Tercas, sucintas marcas que prorrogan
los plazos del pasado:
esos objetos
anodinos, inocuos, transversales,
que aún conservan su rango de fetiches
y al fin se perpetúan
cada uno en su propio menoscabo,
contraviniendo sucesivamente
el rutinario azar de las habitaciones.
Suma de talismanes en desuso,
delicados enseres vitalicios,
¿con quién convivirán
cuando conculquen sus complicidades,
cuando ya no sea yo quien los tutele?
Sólo un conjuro
podrá neutralizar tantos domésticos conjuros.