¿Qué habrá sido de aquel que vino un día
a prevenirme del peligro
de lo que tantas veces anhelé:
una nueva emoción a cambio de la vida?
¿En qué lugar de entonces seguirá recatándose
aquel benevolente protector
de temerarios?
Oh inocente,
repite esa pregunta hasta el martirio,
propágala por cárceles y ergástulas:
soy aquel que se jacta de haberse equivocado
cuando con más facilidad pudo impedirlo.