Emerge de improviso ese recuerdo
entre otros muchos igualmente vagos
de la felicidad:
un terso cuerpo esquivo
temblando en las difíciles penumbras
de una casa vacía,
y allí mismo,
por dentro de lo oscuro, en medio
de aquella ceremonia codiciosa,
estaba una vez más manifestándose
la belleza, su más inconmovible
prohibición, el compartido centro de la vida
ya confundido para siempre
con los falsos decoros de la infidelidad.
(... componiendo
anticipadamente tu recuerdo.
CARLOS BARRAL, Figuración del tiempo)