Capítulo Treinta Y Dos

Salgo del ascensor furtivamente.

Pues no.

Nadie me dispara.

Al menos todavía no.

Corriendo hacia el arsenal de armas Nerf, consigo un armamento adecuado: dos pistolas que me meto en la cintura y una especie de ametralladora que hay que sujetar con las dos manos.

Si voy a trabajar en este sitio, y no sé si lo haré, tendré que encajar en su peculiar cultura.

Si eso significa abrirme paso hasta Vlad a tiros, que así sea.

Agarrando mi ametralladora salgo de la habitación y me arrastro hacia el piso principal.

Un proyectil naranja viene directo hacia mi cara, pero lo esquivo y pasa junto a mi oído.

—¡Muy bueno! —dice alguien.

Me doy la vuelta y pongo una bala en el pecho de un pelirrojo con barriga cervecera. Lo recuerdo vagamente de mi última visita.

Alguien salta desde detrás del cubículo de la derecha.

Esquivo su disparo y, luego le disparo en una teta.

Otra persona salta desde otro cubículo.

Me tiro detrás de una columna, esquivando el proyectil.

Me asomo un poco para apuntar, y le doy al último asaltante en la rodilla.

Un puñado de dardos se clava en la columna.

Saco más la cabeza, veo a una señora mayor descargando su arma en mi dirección y le disparo en el brazo.

Otro cargador completo resuena sin darme.

Vuelvo a asomar la cabeza.

Un tipo con el pelo rapado está recargando.

Le disparo al cuello, luego corro hacia la columna cerca de la gran sala de reuniones.

A través del cristal, veo a Vlad y Alex hablando animadamente, pero ellos no se dan cuenta de mi presencia.

Lo cual está bien.

De todos modos, no necesito refuerzos.

Cojo aire profundamente y salgo corriendo de mi escondrijo.

Los siguientes momentos ocurren como un efecto de cámara lenta de los de Matrix.

Esquivo un disparo y, luego le doy al que lo hizo en el hombro.

Saltando sobre un proyectil que vuela bajo, dejo caer mi ametralladora vacía al suelo y saco las dos pistolas mientras todavía estoy en el aire.

Bang. Bang.

A dos manos, les acierto a dos personas mientras llego a la sala de reuniones y pongo la mano en el pomo de la puerta.

Ahora hay un enjambre de balas de pintura volando hacia mí, pero yo ya estoy al otro lado de la puerta.

Golpean contra el cristal y chorrean inútilmente hasta el suelo.

¡Victoria!

—¿Fanny? —Vlad me está mirando con una mezcla de confusión y aprobación. —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Me quito las gafas de sol.

—Deduje tu código pin y le eché un vistazo a tu agenda. Perdona por lo de antes. Se me rompió el teléfono. No estaba pasando de ti. Por lo del artículo, creí… —Me detengo, al ver la expresión de fascinación en el rostro de Alex—. Olvídalo.

Una lenta sonrisa se extiende por el rostro de Vlad.

—Es bueno que hayas venido. Precísamente estábamos hablando de ti.

Alex se pone de pie.

—Hola, Fanny. Encantado de volver a verte. —Me estrecha la mano—. Iba a hacer que mi gente de recursos humanos contactara contigo primero, pero ya que estás aquí, quiero extenderte formalmente una oferta para un puesto de desarrolladora aquí en 1000 Demonios.

Así que mi conjetura ha sido acertada.

Vlad me está consiguiendo otro trabajo.

Y no cualquier trabajo.

Desarrollo de software, exactamente lo que quiero hacer.

Mi emoción libra una batalla campal contra mi vergüenza. Antes de que esto vaya más lejos, tengo que preguntarle a Alex algo importante.

—¿Es esto porque me he acostado con tu hermano?

Alex abre mucho los ojos y lanza a Vlad una mirada interrogativa.

—¿Lo has hecho? Supongo que... ¿bien por vosotros, chicos?

Si esperaba que los acontecimientos recientes hubieran desensibilizado mis mejillas para que no ardieran, no he tenido tanta suerte. Se calientan con un entusiasmo casi sádico cuando le echo un vistazo a Vlad.

¿Acabo de soltar algo que no debería haber dicho?

¿Estará aún más enojado conmigo ahora?

Su rostro es ilegible, aunque una comisura de su boca parece estar crispada por diversión o enojo.

Alex se rasca la nuca.

—En realidad, Fanny, quise contratarte después de que encontraras ese problema técnico en nuestro juego, pero Vlad y yo tenemos una política de no robarnos a los empleados entre nosotros, así que pensé que no podía ser. Cuando me dijo que buscabas algo más divertido y desafiante, pero en el área de codificación en lugar de en de las pruebas de calidad, me intrigó. Y después de mostrarme tu trabajo reciente, no tengo ninguna duda de que serías un activo para nosotros. Actualmente estamos trabajando en un juego de rol en el que queremos hacer coincidir las imágenes de los usuarios con una base de datos de caras de personajes preparadas previamente que se parezcan a ellos. ¿Te resulta familiar?

