Capítulo Doce

¿Hermano?

Mi cerebro inundado de hormonas recuerda la mención de un hermano que inspiró a Vlad a dedicarse a la informática.

Vlad se aleja de mí, soltándole al recién llegado una rápida parrafada en ruso.

Ahora que no hay músculos deliciosos que bloqueen mi vista, examino a la persona que ha hablado.

Sí. Tiene que tratarse de un hermano. Se parecen tanto que podrían pasar por la misma persona... excepto porque el hermano mayor es una versión más desaliñada y relajada del otro.

—Ésta es Fanny —dice Vlad, volviendo al inglés—. Trabajamos juntos en Binary Birch.

Trabajar juntos... ese es un buen eufemismo. Podría haber dicho «la tengo trabajando para mí». No, espera, eso me haría parecer una puta.

El hermano me ofrece su mano.

—Alex.

Nada de Sr. Chortsky por aquí... interesante. Ah, y ahora pillo la referencia a los 1.000 demonios... Parece que Alex es dueño de su apellido.

—Encantada de conocerte —digo mientras le estrecho la mano con un apretón profesional.

—Pasad a la sala de guerra —dice Alex y nos lleva a mí ya Vlad a una gran sala de conferencias con vistas a Central Park.

Ya hay montón de gente dentro y, a diferencia de los exuberantes colegas armados que dejamos afuera, se ven apagados, incluso demacrados.

—Tenemos un problema con el Simulador de Ardilla —dice Alex, pero hace que parezca que haya una «z» al principio de «Simulador» y una «y» donde la «ll» debiera estar en la palabra «Ardilla».

¡Qué cosa tan rara! Ha dicho sala de guerra sin hacer eso con la s, por lo que no puede tratarse de que no sepa pronunciarla.

—¿Otra vez? —Vlad frunce el ceño y me explica—: 1000 Demonios acaba de lanzar un parche para un fallo importante de ese juego.

Entonces, Simulador de ardilla es un juego. Debería haberlo adivinado.

—¿Es como Simulador de cabra, pero con una ardilla? —pregunto.

—Mucho más divertido. —El pecho de Alex se hincha de orgullo—. Una ardilla es más pequeña, por lo que puede llegar a lugares con los que una cabra ni siquiera podría soñar.

Vlad me lanza una mirada rápida y luego pregunta:

—¿No se había solucionado el problema?

Me sonrojo. ¿Fue esa mirada en referencia al comentario de «una ardilla puede llegar a todas partes»? Podría ser, ya que en mi caso, otro tipo de ardilla estaba trepando por mi trasero.... y eso no fue nada divertido. Al menos no para mí.

—El último error está arreglado, pero creo que la gran actualización con el parche ha ocasionado este nuevo problema. —Alex coge un control remoto y YouTube aparece en la pantalla frente a nosotros.

Empieza a reproducirse un video de una linda ardilla corriendo por debajo de un banco del parque. De repente, la criatura peluda empieza a echar humo por la boca, lo que la hace pixelarse, y cambiar de forma de tal modo que la ardilla acaba pareciendo un demonio salido de los círculos más profundos del infierno.

Vlad frunce el ceño.

—Esto me recuerda a aquel problema técnico de los Sims, el que hacía que los bebés parecieran monstruos.

—Es espeluznante —digo, mirando las distorsiones en la imagen que se parecen a garras y tentáculos. —Casi como si lo hicieras a propósito para asustar a la gente.

—Exacto. —Alex abre un portátil que hay en la mesa de conferencias y mira a su hermano—. ¿Puedes comprobar si nos han pirateado?

Vlad toma asiento frente al portátil y comienza a teclear.

—¿Sabías que la ciberseguridad es otro de los talentos de mi hermanito? —me pregunta Alex con una amplia sonrisa.

—Pues no. —Le lanzo una mirada hambrienta a Vlad. Al caer en que su hermano podría darse cuenta, me aclaro la garganta y pregunto—: ¿Alguna vez te han pirateado?

—Nunca… y por la misma razón: Vlad instaló la seguridad.

—¿Ya has encontrado el error en el código? —pregunto.

—No. El equipo de desarrollo está en ello, pero hasta ahora es difícil porque hemos tenido problemas para replicar el problema aquí en la oficina. La única razón por la que sé que este video no es falso son las reseñas de una estrella de padres enfadados porque sus hijos no pudieron dormir después de ver este error.

