2 Reyes 20:1–21
Los asirios habían invadido Judá. Jerusalén estaba en peligro. El rey Ezequías se enfermó y estuvo a punto de morir. Isaías el profeta fue a hablar con él.
«El Señor dice: “Prepara tu vida, porque morirás.
No te recuperarás”».
Ezequías oró: «Recuerda, oh, Señor, cómo te he sido fiel. He hecho lo bueno para ti con todo mi corazón».
Isaías estaba saliendo del palacio. «Regresa –Dios dijo– y habla de nuevo con Ezequías. Dile: “El Dios de tu ancestro David dice: He escuchado tu oración y visto tus lágrimas. Te sanaré y le añadiré quince años a tu vida. La ciudad será salvada de Asiria”».
«¿Cómo comprobará el Señor que me sanará?», Ezequías le preguntó a Isaías.
«Tú elige la señal –respondió Isaías–. ¿El reloj solar deberá ganar diez minutos o perder diez minutos?».
«Normalmente gana tiempo. Que la sobra retroceda».
Isaías clamó a Dios y la sombra retrocedió diez minutos.
En tres días, Ezequías estaba recuperado.
Preguntas: ¿Qué hizo Ezequías cuando le dijeron que moriría? ¿Qué hizo Dios para mostrarle a Ezequías que sería sanado?