Mi entusiasmo crece con cada palabra que dice, y cuando termina, no puedo evitar asentir arriba y abajo con energía.

—¡Eso es básicamente lo que hace mi aplicación! —Mi voz casi estalla de tanto entusiasmo—. Simplemente hay que reemplazar los personajes de dibujos animados con los del juego.

Alex sonríe.

—Exacto. Podrás llegar y ponerte con ello. ¿Asumiendo que estés interesada? —Su expresión se vuelve más seria—. Antes de que te decidas, puedo decírtelo aquí y ahora: lo que sea que haya entre mi hermano y tú no afectará a tu trabajo. Puedo poner eso en jerga legal si quieres.

Sonrío tan ampliamente que mis labios casi chocan contra mis orejas.

—Entonces sí.

Extiendo mi mano y nos damos un apretón profesional.

Vlad se pone de pie.

—En realidad, ella quiere decir «tal vez». Para obtener un sí, debes atraerla con cosas como salario y beneficios.

Casi me golpeo en la frente.

—Vlad tiene razón. Mi talento no es barato.

Alex sonríe.

—Estoy seguro de que podemos arreglar algo. Después de todo, estamos compitiendo con Binary Birch. —Le lanza a Vlad un guiño afable—. Por ejemplo, nuestro código de vestimenta es menos restrictivo… La ropa de estilo Matrix es puramente opcional.

Yo le sonrío.

—Gracias. Es muy emocionante. Esperaré vuestra oferta formal. Ahora, si no te importa, necesito hablar con Vlad. —Le brindo a mi futuro exjefe una sonrisa vacilante—. ¿Asumiendo que tú quieras hablar conmigo?

Vlad ladea la cabeza.

—Podemos hablar ... siempre que me dejes prepararte un almuerzo de mi elección.

Resisto la tentación ponerme a dar saltitos como una niña pequeña.

—Trato hecho.

Mientras Alex nos acompaña fuera del edificio de 1000 Demonios, tomo la decisión más fácil de mi vida.

A menos que implique un recorte salarial enorme, y lo dudo mucho, aceptaré el puesto en 1000 Demonios. Crear videojuegos es lo primero en lo que todos los jugadores piensan tan pronto como comienzan sus clases de introducción a la programación, y una empresa como esta parece particularmente genial. La cultura empresarial 1000 Demonios es peculiar, con armas y todo, pero eso me parece una aventura divertida, no un inconveniente.

De hecho, aunque me ofrezcan la opción de trabajar desde casa, trabajaré aquí en la oficina.

—Te he echado de menos —dice Vlad cuando se cierran las puertas del ascensor.

Me pongo derecha y todos los pensamientos sobre la oferta de trabajo quedan olvidados.

—Yo también a tí —digo orgullosa de lo firme que es mi voz—. Lo siento por…

—No. —Toma mi mano, y rodea con sus dedos fuertes y cálidos los míos—. Yo soy el que debería disculparse. Debería haber despedido a Britney después de que piratease a ese tipo de ventas. Habías oído hablar de ello, ¿verdad?

Ups. Supongo que la piratería está en su lista de prohibiciones.

—¿Me escuchaste antes? He entrado en tu ordenador. Y cuando lo hice, vi el correo electrónico que estabas escribiendo sobre ella. Lamento invadir tu privacidad de esa manera.

Aprieta mi mano de manera tranquilizadora.

—Adiviné tu contraseña y tú adivinaste mi PIN. Yo diría que estamos en paz.

Quiero besarlo, pero el ascensor se abre y la gente nos mira expectante, así que salimos.

El camino hasta a la limusina dura en un instante, y siento que estoy bailando un vals en el aire todo el tiempo. Al subir, nos sentamos uno junto al otro, y él me abrocha el cinturón como si fuese algo totalmente normal... y me encanta.

—¿Cómo se ha tomado tu hermana toda la debacle del artículo? —pregunto cuando el coche arranca.

Él sonríe.

—Su centralita está que echa humo. Ella cree que el tono escandaloso del artículo realmente ayudó. Puede que tenga razón. El original habría sonado más como publicidad.

¡Uf!

—¿Entonces ella va a estar bien?

Su sonrisa se amplifica.

—Sí.

Me muerdo el labio.

—¿Y tú?

—Todo bien también. Pedí a Cosmo una corrección del artículo y lo arreglaron. —Saca su teléfono y me muestra la pantalla.

