.
—Me ha salido un viaje relámpago a Cuenca —le dijo a mi madre aquella misma tarde.
—¿Con la empresa alemana?
—Con esa misma. Son tan pesados...
—Vamos, Joaquín, todo sea porque salga adelante el contrato.
—Lo sé, pero me da mucha pereza. ¿Quieres venir?
—No puedo, ya sabes que tengo que asistir al baby shower de la hija de los Ballester.
—Es verdad, no me acordaba. Cogeré el AVE hacia las nueve y volveré mañana a mediodía. La reunión es a primera hora; me levantaré pronto para preparar todos los papeles del contrato.
—¿Te acompaña Luis Miguel?
—Sí, sí, como siempre.
Luis Miguel era su mano derecha, su sombra y su mejor amigo. Alguien en quien podías confiar perfectamente y explicarle que tenías una relación fuera de tu matrimonio.
Decidí seguirlo, convencido de que ese viaje me llevaría hacia su amante en Cuenca. Pero mi padre no cogió el AVE, sino que se dirigió en taxi hacia el barrio de Salamanca. Mi taxi lo siguió como en las películas y, cuando se detuvo cerca del dúplex de la madre de Alexia, aluciné por la coincidencia. ¿Viviría allí su querida?
Lo siguiente que vi me dejó sin sangre en el cuerpo.
Alexia estaba mirando a ninguna parte, pero cuando vio a mi padre se volvió inmediatamente y sacó el móvil de su bolso con prisas para darle la espalda. Mi padre estaba a pocos metros de ella, así que se tenían que haber visto por cojones. ¿Por qué se ignoraban de esa manera?
Porque mi padre se follaba a su madre.
No podía creérmelo, pero Alexia no lo negó en ningún momento. Lo sabía y no me había dicho absolutamente nada. ¿Cómo podía ser? ¿No quería herirme? Me estaba haciendo el doble de daño en ese momento porque por mucho que pienses que tal vez tu padre esté con otra, pillarlo en una mentira y verlo subir al dúplex de su amante... era realmente jodido.
Hubiera gritado como un loco en medio de la calle, pero por mi cabeza pasaban mil pensamientos al mismo tiempo y me costaba una barbaridad poner orden en mi mente. Quería saber qué razones la habían llevado a esconderme una situación como esa. Ella odiaba a su madre, entonces ¿por qué cojones la cubría?
«—Dime por qué.
»—¿Para qué quieres saberlo? ¿No tienes bastante?»
¿Es que había más cosas que no supiera? ¿De qué diablos hablaba? Podía leer en sus ojos que sabía más cosas. No era la primera vez que lo percibía.
«—¿Hay más? Alexia, ¿hay más?
»—¡Qué más da!»
¡Sí que daba, joder, claro que daba!
«—¿¿¿Hay más???»
Y entre gritos me lo dijo...
«—¡Somos hermanos, joder!»
¿¿¿Hermanos???
Esperé a mi padre durante un par de horas, apoyado en la pared del edificio del dúplex, pero cuando vi que de allí no salía nadie, me fui andando hacia ninguna parte. Por lo visto, se quedaba a dormir con ella, cena incluida.
Tenía la cabeza a punto de explotar y lo único que se me ocurrió fue ir a Colours, sentarme solo en la barra y beber como un descosido. Quería borrar todo aquello de mi mente y el alcohol conseguiría anestesiarme durante un buen rato.