Un estoque minúsculo de lengua,
una aleve pupila de león, el terciopelo
húmedo y veleidoso de una dalia,
gozan
de una reputación más bien malévola
entre damas sensibles a las joyas.
(Las joyas, es decir, las invaluables
maneras de intimar con la lujuria.)
Lengua, pupila, dalia: afeites femeninos,
dulces sustituciones
que acaban siendo con lujoso encanto
utensilios perversos del amor.