He dado pruebas de estar vivo,
muchas y renuentes,
pero no
de atravesar a tientas la frontera
desde la que se atisban
los detrimentos del futuro.
Lo que aún no ha ocurrido
me está esperando en las titubeantes
encrucijadas
de la indefensión.
Pero ya para qué:
mi palabra coincide con esos menoscabos
vertiginosos de los días.
Metáfora incesante
segundo tras segundo sucediéndose,
péndulo funeral que se acompasa
a los latidos de mi corazón.