—¿Te importaría que yo revisase el juego? —le pregunto—. ¿En qué plataforma está?

—Es multiplataforma —dice Alex—. Teléfonos, PC, consolas... lo que quieras.

Asiento, saco a mi Tesssoro del bolsillo y busco Simulador de Ardilla hecho por 1000 Demonios en la tienda de aplicaciones.

No lo encuentro, pero veo Zimulador de Ardiya.

Vale pues. Es de verdad para niños. Eso explica por qué ha pronunciado Alex el nombre de esta forma.

Empiezo a descargar el juego, y mientras espero, pregunto:

—¿Cuál fue el problema que acabáis de solucionar?

Alex hace una mueca y pone otro video de YouTube. En él, la versión aún súper linda de la ardilla se acerca a un niño con aspecto de matón que sostiene un bate de béisbol.

La ardilla se detiene.

El niño le da a la criatura peluda con el bate.

La ardilla sale por los aires y vuela y vuela hasta que el paisaje urbano por debajo es apenas visible.

Entonces comienza la caída en picado.

—¿Supongo bien si digo que eso no se suponía que tenía que pasar? —pregunto.

—Error en el motor de física —dice Alex, sonando a la defensiva—. No somos los primeros a los que sucede algo así. Los gigantes del Skyrim siguen mandando a otros personajes volando por el cielo hasta el día de hoy.

—Que es la razón por la que no tendríamos que haberlo tocado —interviene Vlad, mientras sus dedos aún bailan en el teclado.

Alex se encoge de hombros.

—Estábamos recibiendo cientos de malas críticas por eso, sin mencionar los correos electrónicos de padres molestos.

Al ver que mi descarga está lista, abro el juego.

Muy mono. Puedo elegir mi aspecto. Selecciono el pelaje naranja, la longitud máxima de la cola y el vientre blanco... sobre todo porque así es como se veía la ardilla demoníaca del video antes de que comenzara su horrible transformación.

El juego comienza con un tutorial. Aprendo hechos importantes, como que mis dientes nunca dejan de crecer y, por lo tanto, tengo que roer cosas constantemente para mantenerme sana. También me enseña cómo zigzaguear cuando escapo de perros y otros enemigos, cómo enterrar nueces para que otra ardilla no me las robe, a veces incluso a fingir el proceso de enterramiento para engañar a las otras ardillas de IA, y cómo usar mi cola para mantener el equilibrio, como paracaídas durante una caída o como paraguas en días de nieve.

Al menos el realismo no es del cien por cien. Estoy seguro de que a los padres quejumbrosos no les gustaría que sus hijos supieran que hay una especie de ardilla que tiene genitales gigantes, al menos para una ardilla. Mi ex me habló de ellas. Sus vergas alcanzan el cuarenta por ciento de la longitud de su cuerpo, y las joyas de la familia, aproximadamente la mitad. Mi ex estaba claramente envidioso, especialmente por otro factor: durante la masturbación, estas ardillas pueden inclinarse y meterse el pene en su propia boca. Además, la mayoría de las ardillas hembra copulan con varios machos a la vez cuando están en celo... He presenciado una de esas orgías en el parque unas cuantas veces.

Cuando se completa el tutorial, ordeno a mi yo peludo que vaya corriendo hasta el parque cercano, uno que se parece al escenario del video de YouTube. Me imagino que con mi experiencia en control de calidad, tendré tantas posibilidades de replicar este error como cualquiera de los currantes de la empresa.

Subo a todos los árboles de los alrededores, me como unas cuantas nueces, semillas y algunos huevos de un nido de pájaros desatendido, pero sigo teniendo una pinta linda y achuchable todo el tiempo.

Ocultar nueces no consigue nada, ni esconder cosas inapropiadas, como la piruleta que le robo a un niño pequeño.

Estoy a punto de rendirme cuando veo algo que, estrictamente hablando, ni siquiera debería existir en este juego: una colilla de cigarrillo debajo de uno de los bancos.

Entiendo que en la vida real puedes encontrarlas por todas partes, pero este es un juego para niños…

También recuerdo algo que leí una vez: las ardillas urbanas se han vuelto adictas a la nicotina por comerse las colillas que tira la gente y también a la cafeína por lamer los vasos desechados de Starbucks.

¿Me permitiría el juego comerme una colilla?

