CONVIVIR CON ÁRBOLES

Quien convive con árboles dispone

de poderes, pacta con semidioses

invencibles,

                        nadie

podrá usurparle nunca esa heredad.

Leves y bonancibles,

abandonan los días sus guaridas

y llegan al jardín enaltecidos.

La voz de la enramada reproduce

la voz de las raíces

                y una mano suave

desaloja la vida de asperezas.

Fin y principio,

                        nadie

podrá impedir que esa alianza

perpetúe sus sellos, determine

el veredicto de una convivencia

que engrandece a la larga el rango de los árboles.

Bajo las frondas indulgentes

se dignifica el flujo vegetal de la vida.