SECRETO LOCUTORIO

De día hablo con ella,

hablo de noche hasta mañana, hablo

con Carolina Amboscoturnos,

y ella está oyendo como yo los melancólicos

pasos crepusculares, dulcemente disfrazada de huérfana

con un inmundo traje de organza y abalorios,

está oyendo el litigio feroz de las locomociones

mientras me explica con su voz de espía

que ya ha pasado el tiempo de estar sola, el tiempo

en que el rencor se parecía mucho a la indigencia,

que tiene que volver antes que nunca

de aquel delirio pedregoso donde se aminoraban

las tretas del azar, donde los cuerpos

tenían como un deje de estatua con criptógamas

y la vida era idéntica a un jinete desprovisto de rostro.

¿Qué puedo yo decirle a sombra tan querida,

qué le puedo contar después de tantas noches

rondando ese secreto locutorio

donde ya no dialogan sino aquellos que callan?