Me acerco a saltitos y la cojo con mis patitas peludas.

Antes de que me pueda meter en la boca el repugnante objeto, la voz de Vlad me hace desconectarme del juego.

—Es difícil probar que no —dice él—. Pero hasta donde yo sé, no te han pirateado.

Haciendo caso omiso de la respuesta de Alex, me llevo la colilla a la boca como si fuese una jugosa bellota.

Eureka.

En lugar de mostrarme comiéndomela, el juego cambia a una imagen de humo brotando de mi boca, lo que, en retrospectiva, era una pista, y me vuelvo un ente demoníaco, como en el video.

—Reproducción conseguida —digo.

Todo el mundo se ríe.

Vlad pone los ojos en blanco.

—Niños…

—Como estaba intentando decir, he conseguido reproducir el problema. —Muestro la pantalla.

Vlad se pone de pie y se acerca, invadiendo mi espacio personal.

—¿Cómo?

Aunque es difícil pensar así, explico lo de la colilla.

Sus cejas se fruncen. Luego se apresura a regresar al asiento y vuelve a aporrear el portátil.

Alex y yo miramos por encima de su hombro.

La pantalla se cubre de programación en C ++ y Vlad murmura algo mientras va pasando el código.

—Ajá —dice por fin y minimiza la ventana de código. Juguetea en el repositorio de control de fuentes hasta que tiene una actualización de código en la pantalla. Una que, presumiblemente, introdujo el problema.

—Aquí está el culpable —dice, confirmando mi sospecha—. Habla con Johnny Kove. Si lo ha hecho intencionadamente, como parece ser el caso, despídelo.

¿También es dueño de esta empresa? Suena como si lo fuera.

Alex parece disgustado.

—Es uno de mis mejores desarrolladores.

—Tú eres uno de tus mejores desarrolladores —responde Vlad. Me explica—: Alex fue quien escribió este juego originalmente, así como algunos otros mega éxitos.

—Está siendo demasiado modesto —dice Alex—. Lo escribimos juntos, pero ahora que él anda tan ocupado con los proyectos de Binary Birch, yo sigo trabajando en ello con mi equipo de desarrollo.

—Bueno, tú decides —dice Vlad, pero su tono no coincide con sus palabras—. Sin embargo, ten en cuenta que si ese tío vuelve a hacer algo por el estilo, no pienso venir corriendo al rescate.

Alex dice algo en ruso. Suena conciliador, pero también podría ser cosa de mi imaginación.

Vlad responde con severidad, y siguen hablando así un ratito. Algo me dice que el tema ha pasado de los juegos a algo más personal.

—Gracias a los dos —dice Alex cuando termina la pelea entre hermanos—. Os acompaño a la puerta.

Eso nos salva de un nuevo ataque con armas de juguete. Cuando se abre el ascensor, Alex mira a su hermano con una expresión traviesa y luego me mira a mí.

—Fanny, la semana que viene vamos a celebrar una gran fiesta de aniversario de los 1000 Demonios en el restaurante de mis padres. ¿Puedo pedirte que arrastres a Vlad hasta allí? Significaría muchísimo para la familia.

—No tienes que dignarte a responder a eso —gruñe Vlad.

Dado que Vlad me paga en última instancia el sueldo, me lo tomo como una pista para permanecer en silencio.

Las puertas del ascensor se cierran y Vlad pulsa el botón del vestíbulo.

—Volviendo a nuestra conversación anterior —dice mientras descendemos—. ¿Has pensado en alguna manera segura de probar el lote masculino del hardware?

Pues sí, de hecho, lo estoy haciendo justo ahora. Correr como una ardilla es muy propicio para tramar malas acciones, así como para aplicarlas a los procedimientos de pruebas de calidad. El problema es que no sé si tengo suficientes pelotas figuradas para expresar mi loca idea en voz alta.

—Mira —dice en tono amable—. Si quieres dejar el proyecto, lo entenderé.

¿Otra vez igual? ¿Piensa que me he acobardado? ¿Que mi naturaleza mojigata me ha vencido?

Me pongo tiesa.

—En realidad, tengo en mente al hombre perfecto para la prueba. Alguien que pensarás que es seguro, garantizado.

Sus labios se afinan dibujando una línea de enfado.

—¿Quién?

Respiro hondo y hago acopio de todo mi coraje.

—Tú.