Leo rápidamente. Su nombre sigue ahí, pero ya no se me menciona como «empleada de control de calidad»

Según este artículo, soy la novia de Vlad.

Novia.

Yo.

Quiero saltar del coche y ponerme a bailar en medio de Times Square.

—Te parece bien ¿verdad? —pregunta, frunciendo el ceño—. Imagine que...

—Está mejor que bien. —Mis palabras brotan casi sin aliento—. Pero, ¿por qué no les hiciste eliminar tu nombre del artículo ya que estabas en ello?

Él se encoge de hombros.

—No quise arriesgarme. ¿Y si la corrección reduce la exposición de Bella?

Asiento solemnemente.

—Muy noble por tu parte. Sacrificar tu privacidad por tu hermana.

Una de las comisuras de sus labios se eleva con ironía.

—O eso, o no tengo tanta influencia sobre la gente de Cosmo.

La limusina se detiene y él me abre la puerta.

Cuando entramos en su edificio, me habla de una manada de conejillos de indias que descubrió en el norte del estado. Un lugar donde los dueños pueden dejar que sus mascotas jueguen con otro montón de cobayas.

—Parecía que Mona y Oracle disfrutaban de estar juntas —explica mientras subimos al ascensor—. Entonces comencé a preguntarme si no querrían aún más socialización.

—Claro —digo mientras el ascensor se abre en su lugar—. Me gusta la idea de esta manada. Las llevaremos allí algún día.

La parte que más me gusta es que está haciendo planes que me involucran.

Primero, soy su novia, y ahora esto.

La única forma en que me sentiría más feliz es si se desnudara.

Mmm. ¿Quizás esto también se pueda arreglar?

—Entonces… —Me quito las botas—. Nunca me has hecho una visita guiada de tu casa.

Me entrega un par de pantuflas que son exactamente de mi talla… haciéndome sentir como Cenicienta.

—Voy a arreglar ese descuido de inmediato. —Abre la puerta del pasillo. —Este es mi dormitorio.

Jaque y mate. El dormitorio es el destino que necesitaba para mi malvado plan.

Una vez dentro, cierro la puerta con fuerza para llamar su atención. Luego, mientras él mira, abro la cremallera de mi blusa.

Drácula muestra un interés inmediato, al igual que Vlad.

Sus ojos brillan con ansia por detrás de sus lentes mientras cierra la distancia entre nosotros.

—Ese traje me ha estado volviendo loco.

Me acerco para desabrocharle el cuello de la camisa.

—Igualmente.

—Espera. —Me agarra por las muñecas—. Hay algo que debes saber.

—¿Oh? —Un caleidoscopio de mariposas agita sus alas, provocando un torbellino en mi vientre.

Toma aire y su expresión es insegura por primera vez desde que lo conozco. Suavemente, dice:

—Va a sonar a locura, pero nunca antes había experimentado este tipo de conexión con nadie. La forma en que estamos juntos es como el código más elegante y libre de errores, uno que funciona perfectamente tan pronto como terminas de escribirlo. Fannychka… —Su voz se pone seria—. Sé que solo han pasado unos días desde que nos conocemos, pero...

—Me amas —le suelto, y me sonrojo al instante.

No tengo idea de dónde ha salido esta audaz declaración, pero estoy absurdamente segura de que tengo razón.

Me suelta las muñecas, con los ojos brillantes de regocijo.

—¿Es alguna costumbre norteamericana lo de interrumpir tales cosas?

Mi ya prodigioso rubor se hace más pronunciado.

—Lo siento mucho. ¿Decías?

Toma mi cara entre sus manos, como lo hizo el otro día cuando me dijo que le gustaría aunque no tuviese ni un solo pelo en el cuerpo. Sus ojos son del azul más puro y profundo cuando miran los míos.

—Fanny Pack —dice solemnemente—. Te amo.

La tormenta de mi vientre se transforma en un tornado en toda regla, uno que gira más alto en mi pecho, envolviendo mi corazón con el brillo más cálido y dulce.

—Y yo te amo a ti. —Suelto con un suspiro.

Se inclina, reclamando mis labios en el beso más profundo y apasionado. Con nuestros labios el uno contra el otro y nuestras lenguas bailando, nos acercamos a la cama a trompicones, la ropa se nos cae como por arte de magia, y lo que sucede a continuación solo se puede describir con una expresión.

Hacer el amor.

Horas más tarde, mientras yacemos allí completamente agotados, me pellizco en secreto para asegurarme de que esto realmente está sucediendo.

Lo está.

Es real.

Tengo al vampiro de mis sueños, el mismísimo Vlad el Empalador.

¿Quién podría haberlo adivinado?

Y solo pensar…que todo empezó con una maleta llena de juguetes eróticos.