Capítulo Seis

Guau. Es una sensación extraña. ¿Pero puede que tampoco esté tan mal? No sé por cual de las dos cosas inclinarme.

Pongo el temporizador del teléfono y selecciono el juguete «Belka Anal» en la aplicación.

Aparecen varios controles nuevos en la pantalla que no estaban disponibles en el caso del vibrador ni de Glurp. Por ejemplo, hay un botón llamado «Salir» y otro llamado «Más profundo».

No estoy lista para profundizar todavía, y e ir hacia afuera es prematuro.

Pulso «Encender».

La ardilla comienza a vibrar.

La sensación es rara, pero no desagradable. A medida que me adapto, me voy sintiendo más preparada par nuevos desafíos, y un botón que dice «Estimulación del punto P» capta mi atención.

Jamás había oído hablar de un punto P. Por otra parte, tampoco había oído hablar del punto A. Para ser honesta, ni siquiera sabía que hubiese «puntos» en la zona de la puerta trasera, pero supongo que debe de haberlos, ya que a muchas mujeres les gusta jugar con ella.

Titubeante, pulso el botón del punto P.

La ardilla deja de vibrar y se sumerge más profundamente dentro de mí.

Qué cosa tan rara.

Sigue moviéndose.

Espera un segundo.

Se ha detenido. La siento dando vueltas por ahí como si estuviese buscando algo. Entonces, vuelve a moverse.

¿Qué demonios? Clavo el dedo en el botón de parar.

No pasa nada. La ardilla continúa alegremente su camino.

Aprieto frenéticamente el botón de salir.

La ardilla se detiene.

¡Uf!

Espera un segundo. La ardilla vuelve a dar vueltas, como si hurgara buscando algo en mi interior. Como no lo encuentra, se mete todavía más adentro.

¿Qué cojones? ¿Es que la «P» era la abreviatura de páncreas? Creo que eso es un órgano del sistema digestivo, pero seguro que no puede ser también un punto erógeno.

Compruebo la pantalla, llena de pánico.

Hay un botón de ayuda, aparte de algunos otros que no parecen prometedores.

Pulso todos los botones que no son de ayuda a la vez.

La ardilla sigue moviéndose más profundamente.

Estoy empezando a asustarme. ¿Qué pasa si «P» es la abreviatura para la glándula pituitaria del cerebro?

La ardilla se detiene. Aparece un mensaje de error en la pantalla que dice: «Próstata no encontrada».

¿La próstata? ¡Oh no! Las mujeres no tienen una de esas... al menos, no en la zona del trasero. Hay algo llamado glándulas de Skene en la parte frontal de la vagina que a veces se conocen como «la próstata femenina», pero está claro que no era eso lo que buscaba la ardilla.

Me sobrepongo a mi pánico y empiezo a diseccionar lo que ha ocurrido. La ardilla debe de formar parte del lote destinado al sexo masculino. Cuando el Empalador escribió la aplicación, se olvidó de tener en cuenta una situación en la que alguien que pida la estimulación del punto P carezca de próstata que estimular.

No es un error sorprendente, pero que me ha dado por el culo... y esa expresión no había sido nunca tan literal.

Paso el dedo por el mensaje de error, enfadada, hasta que se desvanece de la pantalla. Luego pulso el botón de salir.

Vuelve a aparecer mensaje el error, y no pasa nada más.

Como no me queda otra opción, hago clic otra vez, en el botón de ayuda.

Del teléfono sale un sonido parecido a un tono de marcación.

Eso no es bueno. Apuesto a que está destinado a llamar al servicio de atención al cliente cuando los juguetes de Belka lleguen a manos de clientes reales. En esta etapa temprana, dudo que nadie vaya a responder a mi llamada. Aunque no sé qué les diría si lo hicieran.

Frenética, suelto el teléfono del trabajo sobre la cama y agarro a mi Tesssoro para llamar Ava.

—Estoy un pelín ocupada —me espeta ella a modo de saludo.

—¡Esto es una emergencia médica! Código Rojo. Va en serio.

—Guau, más despacio, más despacio. ¿Qué ha ocurrido?

—Tengo una ardilla atascada en el recto. O quizás en el colon. En algún lugar por ahí dentro.

Hay un lapso de silencio, y luego:

—¿Es esto una broma?

—¡Ojalá! Estaba probando los juguetes y...

Ava suena como si tuviera algo atascado en la garganta.

—Entonces.. ¿la ardilla es un juguete?

—No, me refiero a un puto animal de verdad.

—Oye, nunca se sabe. He oído historias sobre un montón de cosas atascadas ahí. Frutas, verduras, llaves, velas, tarros de café y de mantequilla de cacahuete, bombillas, desodorante, smarphones, botellas de spray corporal, Buzz Lightyear...

—Eso no me ayuda para nada a sentirme mejor. —Aprieto el teléfono con más fuerza—. ¿Qué debo hacer?

—Ir a Urgencias —dice ella.

—¿Y algo menos drástico? —pregunto, imaginándome lo vergonzoso que sería un viaje así… sobre todo porque el juguete se llama ardilla.

Durante lo que les queda de vida, las enfermeras le contarían a todo el mundo «La paciente tenía una ardilla metida en su madriguera».

Puedo oír cómo Ava coge aire.

—¿Sientes algún dolor abdominal?

—No.

—¿Y no estás perdiendo sangre?

El susodicho líquido abandona mi rostro.

—Acaba de ocurrir. ¿Crees que podría sangrar?

—Es improbable, si no sientes dolor. Sobre todo, ni se te ocurra meterte ahí con unas pinzas o alguna otra cosa que pudiera causar cortes o moretones en la zona. Eso incluye tus uñas.

Cierro los ojos con fuerza.

—No soy idiota. Al menos, no tan idiota.

—Vale, pero solo recuerda: hay casos en los que las pinzas se han quedado atascadas junto al objeto original.

—Nada de pinzas —digo con firmeza—. ¿Pero hay algo que pueda hacer o no?

—¿Aparte de ir a Urgencias? Puedes intentar cagarlo.

Siento una punzada de esperanza.

—¿Crees que funcionaría?

—Si es lo suficientemente pequeño, debería ser capaz de salir por donde ha entrado.

Miro la caja vacía del juguete.

—¿Cómo de pequeño debería ser para poder hacer eso?

—No tengo ni idea. ¿Entró con facilidad?

Mi cara se pone roja.

—Más o menos.

—Entonces, tal vez este sea un caso de lo que sube, tiene que bajar.

Uf.

—¡Esto no tiene ninguna gracia!

—Escucha, ahora tengo que correr de verdad. Mantenme informada. Si decides ir a Urgencias ven aquí, al Presybterian.

Hago una mueca.

—Primero voy a probar con el método de la caca.

—Come algo de fibra —dice ella—. O mejor, tómate un laxante.

Tras ese útil consejo, me cuelga.

Cuando coloco a mi Tesssoro en la cama, veo algo en el teléfono del trabajo que me da escalofríos.

Parece que la llamada de ayuda ha conectado con algún sitio.

—¿Hola? —chillo en el receptor—. ¿Hay alguien ahí?

—Sra. Pack —dice una voz conocida, con acento ruso—. Estoy totalmente en desacuerdo con sus planes y voy de camino para llevarla a Urgencias de inmediato.