Dentro de cada palabra hay otra
que no se dice nunca, esa confusa
filtración de la luz, ese bosquejo que se precipita
por los despeñaderos de la imaginación.
Dentro de cada palabra hay otra
que amaga la verdad, que neutraliza
la deficiencia de los signos,
que se anula a medida que se emite.
Pertenece a la insania esa palabra
que no se acaba de decir.
En vano
tratas de desasirla
de sus desmantelados argumentos, la confundes
con otras que están ya menoscabadas,
que son sólo vestigios
irresolutos del no nombre y sus perpetuas
cicatrices.
Ya puedes ser por fin el que querías:
un tenaz legatario del silencio.